Rafael Orihuela 16-06-2012
La encuesta viva que
acompañó a Capriles el 10 de Junio hasta las puertas del CNE, no hizo más que
ratificar el surgimiento de una fuerza inusitada y creciente que en la
Venezuela agotada por la ignominia, pide cambios y
no está dispuesta a esperar mucho por su llegada.
Durante horas vimos partir y
caminar mucha gente cuya sumatoria se fue haciendo incontable hasta alcanzar
los cientos de miles, como hacia mucho tiempo no se observaba en el país.
La esquina azul había
cumplido su promesa de marchar esos 10 kilómetros por
la recuperación de la igualdad perdida, la democracia, la libertad plena, la
soberanía nacional, el derecho a disentir, la tenencia de un trabajo estable y
digno, el derecho a la educación por vocación y no por imposición del Estado
totalitario. En fin, la reconquista de la justicia como derecho y bien
universal y sobre todo, el derecho a la vida maltratado y caso abolido en esta
Venezuela que alcanzó mas de 200.000 muertes por violencia durante los últimos
10 años.
Razones para la protesta
sobran y la candidatura presidencial de Capriles Radonski ha modelado
estructura corpórea a la insatisfacción de millones de venezolanos que
resultamos víctimas de este estado generalizado de descomposición social,
severa crisis económica y ruina moral. En
una propuesta sencilla y liviana Capriles y su equipo de campaña han
privilegiado la importancia del contacto directo con los venezolanos,
dirigido a oír sus opiniones sobre la marcha del país y las sugerencias
emanadas de esa inagotable fuente de conocimientos que es la bien llamada
"sabiduría popular".
El qué hacer y la promesa de
gestión emanan de estas innumerables consultas que van adquiriendo forma en la
concreción de metas y objetivos de lo que será la acción de gobierno para este
periodo 2013-2019. Aquí aparece un primer gran contraste con ese adefesio
histórico conocido como "Planificación Central" que inventa planes y
proyectos partiendo muchas veces de la irrealidad que anida en la mente de
ignorantes y termina por provocar los grandes descalabros que terminan en la
ruina de la nación o el bloque político "experimental".
Todavía podemos recordar el
famoso caso de las Zafra de los 10 millones de toneladas de azúcar en la Cuba
Castrista de la década del 60. Experimento que terminó en fracaso absoluto y
llevó a los dirigentes de la "Revolución" con Castro a la cabeza a
entregar su maltrecha soberanía y sin condiciones, a la dictadura que imperaba
en la entonces Unión Soviética. Este Imperio también incubaba la misma
metástasis y 20 años después estallaría en otra gran crisis de la misma
naturaleza, esta vez hasta la extinción de todos sus soportes teóricos e
intelectuales y con ello la desaparición de la última gran amenaza mundial a la
libertad del hombre, sin que apareciese en el horizonte un solo disparo de arma
de fuego. Un castillo de naipes se derrumbó de un soplido. El tema de la
Planificación Central será objeto de debate en esta campaña electoral y desde
ya pronosticamos la primera gran derrota teórica de Agapito Chávez en la
esquina roja.
En cuanto a las
características del Líder que requiere el momento histórico que vivimos, la esquina roja intenta levantar la
imagen de un personaje cuya fisonomía actual es la del ciudadano viejo, cansado
y enfermo, que balbucea teorías y prácticas gastadas por el
tiempo y la experiencia histórica sucesiva de grandes fracasos. El líder
mesiánico que promete cambiar al mundo desde el mas abyecto "culto a la
personalidad" ya fue ensayado por "diversas personalidades" con
catastróficos resultados y la lista de protagonistas es larga, comenzando por
los vetustos "amos de colonia" de la era soviética como Fidel Castro
el hablachento; Erick Honeker, el silencioso en la extinta Alemania oriental o;
Nicolae Ceausescu, el rumano "genio de los Cárpatos". Pasando por
asesinos seriales que colocaron una "estatua del amado líder" en cada
pueblo nacido o por nacer como Sattam Hussein en Irak y Kim il Sun en Corea del
Norte, hasta a llegar a los "Excéntricos providenciales" e
infinitamente corruptos como Muamar Gadafi, recientemente desaparecido o
nuestro inefable Manuel Antonio Noriega, caído en prisión y en desgracia bajo
los efluvios letales del "Heavy metal". Charlatanes de oficio y
"salvadores de la humanidad" al mejor estilo "Pare de
Sufrir", de los cuales, hasta ahora, el mundo conocido solo tiene ingratos
recuerdos. Todos ellos, en espíritu y de cuerpo presente están asignados como
asesores en la "esquina roja".
