Ángel R. Lombardi Boscán 23 de octubre de 2021
Uno de los testimonios de mayor valor que tenemos para conocer como fue Venezuela en el siglo XVIII es el atribuido a Joseph Luis de Cisneros, quien escribió una relación que tituló: “Descripción exacta de la Provincia de Venezuela” en el año de 1764. Sobre Joseph Luis Cisneros se sabe que fue oriundo del país y agente comercial de la Compañía Guipuzcoana, lo que le permitió recorrer todas las regiones tanto de la costa como del interior. Fue un observador inteligente tanto de la geografía como del potencial económico/comercial que consideraba desaprovechado en Venezuela por las siguientes razones: “… si supiera, que habían de servir mis noticias de estímulo para alentar a las Gentes a cultivar aquel terreno, pensando adelantar el Comercio, sacando los diferentes abundantes frutos, que produce, en cambio de algunas Mercaderías, de que continuamente carecen sus Moradores, y tantas ventajas, que considero de su Trato; gustosamente lo hiciera; pero me lastima en gran manera ver el poco aprecio, que se hace de un terreno tan fértil, opíparo, y abundante, que de todo género de grano rinde dos abundantes Cosechas en cada año; cuando de Carnes, y Pesca es tan fecunda: Dios por su infinita Misericordia, quiera alentar el espíritu de las Gentes, para que adelantándose las Poblaciones, que al presente se están haciendo en las márgenes del Río Orinoco, continuándose su Navegación, se facilite por aquella parte el Comercio, a mayor honra, y gloria de Dios, establecimiento de la Fe Católica, entre aquellas Bárbaras Naciones, extensión de la Monarquía de nuestro Cathólico Rey, y bien de sus Vasallos”.
Refiriéndose
a la Provincia de Caracas sostiene que: “Toda esta llena a proporción de
Valles, por la parte que mira al Mar, de fértiles, alegres, y hermosos
cultivados de Haciendas, y Arboledas de Cacao, que es el principal fruto, y de
más estimación que produce esta Provincia”.
La
descripción que realiza sobre todo lo que se produce es interesante, porque
bien demuestra su rendida admiración por una tierra fértil y abundante.
Haciendas de cacao, caña de azúcar, cultivos de tabaco, maíz, yuca, trigo;
además de: “Las infinitas Raíces, que en todo el año produce este
Terreno de ñames, Mapueyes, Ocumos, Lairenes, Batatas, Patatas, Apios, Papas; y
frutas, como son Plátanos, Dominicos, Cambures, Aguacates, piñas, Chirimoyas,
Guayabas, Papayas; Mameyes, Nísperos, Membrillos, Manzanas, Higos, Habas,
Cocos, Hicacos, Sapotes, Anones, y otras muchas, aunque agrestes, son de grande
utilidad para las familias, que lo cultivan: Se da el Café de muy excelente
calidad; y también hay en estos Valles algunas Haciendas de Cacao, y en especial
en el que llaman Tuy de Ocumare, que tendrá más de sesenta leguas, en cuyo
ámbito no se encuentra otra Planta, que son Arboledas de Cacao”.
También
era muy llamativo para Cisneros la tierra de los llanos venezolanos donde
señala haber visto: “mucho Ganado Vacuno, en tanta abundancia, que
todos los mas Hatos son, desde diez hasta veinte mil Reses, y mucho que se cría
en aquellos despoblados, sin sujeción; esto es, levantado, sin que puedan los
Dueños sujetarlo, y hacerlo venir a rodeo.
Para
este empleado de la Compañía Guipuzcoana, Venezuela fue realmente una “Tierra
de Gracia”. Recorrer las páginas de su relación o informe sobre el potencial económico
venezolano a mediados del siglo XVIII, es gráfico y elocuente. Todavía hoy, el
asombro por la naturaleza del país y su misteriosa magnitud, sigue causando las
más insospechadas reacciones de admiración y a la vez de desconcierto. El
contraste geográfico, de suelos, climas, y faunas fue sorprendente de acuerdo a
estas impresiones que recoge Cisneros en un libro testimonial publicado por la
Academia Nacional de la Historia en Caracas en el año 1981 y con estudio
preliminar por Pedro Grases.
Para
entender el presente de hoy con toda su calamitosa destrucción las nuevas
generaciones de venezolanos deben reencontrarse con su pasado y establecer los
hitos de una evolución sinuosa aunque sorprendente. Venezuela fue “Tierra de
Gracia” por sus riquezas agrícolas y pecuarias en el último siglo hispánico y
volvió a ser “Tierra de Gracia” en las primeras décadas del siglo XX pasado por
la portentosa riqueza petrolera. La naturaleza nos premió y nuestra ceguera
sociológica nos perdió. ¿Tendremos la sabiduría de aprender de tantas
equivocaciones y enmendar para volver a ser un país normal y próspero?
Ángel
R. Lombardi Boscán
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