Rosmina Suárez Piña 23 de octubre de 2021
@sciencelover_rs
Desde
pequeña, Miriam Rengel sabía que quería explorar el universo.
Cuando iba de Caracas a Mérida, a visitar a su abuela, y pasaba cerca de las
cúpulas del Observatorio Llano del Hato, en Mérida, se emocionaba.
“Algún
día trabajaré ahí, explorando el espacio y el universo”, decía.
Y el
deseo se cumplió.
Como astrofísica e investigadora, Rengel puede contar una gran trayectoria en diversas misiones espaciales de renombre mundial: desde Rosetta –para investigar el cometa 67P/ Churyumov-Gerasimenko-; la misión JUICE, que enviará en el 2023 una sonda a estudiar Júpiter y sus lunas heladas; hasta el Observatorio Espacial Herschel, el gran telescopio que ofrece “una visión sin precedentes” del universo en las longitudes de onda de infrarrojo lejano y submilimétricas.
También
algunas misiones de la Agencia Espacial Europea (ESA) a las que pudo llegar con
disciplina y constancia, al igual que al Instituto Max Planck de
Investigaciones del Sistema Solar en Alemania (donde trabaja actualmente) y la
Unión Astronómica Internacional (IAU).
El
cielo estrellado, su pasaporte a la exploración
“Acostarme
sobre una cobija y ver el cielo y tantas estrellitas titilando (…) eso se fue
acrecentando y decía ‘yo quiero algún día en mi futuro trabajar y estudiar
justamente allí’ [Llano del Hato]”, cuenta la astrofísica a Efecto
Cocuyo vía Zoom desde Gotinga, en Alemania.
Ese
deseo inmenso de explorar fue precisamente el que la tomó de la mano… y no la
soltó.
Primero
estudió Física en la Universidad Simón Bolívar (USB) para luego continuar una
maestría en Física Fundamental, mención Astrofísica, en la Universidad de los
Andes (ULA), donde tuvo la oportunidad de hacer su tesis en el Centro de
Investigaciones de Astronomía Francisco José Duarte (Cida), ese mismo donde, en
su niñez, siempre se imaginaba trabajando.
En el
año 2000, después de culminar sus estudios en Mérida, se mudó a Alemania. Esta
vez, para cursar su doctorado en la Universidad de Jena.
“Ahí
me convertí en doctora en Astrofísica. Tuve la oportunidad de hacer mi tesis
doctoral en el Observatorio de Turingia. Pasé por el Observatorio Europeo
Austral (ESO), de los telescopios que están en Chile, y
finalmente llegué a donde estoy actualmente: el Instituto Max Planck de
Investigaciones del Sistema Solar”, enumera la científica.
En esa
última institución ya lleva 16 años laborando.
-¿Se
imaginaba trabajando en misiones de gran envergadura?
-Sí lo
pensé, lo quise y trabajé duro para ello. Claro, no sabía exactamente en aquel
entonces en qué misiones iba a trabajar o en qué proyectos. Porque hacer
ciencia es como abrir una cajita de Pandora (sin que contenga los males del
mundo, pero problemas científicos): resolvemos un problema y abrimos nuevamente
nuevos misterios y nuevos problemas por resolver. Entonces se abren nuevos
proyectos también y claro cuando estudié y me fui formando, no llegue a pensar
que íbamos a estudiar el universo frío así ni pensé que íbamos a estudiar a
Júpiter como lo vamos a estudiar en unos pocos años.
Pero
sí me imaginaba llegar a institutos, digamos de envergadura, con proyectos de
punta, siempre quise eso y se ha logrado; siempre a fuerza de mucho trabajo,
dedicación y disciplina”.
“Cada
misión es única”
Cuando
le preguntamos a Miriam sobre cuál misión espacial le ha apasionado más,
enseguida, con una sonrisa, nos responde: “Cada misión es única”.
Su
campo principal de investigación son las atmósferas planetarias y la astronomía
en el infrarrojo, además de tener experiencia observando con numerosos
telescopios desde la Tierra.
Inicialmente,
participó en la misión Rosetta, de 2004. Una sonda espacial lanzada
por la Agencia Espacial Europea (ESA), cuya misión era orbitar y estudiar el
cometa 67P/ Churyumov-Gerasimenko, de período corto o llamado de la familia de
Júpiter, con el objetivo, además, de tratar de comprender el origen de los
cometas.
Después
de Rosetta, participó en el Observatorio Espacial Herschel de
la ESA, lanzado en marzo de 2009. Se trata del único observatorio espacial
-hasta ahora- que abarca longitudes de onda, desde el infrarrojo lejano hasta
submiliméticas, que son invisibles para el ojo humano.
Herschel,
nombrado en honor al descubridor de Urano, William Herschel, permite a los
astrónomos explorar las regiones frías y con polvo que habían permanecido
ocultas.
