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lunes, 18 de octubre de 2021

Ciudadano Kane, por @angellombardi


Ángel Lombardi Lombardi 17 de octubre de 2021

@angellombardi

Esta película fue calificada por Jorge Luis Borges como abrumadora y genial. Innovadora en muchos aspectos, al mismo tiempo que una herencia del mejor cine hecho hasta ese momento.

El argumento se inspira de alguna manera, en una película de 1933, El poder y la gloria; una memoria o retrospectiva de un personaje «visto» por sus allegados. Un intento por «entender», desde la exterioridad de sus actos, a un individuo importante, poderoso, arrollador, pero que en su interior está marcado por la orfandad y la ausencia afectiva.

El guion se inspira en un acaudalado dueño de medios, ambicioso e influyente personaje de la vida real, lo que permite desarrollar cierta visión crítica de los «poderosos» de la época, pero realmente es una vida que naufraga en su propio «laberinto sin centro», como dice Borges. Un Teseo sin «el hilo de Ariadna» que lo condena a un destino sin-retorno.

El minotauro es el mismo. Es un acto de autofagia, de autodestrucción. Incapaz de amar, como un sol-negro, se consume, se «gasta y desgasta» a sí mismo y a todos aquellos que le rodean.
Su palacio Xanadu es su propio vacío-ostentoso, claustrofóbico, laberíntico, cerrada su «entrada y salida».

La palabra enigmática y que moviliza casi toda la acción de la película, es un paraíso-perdido que termina en la purificación del fuego. Al personaje principal no lo hunde la codicia, ni sus errores, ni las infidelidades, sino la obsesión por el poder, nadie es un «igual» sino instrumentos y marionetas de sus caprichos.

Orson Welles crea un «personaje» y le da forma y figura que «consume tiempo en el tiempo».
El niño, el joven arrogante, el hombre poderoso que no acepta límites, el fracaso político sin rendición y el resguardo en su reino privado, en donde su sombra agigantada, termina aniquilándolo.
La película permite múltiples abordajes, el técnico-formal como lenguaje y estética cinematográfica tiene un gran valor didáctico y la interpelación permanente al espectador.

Hasta ahora ha resistido la “prueba del tiempo».

Ángel Lombardi Lombardi

@angellombardi

  

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