Trino Márquez 22 de octubre de 2021
@trinomarquezc
Álex Saab no integró el grupo de conjurados que juró a la sombra del Samán de Güere ‘salvar’ a Venezuela; no participó en el MBR-200 ni en el golpe del 4-F; no defendió a Hugo Chávez cuando los sucesos del 11 de abril de 2002. Ni siquiera formó parte de la fundación del PSUV. Jamás tuvo ningún cargo relevante en el gobierno de Chávez o en el de Maduro, ni ha sido una figura relevante del bolivarianismo a lo largo de las más de dos décadas que el régimen se ha mantenido aferrado a Miraflores. Su notoriedad la logró en muy poco tiempo, y en nada relacionado con la historia épica que pretende contar el régimen.
Sin embargo,
su extradición desde la pequeña y remota isla de Cabo Verde hacia Estados
Unidos provocó una reacción inusitada del gobierno. Ya antes el país había
visto con asombro cómo la delegación oficial de Maduro se había presentado en
el aeropuerto de Ciudad de México exhibiendo una foto con la cara de Saab Ni
siquiera cuando la DEA detuvo a los sobrinos de la pareja presidencial, se
produjo una respuesta tan exaltada por parte del gobierno. Desproporcionada con
respecto al aparente peso específico de ese peculiar personaje, quien pasó de
ser un modesto y desconocido empresario colombiano, barranquillero para más
señas, a convertirse en poco tiempo en un magnate que se movía por todo el
mundo en sus aviones particulares y llevaba una vida de lujos y derroche.
Tanto, que en su defensa en Cabo Verde participaron cuatro reconocidos bufetes
internacionales, uno de ellos el dirigido por el exjuez Baltasar Garzón.
¿Por
qué decide Nicolás Maduro suspender la ronda de conversaciones en México? ¿Por
qué antepone las tribulaciones del empresario colombiano a los intereses del
país, pues en México estaban discutiéndose problemas de alcance nacional, que
afectan al conjunto del país y cuya resolución podría mejorar las condiciones
de los venezolanos hundidos en la miseria?
Con
los datos aportados por las investigaciones periodísticas que han circulado,
especialmente la de Armando.Info, podemos suponer que esa respuesta desmesurada
se debe a que Saab forma parte del núcleo central de la trama que le permitía a
algunos jerarcas del régimen enriquecerse en una escala sideral con negocios
ilícitos y, a la vez, servía como operador privilegiado para que el gobierno de
Venezuela eludiera las sanciones norteamericanas y de la Unión Europea,
mediante operaciones realizadas en la sombra. El hombre enriquecía a miembros
de la nomenclatura y, a la vez, se enriquecía él mismo, atenuando el peso de
las sanciones internacionales sobre el gobierno. Su valor no estaba en lo que
había sido, sino en lo que era en el momento de su captura.
Vista
desde el esta perspectiva, puede entenderse la conducta destemplada de Maduro y
la enorme preocupación que existe en torno de la detención de Saab en el
gobierno. No se trata de una figura más, sino de una pieza clave dentro de todo
el andamiaje montado para desbancar las finanzas públicas y reducir el daño del
aislamiento y las sanciones.
En
este nuevo ambiente, cómo quedan las negociaciones entre la oposición y el
gobierno. El diálogo en México quedó temporalmente suspendido. La delegación de
Noruega se cansó de las impertinencias de Maduro y decidió devolverse a su
país. En apariencia, la relación se rompió sin que se vislumbre el factor que
puede recomponerla.
Álex
Saab está acusado de delitos graves de acuerdo con la legislación
norteamericana. Violaciones que van desde el lavado de dinero proveniente del
narcotráfico hasta el cobro de comisiones por la venta de armas. En Cabo Verde,
a pesar de lo que dice Maduro, los tribunales cumplieron con todos los extremos
legales. No se arrodillaron frente a las inocultables presiones del entonces
gobierno de Donald Trump, ni ante las amenazas veladas de los socios
internacionales de Miraflores, especialmente de Rusia, cuyo eterno canciller
Serguei Lavrov llegó a decir que ese era un proceso viciado e injusto contra el
empresario barranquillero. El Ejecutivo de Cabo Verde se desmarcó del Poder
Judicial desde el inicio del proceso, que duró casi un año y medio. El juicio
siguió el ritmo pautado por las leyes de esa nación. Comparado con lo que
ocurre en Venezuela, lo sucedido en Cabo Verde produce admiración y envidia.
Aquí basta con que Maduro le dé una orden al TSJ o a cualquier otro tribunal
para que los órganos jurisdiccionales se postren. Los casos de invasión de
competencias abundan. Solo quiero mencionar la arbitrariedad que se comete
contra el periodista Roland Carreño, injustamente acusado de terrorista, y la
negativa del régimen de constituir una comisión independiente que investigue la
sospechosa muerte del general Baduel.
Es
factible que Maduro espere los resultados de las elecciones regionales de
noviembre para decidir si retorna a la mesa de negociaciones o no. Veremos qué
pasa. Por ahora, hay que decir que si no hay diálogo en México, al menos que
haya justicia en Estados Unidos.
Trino
Márquez
@trinomarquezc
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