Actualmente,
también trabaja en JUICE, una misión planetaria de la ESA, cuyo
lanzamiento está previsto para 2023 con la finalidad de explorar Júpiter y sus
lunas heladas: Europa, Ganímedes y Calixto.
“Digo
que cada misión es única porque tiene preguntas de ciencias fundamentales
y nosotros los científicos nos interesamos mucho en tratar de resolver los
misterios del universo. Pero si me preguntan cuál de estas misiones
es donde, en particular, me he sentido más atraída, puedo responder que
Herschel”, explica Rengel.
Y no
es para menos. “La razón ha sido porque ha marcado parte de mi carrera
científica porque he estado en diferentes fases [de la misión], desde la fase
de calibración, el lanzamiento, la parte de operaciones, ciencia con los datos,
las post-operaciones, el legado… Todas las misiones en las que he estado han
sido muy interesantes, pero con Herschel he vivido muchas fases de una misión.
Por supuesto, estamos muy ansiosos de lo que nos espera con JUICE”.
En la
Unión Astronómica Internacional
Fundada
en 1919, la Unión Astronómica Internacional (IAU, en inglés) tiene la misión de
promover y salvaguardar la ciencia de la astronomía: la investigación,
comunicación, educación y su desarrollo, a través de la cooperación
internacional.
La IAU
ha sido conocida por ser “el árbitro” de la nomenclatura de planetas y
satélites desde sus comienzos.
Allí
también está Miriam Rengel, elegida desde septiembre de este año como
vicepresidenta de la Comisión de Planetas Extrasolares y del Sistema
Solar de la IAU.
“Es
algo que a mí me llena de honor. He sido electa por toda la comunidad
científica mundial en ese rol de tres años que espero ir desarrollándolo con
mucho entusiasmo”, dice.
“Siempre
debemos tener metas”
De
padre médico y madre docente, Miriam Rengel, la niña que se atrincheraba a ver
las estrellas y que es la única astrofísica de la familia, sigue teniendo
metas. Y, con casi tres décadas, entre la física y la astrofísica, apunta:
“Siempre debemos tener metas y ambiciones para crecer en nuestras vidas, tanto
profesionales como personales, por supuesto que podemos tomar la decisión de
permanecer donde estábamos, que está muy bien y se vale”.
“Pero
siempre tenemos que ampliar nuestros horizontes para seguir creciendo y seguir
desarrollándonos en los dos ámbitos. Profesionalmente, he avanzado, pero hay
mucho más por hacer desde el campo científico y tecnológico. Bueno, necesitamos
ir desarrollando tecnologías de punta, necesitamos seguir investigando nuestro
universo; estamos llenos de preguntas fundamentales que todo científico siempre
sueña con dedicarse a resolver, pero son una caja de Pandora como dije antes”,
resalta.
A lo
que añade: “Me gustaría seguir escalando en ese sentido [con estudiantes y
equipos de trabajo], gestionar proyectos de investigación importantes dentro de
grupos y consorcios. Es una cuestión también de que se presenten los
escenarios, pero trabajo para ello, para seguir liderando desde diferentes
perspectivas todos estos proyectos que manejamos”.
No
abandonar los sueños
Miriam
Rengel tiene 21 años en Alemania, entre el español –su lengua materna-, el
inglés –el lenguaje de la ciencia- y el alemán.
Cada
vez que puede, vuelve a Venezuela a visitar a los suyos. Aunque esté lejos de
su país, sabe que su esfuerzo ha sido recompensado. Además, al igual que lo ha
hecho ella, invita a que no abandonemos nuestros sueños.
-En
toda esta situación del país, ¿qué les diría a los jóvenes que quieren tener su
carrera en ciencias?
-Tenemos
que, a pesar de las vicisitudes, a pesar de los obstáculos, luchar para que
nuestros sueños profesionales se cumplan y qué hacer en situaciones, por
ejemplo, donde hay escasez, de recursos y escasez, de medios y dificultades
como Venezuela.
Actualmente
con la situación de las universidades y de la investigación, en general, mi
consejo es tratar de buscar mentores internos y externos y continuar.
Paralelamente también, aunque un poco difícil, pero casi todo es a través de
internet, entonces pueden descargar libros o guías, publicaciones, seguir
canales en las redes sociales y aprendizaje en línea.
Pero
en general, hay que seguir motivados; hay que buscar todo aquello que nos
motive bien sea ver documentales, leer publicaciones o acceder a ellas de
alguna manera con colegas o compañeros que están en otros institutos que puedan
ayudar; un mentor, un profesor que esté afuera junto a uno que esté adentro en
Venezuela, crear redes de contacto y no disminuir esa pasión y esos sueños. La
ciencia es también un medio de transformación personal y social.
Los
grandes sueños se alcanzan poco a poco y combatiendo muchas batallas. Y hay
grandes batallas actualmente que combatir y bueno trabajar duro; trabajar con
dedicación y con pasión”.
Tomado
de: https://efectococuyo.com/solaz/miriam-rengel-astrofisica-venezolana-huella-misiones-espaciales-esa/
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