JUAN DIEGO QUESADA y FLORANTONIA SINGER 18 de octubre de 2021
@jdquesada y @fsingerf
El chavismo ha recibido el golpe más duro de los últimos años. El Gobierno de Nicolás Maduro había puesto todo su empeño en evitar la extradición de Alex Saab, el presunto testaferro del presidente de Venezuela, a quien en los últimos meses había tratado de erigir en una especie de mártir. El fracaso ha sido rotundo. Saab, un empresario colombiano que se hizo de oro a través de contratos gubernamentales y de quien las autoridades de Estados Unidos sospechan que esconde la fortuna de Maduro y gente de su entorno, se encuentra ya en Miami, donde a partir de este lunes le espera un juicio por lavado de dinero por más de 350 millones de dólares. Con Saab ante la justicia estadounidense, las consecuencias son impredecibles.
La
extradición de Saab ha puesto en barbecho las negociaciones que mantiene el
chavismo con la oposición en México. Por lo pronto, no asistirán a las
reuniones previstas para este domingo. La tensión entre el Gobierno y sus
críticos ha ido en aumento en las últimas semanas. Los roces con la comunidad
internacional han sido notorios, especialmente con Estados Unidos, por la
extradición de Saab y con la Unión Europea, a cuenta de la misión electoral que
pretenden enviar para las elecciones regionales y locales de dentro de un mes.
Los pasos que dará Maduro en los próximos días serán determinantes para
calibrar el nivel de confrontación al que está dispuesto.
El
hábil operador político que se coló en los despachos del palacio de
Miraflores en un momento crítico de su vida, cuando se encontraba al
borde de la ruina económica en Barranquilla, Colombia, conoce mejor que nadie
las interioridades del régimen. Era un hombre de la corte, que empezó
construyendo unas viviendas sociales y acabó como negociador estatal venezolano
por todo el mundo. Era lo que todo Gobierno cercado por las sanciones
internacionales necesita, un conseguidor. Desde su detención en Cabo Verde en
junio de 2020, donde había parado a repostar en el avión privado en el que
viajaba, su futuro se tornó negro.
No
siempre fue alguien conocido. Su rostro empapela hoy las calles de Caracas,
donde el Gobierno lo eleva al rango de mártir, pero hace bien poco casi nadie
sabía nada de él. El portal de noticias Armando.info desveló
por primera vez su nombre y su influencia en las esferas de poder. Saab había
recibido contratos millonarios y su trabajo había sido más que cuestionable.
Llenó de comida de mala calidad un programa de alimentos para los más pobres.
El empresario se querelló contra los periodistas que lo desvelaron y
estos tuvieron que exiliarse. Saab alegó que no tenía tratos con Maduro y que
no había participado en la distribución de esos alimentos. Al final, lo
publicado resultó ser verdad.
Ahora
Saab se ha convertido en alguien fundamental para Venezuela. Tras su detención,
el Estado le otorgó el papel de diplomático. El equipo chavista que negocia con
la oposición en México quiso incluso incorporarlo a la mesa de diálogo. Rusia
insistió en que era necesario que el colombiano estuviera allí sentado para
buscar una salida democrática y pactada a la situación venezolana. Los propios
negociadores aparecieron un día con unos carteles de apoyo a Saab. Maduro,
mientras tanto, callaba. Hasta hace pocas semanas ni siquiera había pronunciado
su nombre en público. La maquinaria chavista estaba en marcha en todo su
esplendor para rescatar al soldado Saab. La noticia de su extradición inmediata
a Estados Unidos ha sido demoledora para sus intereses, los del Gobierno y los
del propio empresario. Por el momento, el Gobierno se ha levantado de la mesa negociadora, a la espera
del siguiente movimiento.
Cada
sanción de Estados Unidos a un funcionario venezolano ha sido tomada por el
chavismo como una herida de guerra, al punto incluso de que los señalados han
sido premiados con algún ascenso en la burocracia. Así ha ocurrido, uno a uno,
con el centenar de venezolanos en la mira del Departamento del Tesoro que han
seguido ocupando cargos, presentándose a elecciones y saliendo en televisión
sin siquiera ser investigados. Cuando Saab, sus hijos y socios obtuvieron sus
lugares en la llamada lista OFAC de la Oficina de Control de Activos en el
Extranjero, no hubo condecoraciones, sino un total silencio, un preocupante
disimulo que un año después, con la detención del empresario colombiano en Cabo
Verde, no pudo ocultarse más.