En la "esquina
azul" tenemos al "Flaquito", sin mayores pretensiones que las de
ayudar a su país a salir del bache en que lo metió Agapito, caminando, trotando
y consultando casa por casa la opinión de los venezolanos. Un
modelo de sencillez y humildad con una "pegajosidad" natural que
atrae la atención de los venezolanos.
Apenas a 6 días de su
inscripción en el CNE, aparecen datos de la realidad como verdad
incontrastable. El flaquito está interpretando el sentir real de los
venezolanos. Esta afirmación queda demostrada por las gigantescas
concentraciones de Bolívar, Maturín, Cumaná, Cagua Maracaibo y San Cristóbal.
La vulgaridad atacante y la descalificación banal no han hecho mella en esta
suerte de "Gandhi tropicalizado" cuyo silencio frente a sus agresores
los desconcerta y los deja en ridículo continuamente.
Palabras concisas,
directas y breves son como latigazos o para decirlo en el lenguaje de moda,
jabs directos a la mandíbula de Agapito, quien luce lento y pesado en la
"esquina roja". La locuacidad y el
palabrerío vacuo e interminable, producto del "sobaqueo" incesante de
las caras y contracaras de los manuales de la Harnecker y el materialismo
histórico de Kussineen, solo disparan "balas de salva" que se pierden
en el infinito de este mostrario de incapacidad al que asistimos durante los
últimos 14 años. La caravana de inútiles que ha desfilado, cual "misses en
pasarela" por las oficinas gubernamentales solo ha dejado como herencia
una estela de frustración y "misión incumplida"
La misión cara a cara
con los electores es el signo de la campaña de la esquina azul, amparada en un
constante ir y venir de la opinión del colectivo ciudadano. Atendiendo
sus demandas tanto inmediatas como de largo plazo, entre ellas las nada
desdeñables y vinculadas a la condición moral del pueblo sufriente, del que ha
dicho claramente Henrique Capriles que nunca más tendrá que vestir una franela
roja para recibir lo que en justicia social le corresponde o más nunca tendrá
que cubrirse el rostro con una bolsa de papel para poder asistir a una
concentración de los sectores democráticos del país.
La igualdad ante la ley será
letra viva en su futuro gobierno y es por eso que se ha llevado a la Asamblea
Nacional la Ley de misiones para que todos también puedan recibir lo que por
derecho les corresponde, sin la humillación de la misma franelita roja.
Igualdad y vida para todos
con equidad y sin discriminaciones es la consigna central del gobierno por
venir desde la esquina azul. La participación creciente y sostenida de los
venezolanos en la lucha por sus legítimos derechos, conculcados durante estos
14 años de incapacidad, es otro de los rasgos dominantes de la campaña de
Capriles la cual luce ágil y movida a lo largo y ancho del país. Este Ghandi tropicalizado camina y
camina, conversa y conversa, convence y convence sin parar, incorporando a toda
Venezuela en una dinámica ya inalcanzable por la esquina roja.
Esta campaña estática y
pesada de la esquina roja, dependiente de la cadena de medios gubernamentales, cada vez menos vistos y
oídos, reforzada periódicamente por largas peroratas en cadena nacional,
asociadas a una "ofertorragia" de promesas incumplidas
y al estéril juramento
de redención en un más allá que nunca llegará. Asociada a la
utopía de un "hombre nuevo" bastante defectuoso, a juzgar por lo
visto hasta ahora en la "robolución", o a la mesiánica
"salvación del planeta" cuando se ha sido tan ineficiente al momento
de resolver los problemas elementales del pequeño terruño. Todo esto borlado por la duda sobre la
salud del jefe, por sus esporádicas apariciones para insistir en la
consuetudinaria "oferta engañosa" y ese Farragoso
discurso político-ideológico que es más de lo mismo y cuya desgracia implícita
ya ha sido probada con creces en la gran cantidad de países donde el
"llamado de la historia" ha resultado en un fiasco o estafa masiva,
por decir lo menos. Desde el incómodo cubil de un polvoriento habitáculo del
Palacio de Miraflores, donde se dan cita los ociosos del régimen a prodigar
"alabanzas al "Homo agapitensis", será un poco difícil que la esquina
roja escape del nocaut que se avecina, cuando el incontenible tiempo hace su
trabajo y estos 110 días que nos separan del 7-0 serán el calvario de un
gobierno cuyo tiempo de vida se agotó.
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