Rafael Veloz 29 de diciembre de 2021
@Rafaelvelozg
El
pasado lunes 27 de diciembre de este 2021, sin duda, se dio un gran paso en la
lucha por recuperar la democracia y salvar al país. Ese día la plenaria de la
legítima Asamblea Nacional (AN) electa en 2015, en sesión extraordinaria,
aprobó en primera discusión una reforma parcial del Estatuto que Rige la
Transición a la Democracia para restablecer la vigencia de la Constitución de
Venezuela y la extensión del gobierno interino que preside Juan Gerado Guaidó
Márquez. También se acordó la continuidad de la Comisión Delegada de la AN-2015
para que siga con su desempeño como único parlamento legítimo venezolano y
reconocido por el mundo libre.
Todo lo anterior fue durante el inicio de las sesiones extraordinarias convocadas por la Comisión Delegada para debatir estos temas y en primera discusión. Hay que decir que quedaron pendientes algunos aspectos de igual relevancia, que tienen que ver con el funcionamiento gubernamental de la presidencia encargada, que serán debatidos mañana jueves 30 de este mes.
Las
decisiones que se adoptaron son congruentes con la lógica, porque hacer lo
contrario se hubiera traducido en un retroceso, en una especie de comenzar de
cero otra vez, lo que habría beneficiado solo a la dictadura de Nicolás Maduro.
Por lo tanto, lo decidido debe haber sido otro impacto muy duro para los
usurpadores, que en los últimos meses no han dado pie con bola, porque de
manera reiterada se equivocan en lo que piensan que puede suceder y en lo que
hacen por destruir a la oposición verdadera del país. Que lo sepan bien: aquí
estamos y aquí seguiremos más firmes que siempre.
Como
diputado electo por el pueblo en 2015, permítanme en esta ocasión dirigirme a
ustedes en primera persona, cosa que no acostumbro, porque nosotros los
parlamentarios contamos con equipos de trabajo con criterios compartidos, que
nos ayudan a ver las cosas en dimensiones muchísimo más amplias.
No voy
a hablarles aquí de lo que sucederá mañana en la sesión de la Comisión
Delegada, sencillamente porque no lo sé. Tampoco voy a hablarles aquí del G4 y
de las diferencias de opiniones que existen o pueden existir entre los actores
de la oposición, algo que se puede decir que es comprensible para todos los que
como yo creemos con firmeza en la democracia y en la pluralidad de pensamientos
e ideas. Un desacuerdo no quiere decir necesariamente que el otro esté en la
acera de enfrente, por ejemplo, aunque no podemos negar que sin darse cuenta
por la causa que sea, alguien pueda favorecer a los que allí están. Aquí vengo
a hablarles de lo medular, en concreto, de las grandes tareas por la libertad
que tendrá pendiente el Presidente (E) de Venezuela, Juan Guaidó, así como de
los que lo acompañan de manera estrecha en su gestión y de las posibilidades
que tendrán de cumplirlas de manera satisfactoria desde el mismo inicio de
2022, como espera la inmensa mayoría de venezolanos.
En una
entrevista realizada ayer para niusdiario.com.es, a Guaidó, cuando se le pidió
evaluar su gestión, dijo que está “con tareas pendientes”:
“Maduro
sigue usurpando funciones en Miraflores lamentablemente, tanto para los
venezolanos como para toda la región. Es un impacto de sufrimiento de mis
compatriotas, de nuestra gente, del sufrimiento de familias, de millones que
están refugiados en otros países, pero también el amparo del narcotráfico, del
terrorismo y vinculación directa con delitos de lesa humanidad. Así que, para
mí, más allá del riesgo, del sacrificio que ha implicado mi rol, ejercer
nuestra Constitución, innovar los mecanismos de lucha asumiendo la Constitución
para enfrentar a una dictadura, hay una tarea pendiente evidentemente: lograr
una elección presidencial libre y justa en Venezuela, muy distante a lo que
sucedió el 21 de noviembre, que ratifica lo que sabemos, que Maduro es un
dictador. Pero hay que ser autocrítico, evidentemente Maduro continúa ahí y hay
cosas que aprender, que corregir y debemos mirar al futuro inmediato para
atender la crisis”. Y también agregó que otra de las acciones que tiene de
inmediato es “fortalecer la unidad, que es una tarea constante”.
Guaidó:
un presidente constitucional
En
este punto, hay algunos aspectos a considerar, porque una cosa es tener una
tarea pendiente y otra es tenerla sin contar con las herramientas para
llevarlas a cabo de manera positiva. Es decir, se trata del poder hacer la
tarea.
A mi juicio, lo primordial en el caso que nos ocupa es la posibilidad que
tendrá Juan Guaidó de hacer las cosas sin tantas limitaciones. En este sentido
hay que recordar que el sistema venezolano es presidencialista y no
parlamentario, aunque esto no quiere decir que se le arrebate al Poder
Legislativo su función contralora. Eso sería un error, algo contra natura hasta
en el aspecto moral. En consecuencia, aclaremos el concepto que queremos
expresar.
El
jurista Allan R. Brewer-Carías, miembro de la Academia de Ciencias Políticas y
Sociales de Venezuela, explicó en una monografía que “la Constitución de 1999,
siguiendo la tradición del constitucionalismo venezolano y latinoamericano,
estableció el sistema de gobierno presidencial, el cual, basado en el principio
de la separación de poderes, atribuye la acción de gobierno al Presidente de la
República”. Y alertó que “el sistema (presidencialista), sin embargo,
progresivamente se ha venido nutriendo de elementos parlamentarizantes, que sin
cambiar el carácter presidencial, han complicado su funcionamiento de manera
tal que si el Presidente de la República no tiene el respaldo de la mayoría
parlamentaria, corre el riesgo de que se paralice u obstaculice su acción de
gobierno”. Lo que expone el académico es cierto y es lo que en el caso de la
presidencia encargada debemos evitar.
Ojo,
no queremos decir que no existan controles, sino de dejar cumplir al presidente
encargado sus funciones como lo pauta la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela (CRBV). En otras palabras, se trata de un mandato
constitucional que no se puede obviar e ignorar.
Por lo
tanto, para ir al fondo de la explicación, no puede ser que la presidencia
interina debe limitarse únicamente a ser la cara del gobierno venezolano ante
la comunidad internacional, así como velar por el resguardo de los activos
recuperados en el extranjero y nada más, lo cual forma parte de una propuesta
que se formuló, porque sería convertir a Juan Guaidó en una suerte de
canciller. Visto de esa manera, cabe preguntarse ¿qué pasará con el Acuerdo de
Salvación Nacional y de retomar las negociaciones con el régimen en Ciudad de
México, que nos permitan avanzar en las elecciones presidenciales libres,
justas y verificables?
Definitivamente,
el rol y la responsabilidad de Juan Guaidó debe ser mucho mayor, porque es el
presidente constitucional y legítimo de Venezuela y tiene el deber de ejercer
el cargo conforme a lo que establece la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela.
¡No
puede ser de otra manera!
Rafael
Veloz
@Rafaelvelozg
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