Por Ramón Guillermo Aveledo
El
21 de noviembre se elegirán nuevos gobernadores, alcaldes, legisladores
estadales y concejales. Lo que pase ese día influirá en nuestras vidas de
manera más o menos significativa, lo cual dependerá de factores diversos,
incluso de nosotros. Así que mejor es sacudirse de la indiferencia y pensar en
esa cita cívica seriamente. Sentir que otros con responsabilidad mayor que la
nuestra no lo aprecian, no vale como pretexto para nuestra omisión.
Hay
quienes creen que la mejor protesta es abstenerse y esgrimen alegatos
respetables, si bien no originales. A ellos, me atrevo a invitarlos a una
primera consideración acerca de la eficacia de esa opción. Puede que a quien la
asume le produzca la liberadora sensación de no tener qué ver con el desenlace.
Pero y a la sociedad local, regional y nacional de la que somos parte ¿Qué? Y
si a estas las afecta ¿Cómo es que no va a afectarnos a cada uno de nosotros?
En
contra de votar influyen las muy restrictivas condiciones en la aplicación del
marco legal, en el cuadro político, en la posibilidad de informarse e informar
y la situación económica desigual, apremiante para la mayoría, precaria para
las voces fuera de un poder cuyos recursos reducidos son desproporcionados si
se los compara con el resto de la sociedad. Así, se limita la competitividad de
los actores y la libertad de escogencia por parte de los ciudadanos. La
desconfianza generada durante años por el ventajismo abusivo, el irrespeto a
los resultados y la frustración por expectativas no realizadas ha erosionado la
muy venezolana convicción en la utilidad del voto.
Personalmente,
no quiero reincidir en el error de quedarme en casa cuando puedo hacer lo que
como ciudadano me toca. Entiendo que además de lo anterior, a la mayoría de
venezolanos inclinados a votar se le ha vuelto complicado responder a la
pregunta ¿Por quién?
Quien forma parte de la proporción que sigue respaldando al proyecto en el poder, tiene fundados motivos para la decepción que solo atenúan muy parcialmente las apelaciones al recuerdo de Chávez y los mecanismos de organización y control. La desconfianza del pueblo chavista en sus líderes no es real y con base.
Los
que queremos un cambio tampoco la tenemos más fácil. La fragmentación divide y
desanima el voto crítico y alimenta también la desconfianza en la capacidad de
la conducción. En principio, lo más racional por economía del voto sería
hacerlo en la tarjeta de la manito, para preservar una fuerza, así como para no
hacer más borrosas las perspectivas de las negociaciones en México. Pero en más
de una circunscripción, decisiones lentas, discutibles y no siempre
transparentes mueven a duda razonable en el ciudadano que quiere defender su
esperanza.
A
un mes de la cita electoral, hay criterios que pueden sernos útiles. En cada
estado o municipio, votar local con criterio nacional. Queremos gobiernos regionales
y locales que hagan el mejor trabajo posible en circunstancias muy difíciles y
un resultado nacional que no aleje ese cambio que sabemos tan necesario y hoy
sentimos remoto.
Tal
vez piense usted que es cuesta arriba premiar a alguien, aunque más de uno lo
merezca, pero mucho cuidado si por castigar a alguno o algunos, terminemos
castigándonos nosotros mismos.
23-10-21
https://www.elimpulso.com/2021/10/23/opinion-voto-reflexiones-para-aclarar-dudas-23oct/
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