Por Froilán Barrios
El reciente anuncio del
tirano usurpador, “Olvídense de mí por 15 días”, reclamando unas “merecidas
vacaciones”, me trasladó en el tiempo a aquella sabrosa guaracha de Billo
Frómeta cantada magistralmente por Cheo García, “La flor del trabajo”, que
relataba la vida de un personaje cuyo ingenio le permitía todo género de
piruetas con tal de no trabajar.
Se debe recordar que la
guaracha no es intimista. Es crónica, es colectiva es social, sirve para reír y
para pasar de boca en boca la cotidianidad del pueblo o el entorno involucrado,
conteniendo un escenario predilecto en las épocas navideñas y de fin de año.
De esta manera, el
pintoresco truhán transcurría todo un año de enero a diciembre de jolgorio en
jolgorio, entre ferias, Carnavales, Semana Santa y visitas a compadres, quienes
lo recibían a cuerpo entero, entre bailes y bebidas espirituosas para así no
asumir su responsabilidad laboral, convirtiéndose en un aprovechado descarado del
presupuesto familiar. En definitiva, una especie de pícaro o petardista de la
Venezuela del siglo XIX.
¿Qué podemos decir de
aquel personaje de «La flor del trabajo»?, en sus aventuras solo afectaba el
entorno familiar. En el caso de Venezuela los desmanes del dictador usurpador
impactan a todos llevándonos a la ruina, a pesar de la bestial campaña
publicitaria que indica a un país de regreso a la normalidad, cuando en
realidad es todo lo contrario.
Pues veamos en qué
transcurre la gestión anual de este dictadorzuelo tropical. ¿Se aboca a
solucionar el derrumbe de los servicios públicos?, ¿a detener la hemorragia de
la diáspora por los caminos del mundo?, ¿a abordar la pobreza de 96,3% de la
población? Su performance transcurre en abusivas cadenas, en trifulcas con los
mandatarios de países desarrollados, en el insulto al opositor en un español
precario, en fin, son monumentales las sandeces del principal vocero de la
dictadura que delatan su analfabeta formación política y gerencial.
Originada en una capacitación
semestral escolar cubana cuyo texto fundamental se identifica, en los manuales
de Georges Politzer, y los raídos catecismos de la editorial Progreso de la
felizmente desaparecida Unión Soviética, por tanto, de esa mente y de esa
formación no puede salir ninguna política pública coherente en beneficio de
nadie, solo de sus bolsillos y los de su corte rastrera.
De allí la lapidaria sentencia de la guaracha de Cheo García “este tipo si era la flor del trabajo, se le fue todo el año y no hizo nada”, lo que conduce a reafirmar, cualquier parecido con la realidad que sufren los venezolanos no es pura casualidad. Porque hay muchos que sí trabajan en el mundo entero de sol a sol para mantener sus familias en Venezuela.
De esta manera el
ejercicio del poder por el poder mismo se ha traducido en el caso de la crisis
eléctrica, en el argumento rayado de golpes de estado y de eternas
conspiraciones, o los de su antecesor quien señalaba al género animal rastrero
y volador, como culpables de los incesantes cortes de electricidad que azotan
la geografía nacional, por no hablar del resto de calamidades que a diario
diezman a la población, en medio de la burla permanente desde las salas
situacionales del Palacio de Miraflores.
Merecidas vacaciones
tienen mandatarios como Ángela Merkel en Alemania, quien luego de 16 años de
gestión se retira con honor y gloria a vivir en su modesto apartamento con su
familia, sin llevarse al bolsillo un euro que no sea el de su remuneración,
pero con una gran satisfacción deja a su país como una de las potencias más
destacadas a nivel planetario.
22-12-21
https://www.elnacional.com/opinion/la-flor-del-trabajo/
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