Humberto González Briceño 09 de febrero de 2022
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Según
la Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes de
Venezuela (R4V), que depende de la ONU, la cantidad de venezolanos refugiados y
migrantes en el mundo sería de aproximadamente 6 millones.
Sin embargo, en documentos de esta misma organización se admite que “…como muchas de las fuentes de los gobiernos no toman en cuenta a venezolanos sin un estatus migratorio regular, es probable que el número total sea más alto.” Algunos hablan de 7 millones o más de venezolanos que han sido forzados a abandonar su país.
El
lenguaje pulcro y técnico de los informes de organismos y agencias
internacionales atribuyen esta emigración masiva a la búsqueda de empleo, la
inseguridad en Venezuela y la reagrupación familiar. Esta sería la forma
políticamente correcta que adoptan estos documentos para referirse al colapso
económico de Venezuela, el linchamiento de la población civil por parte de las
fuerzas armadas chavistas y el desmembramiento de la familia como base esencial
de la sociedad venezolana.
Más de
7 millones de venezolanos deambulando por el mundo solo puede ser atribuido al
fracaso del estado chavista que se instaló en Venezuela desde 1999. La mayoría
de estos migrantes están en edad productiva y luchan desesperadamente por
insertarse en los procesos socioeconómicos y culturales de otros países por lo
cual es una pérdida directa de recurso humano para Venezuela. Como consecuencia
de esta emigración masiva y del aumento de la mortalidad infantil Venezuela es
un país que envejece aceleradamente bajo el chavismo.
Sin
embargo, el chavismo no lo ve así. El régimen chavista no solo celebra la
emigración masiva de venezolanos sino que además la incentiva con sus políticas
de represión y persecución por razones políticas. Para el propio sostenimiento
del estado chavista no se debe subestimar el impacto de más de 7 millones de
venezolanos que ya no son parte del circuito económico en Venezuela. Pero los
chavistas ejerciendo su soberano derecho de escupir hacia arriba no dejan de
salivar ante la perspectiva de realizar infinitas “elecciones democráticas”
donde solo participarían ellos y sus seguidores.
Al
linchamiento físico que ya han sido sometidos estos compatriotas se suma el
linchamiento moral derivado de una campaña permanente y sistemática para
descalificar a los migrantes como traidores a la patria por abandonar el
desmadre de la Venezuela chavista. En realidad el chavismo, como lo ha hecho en
muchas otras situaciones, lo que busca es justificar o legitimar su política de
desentenderse como estado de sus obligaciones con los migrantes que a pesar de
haber abandonado el país siguen siendo ciudadanos venezolanos.
Según
la interpretación retorcida del chavismo el estado chavista no estaría obligado
a mejorar las condiciones materiales de vida para que los venezolanos se queden
en vez de huir y menos aún el régimen siente la obligación de atender y asistir
a los compatriotas que a pesar de abandonar el país siguen siendo ciudadanos
venezolanos titulares de deberes y derechos. Hasta el régimen del Generalísimo
Francisco Franco en España, tan satanizado por chavistas y progres, tuvo una
política para asistir a los emigrados españoles independientemente de su
filiación partidista y de su país de residencia.
Al
desentenderse de sus obligaciones con los ciudadanos venezolanos migrantes el
chavismo audazmente le transfiere a otros estados un problema que es suyo y
debería atender. De esta forma se ve como normal que en solidaridad con los
migrantes venezolanos que han huido del régimen chavista los gobiernos de
países tales como Estados Unidos, Colombia, Perú, Chile, España y muchos otros
destinen inmensas cantidades de dinero para asistirlos económicamente. Además
estos países se verán obligados a cambiar sus planes y programas para coordinar
la absorción de estos flujos migratorios en sus respectivas economías.
Los
planes de ayuda para los venezolanos migrantes a otros países son financiados
con los impuestos que los ciudadanos de esos países pagan a sus estados. Es una
ayuda que sin duda está motivada por la solidaridad y se agradece por el estado
de vulnerabilidad en que se encuentran millones de venezolanos en el mundo.
Sin
remover el componente altruista que motiva estas políticas de ayuda a la
migración venezolana estos estados no pueden permitir que el estado chavista
evada sus responsabilidades con los ciudadanos venezolanos y se continúe
beneficiando de esta situación. Los estados que han mostrado un genuino interés
en ayudar a la migración venezolana deben continuar haciéndolo sin más
limitaciones que sus propias capacidades internas.
Al
mismo tiempo estos países deberían calcular cuántos recursos han destinado para
la ayuda de migrantes venezolanos y pasarle la factura directamente al estado
chavista que es quien en definitiva tiene la responsabilidad de velar por sus
ciudadanos y debería pagar. Los estados deben ejercer todas las acciones
económicas y militares para obligar al chavismo a pagar sus deudas. No hacerlo
sería una forma velada de usar el dinero de sus contribuyentes para subsidiar
al estado chavista.
Humberto
González Briceño
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