Por Gregorio Salazar
Entre exhibir el rostro
de la compasión o el del terror, el régimen policiaco-militar de Nicolás Maduro
sabe bien donde poner su apuesta. Y lo hará, maquiavélicamente, siempre en
función de la construcción política del miedo, de la intimidación, de todo lo
que pueda inhibir el accionar de quienes se opongan a su perpetuación en el
poder.
Lo viene a demostrar
una vez más la muerte en un calabozo del Sebin del general de división y
exministro de la Defensa, Raúl Isaías Baduel, tras 12 años de prisión, lapso
solamente superado por los oficiales de la Policía Metropolitana sindicados por
los hechos del 11 de abril.
Baduel no encontró
clemencia de sus compañeros de armas ni mucho menos de un gobernante que maneja
la justicia a capricho; que lo mismo puede indultar que liberar sin
explicaciones ni fórmulas de juicio, garantizar impunidad a sus parciales o
mantener en prisión a cualquiera, que verá cómo se suceden una tras otra las
suspensiones de las audiencias que deben darle continuidad a su proceso
judicial.
Representa Baduel al
venezolano muerto en prisión bajo el chavismo —ya son diez presos políticos—
que ostentara el mayor rango militar y el de más relevante actuación política
dada su participación en dos coyunturas críticas de las dos oprobiosas décadas
chavistas. Durante el golpe del 11-A del 2002, para garantizar el regreso a la
presidencia de Hugo Chávez, y en el 2007 cuando se dedicó con el mayor empeño a
frustrar la reforma constitucional de Chávez que buscaba establecer la
reelección indefinida.
Fue Baduel una de las
voces más enérgicas y más escuchadas en aquel debate nacional que concluyó con
el rechazo a la modificación mediante referendo, en lo que significó la mayor
derrota electoral de Chávez. Jamás se lo iban a perdonar.
Fuera por su
trayectoria militar o por su actuación en ejercicio de sus derechos ciudadanos;
sea también porque el régimen enfrenta severos señalamientos desde la ONU por
la violación a derechos humanos y un juicio bastante avanzado por delitos de
lesa humanidad en la Corte Penal Internacional, Nicolás Maduro estaba obligado
a preservar la integridad física del general Baduel, como lo está también de la
vida de todo prisionero en los calabozos de la dictadura. Claro, si le
importara.
Pero la falta de clemencia de quien proclama en sus cadenas a «Cristo, mi Señor», la poca valoración del régimen de su responsabilidad sobre este prisionero, quedaron evidenciadas en el tuit con que el operador político del régimen —que dicen funge como fiscal general de la república, todo en minúscula— informó de la muerte de Baduel.
Dijo este triste
personaje que el general había muerto de un paro cardiorrespiratorio por
covid-19 y que esto ocurrió «mientras se aplicaban los cuidados médicos
correspondientes y había recibido la primera dosis de la vacuna».
Qué cruel omisión, qué
desvergüenza, qué sevicia. Es decir, Baduel, que a sus 66 años estaba en el
grupo de riesgo para la pandemia, no mereció de sus despiadados carceleros las
dos dosis de la vacuna anticovid y, para mayor agravante, a pesar de que la
campaña de vacunación en Venezuela se inició hace medio año.
Por supuesto, no habrá
explicaciones ni justificaciones. Para el régimen, Baduel no merecía más que un
tuit de un cómplice de su aparato opresivo. No hablarán de ello para la opinión
pública, pero por supuesto que se cuidarán, como en efecto lo han hecho, de
llevar a la oficialidad la versión de la vida y obra de Baduel, exponiéndolo
como el mayor de los traidores a Chávez, magno sacrilegio, monumental herejía
que no tiene parangón en el universo.
No les bastó con
degradarlo y expulsarlo de las FFAA, ni con los 12 años de cárcel, desgracia a
la que se sumó el encarcelamiento de su hijo por la llamada Operación Gedeón,
de la que también se acusó a Baduel de la misma forma que se acusó a Juan
Guaidó. Al hacer un paralelo en esto último queda en evidencia que el general
no tenía dolientes: Guaidó está en libertad y Baduel murió tras las rejas.
Las condiciones en las
que se produjo el deceso del general Raúl Baduel requiere, por todo respecto,
de la más exhaustiva investigación independiente. La que se daría si fuéramos
una sociedad democrática, civilizada, con vigencia de un Estado de derecho.
Pero, por lo pronto, esto es imposible. Sobre todo cuando el trágico final del
exministro de la Defensa ha venido a reavivar el revanchismo en el seno de los
opositores más radicales que, enceguecidos por el odio, no señalan ni le cobran
esta injusticia al régimen, pero sí su propio martirio al general Baduel.
Gregorio Salazar es
periodista. Exsecretario general del SNTP.
17-10-21
https://talcualdigital.com/baduel-en-el-ojo-de-la-venganza-por-gregorio-salazar/
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