Es
difícil calcular la penetración de Saab en el Gobierno y en las finanzas
personales de los altos cargos del Ejecutivo, una contabilidad que
probablemente vaya junta. Pero las trazas de los negocios de este contratista
favorito del chavismo han revelado los principales ramales del poder que
drenaba. Walter Jacob, Yosser Daniel y Yoswel Alexander Gavidia Flores, hijos
de la primera dama, Cilia Flores, figuran en la misma nota de prensa en la que
el Tesoro anunció que Saab estaba siendo sancionado y también en varios de sus
negocios y compañías relacionadas con el Gobierno, según las revelaciones de Armando.info, que ha seguido la
pista de esta red financiera. El entorno directo de Maduro es el más vinculado
con los negocios del empresario.
La
exfiscal venezolana en el exilio, Luisa Ortega Díaz, ha asegurado que se trata
del testaferro del entorno de Maduro y su principal negociador. Pero más allá
de un prestanombres, Saab ha sido el gran jefe de operaciones de un Gobierno
amarrado de manos por las sanciones, con
más funciones que cualquier ministro, como ha dicho de él el periodista
Gerardo Reyes.
La
extradición de Saab es un porrazo para el chavismo. Su enérgica defensa, como
nunca antes con ningún funcionario, muestra el peso que tiene. Su valor está en
haber estructurado una compleja red internacional de empresas fantasmales
constituidas en México, Rusia y Emiratos Árabes Unidos para mover y vender el
poco petróleo que produce Venezuela, cuando Estados Unidos prohibió a terceros
hacer transacciones con el país. También logró los intercambios de oro
venezolano con Turquía para llevar dinero fresco al Gobierno. Compró comida
barata y absorbió cadenas de supermercados expropiadas por el Gobierno.
El
último año, justo antes de ser detenido, coordinó el auxilio iraní de gasolina
cuando la destartalada industria petrolera no pudo suplir ni siquiera la
demanda interna y Venezuela quedó totalmente sin combustible durante casi tres
meses, al comienzo de la pandemia. Sus hilos cruzaron al otro lado de la
política y lograron quebrar la mayoría opositora en el Parlamento a finales de
2019, al cooptar a un puñado de diputados que hicieron gestiones para lavar la
reputación de sus socios en países donde se les investiga.
Más
allá de los cargos por lavado dinero que enfrentará en los tribunales de
Florida, Saab es una pieza clave de un rompecabezas mayor, señala el
abogado Alejandro Rebolledo, especialista en delincuencia organizada
internacional y blanqueo de capitales. Si decide cooperar con la justicia
estadounidense, que Rebolledo asegura que lo hará, la información que pueda
aportar sobre sus nexos con países como Irán, Siria y Turquía pueden ser
fundamentales para el desmantelamiento de redes del crimen organizado surgidas
en la economía subterránea de la evasión de sanciones internacionales.
En
enero de este año se difundió una carta que envió el entonces canciller Jorge
Arreaza a Saab, apenas dos semanas después de su detención en Cabo Verde. En la
comunicación le advierte que posee información clasificada del Gobierno
venezolano y que si cede a la presión de Estados Unidos, en caso de ser
extraditado, estaba sujeto a las leyes venezolanas. Como enviado especial del
Gobierno, le dice, debe preservar “el secreto, la confidencialidad y lealtad”
sobre la información que conoce. “Me ha requerido el presidente de la
República, Nicolás Maduro Moros, informarle que aceptar voluntariamente la
extradición a Estados Unidos supone una vulneración a la seguridad y defensa
nacional”, dice la carta consignada por la defensa en una moción ante el
tribunal de Florida que sigue su caso. Arreaza lo exhortaba también a utilizar
todos los medios legales para evitar el procedimiento.
A esta
extradición le preceden otras recientes como la acordada contra el jefe de
inteligencia de Chávez, Hugo Carvajal, aún en suspenso en la justicia española,
y la de la enfermera Claudia Díaz, extesorera de la Nación a la que esta semana
la Audiencia Nacional decidió finalmente entregar a Estados Unidos. Varios
casos avanzan en Estados Unidos, donde se han refugiado exfuncionarios del
chavismo y empresarios para cooperar y librarse del congelamiento de cuentas y
bienes. Uno de los casos más recientes es el de Christopher Figuera, que
desertó como jefe de inteligencia de Maduro en 2019 en apoyo a Juan Guaidó,
cuando dejó de existir un presidente legítimamente electo.
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