Ibsen Martínez junio
14, 2012
La policlasista marcha del
domingo, con su clamoroso mestizaje racial y político, acreditó claramente por
qué en las elecciones primarias la mayoría se decantó por el
candidato más moderado y propicio al diálogo social.
“¿Quién es Henrique
Capriles Radonski?”, pregunta el corresponsal extranjero.
“Es el candidato de la
derecha” es la respuesta corta que sabe dar el buen activista bolivariano.
También la gran prensa extranjera.
El habla chavista, cuyo
léxico básico recopila y difunde desde hace casi quince años los
escarnios, infamias, improperios, provocaciones, mentiras, blasfemias y, en
fin, cualquier despropósito proferido en un descuido de los alterados
neuroreceptores de Hugo Chávez, no titubea a la hora de meter en el saco de lo
que llama “ la derecha ” a todo opositor a la autocracia inconstitucional
del paciente terminal de cáncer más sano del planeta.
Tal es la magnitud y
musculatura del aparato difusor del chavismo que la oposición – y no sólo
la de a pie: también sus voceros políticos y sus periodistas de opinión –ha
terminado por hacer suyos muchos calculados disparates chavistas.
Que la voz castellana “escuálido”
haya dejado de significar entre nosotros lo que recoge el Diccionario de la
Real Española de la Academia Lengua es sólo un indicio de cómo, en un clima de
demencial polarización, un neutro e inocuo vocablo del lenguaje
coloquial que significa “ flaco, macilento”, puede ser desnaturalizado y
subvertido por una mente superlativamente obcecada por el odio y
por su peor correlato viviente – una fanatizada pandilla de sicofantes –, en un
dicterio definidor de convicciones e intenciones perversas.
Paradójicamente, demasiados
adversarios del chavismo, a la hora de definirse políticamente, han hecho
suyo el vocablo, dándole la misma “acepción” que le otorga el glosario
chavista. “Escuálido” ha venido a ser, para tirios y troyanos, sinónimo
de “derechista”, pero no en el sentido, digamos, mitigadamente
thatcheriano del término, sino en el “sentido Pinochet” que la hipócrita
parla castrocomunista ha dado a la palabra.
2.-
La señora que, exasperada ya
por tanto atropello chavista, se declara “escuálida” en alguna tertulia lo hace
porque no quiere ser malinterpretada en medio de la confusión imperante.
Quiere ser inequívoca en su oposición a Chávez. Pero, al proferir esa palabra,
no está pensando en una solución final a la calamidad chavista que nos agobia
semejante a la que los nazis dieron a la “cuestión judía”.
Esa señora solamente desea
ser gobernada por un presidente civil razonablemente eficiente, con poder
limitado por los contrapesos de la separación de poderes y que esté
dispuesto a dejar Miraflores sin pataleo dentro de seis años si así lo
decidiese la mayoría.
El deslizamiento de
sentido, a veces sorprendente, que experimentan algunas palabras es
cosa para la que lingüistas y lexicógrafos tienen, hasta donde alcanzo a ver,
múltiples explicaciones, a menudo distintas pero concurrentes.
Convengamos, sin embargo,
en que esta chifladura de llamar “derechista” a todo opositor demócrata a
los desafueros tiránicos de Chávez desafía los mejores cerebros que pueda uno
conocer. La perplejidad – y la rabia, digámoslo todo – nos arrebata cuando
leemos un despacho de prensa extranjera, en especial la europea,
consignando una distinción tan falaz y descaminadora: Chávez y su coalición
de narcogenerales manifiestamente dispuestos a desconocer resultados
electorales adversos, de irregulares “ colectivos” armados hasta los dientes,
de fósiles vivientes, verdaderos gliptodontes escapados de la llamada IV
República, de reumáticos “routiers” de la izquierda insurreccional de los años
60 del siglo pasado, de avispados “hombres de negocios”, de interventores de
banca nacionalizada, de “legisladores” que ni debaten ni mucho menos legislan y
tan sólo refrendan todo tipo de desafuero alzando la mano, de embusteros
telepolitólogos, de palabreros telefilósofos, de oprobiosos
telecomunicadores de ignominias; en fin, toda esa zahúrda
impresentable son “la izquierda”. Todo lo demás – más del 52% del total de
votantes votantes en las últimas parlamentarias – somos “la derecha”.
3.-
Mientras observaba la marcha
opositora del domingo pasado, un buen amigo hizo ver a un corresponsal
extranjero algunas verdades incontrovertibles que aquí comparto. Una de ellas
es la de que todos los partidos venezolanos adscritos a la Internacional
Socialista apoyan a Capriles y no a Chávez. El propio candidato opositor se ha
definido de viva voz como de “centro izquierda”. Su gestión como gobernador
avala esa afirmación, pues ha privilegiado los planes sociales con tal
eficiencia y ausencia de sectarismo que ha logrado neutralizar hasta al más
cerril chavismo mirandino.
Por otro lado, todos los
tópicos, por cierto algo más que simbólicos, de la derecha totalitaria— tan
semejante ésta a la izquierda totalitaria—, que arriman su ideario a las
realidades cubana o norcoreana, definen cabalmente a Chávez: el
personalismo caudillista, el culto a la personalidad, el nacionalismo
militarista, la fulminación del adversario como enemigo del pueblo, la
extorsión del voto del empleado público, la usurpación hegemonizante de todos los
recursos de la nación, el discurso guerrerista, la simpatía y los
acuerdos con regímenes como el de Irán y Siria, el antisemitismo, la vocación
continuista, la sujeción de los poderes a la voluntad del Jefe, etc.
La policlasista marcha del
domingo, con su clamoroso mestizaje racial y político, acreditó claramente por
qué en las elecciones primarias la mayoría se decantó por el
candidato más moderado y propicio al diálogo social. Y me hizo recordar
una frase cien veces escuchada de labios del insustituible José Ignacio
Cabrujas: “Poeta, en este país la derecha desentona: Venezuela es de
centroizquierda y está con Disneyworld”.
Chávez es la derecha y
Capriles está a su izquierda, bien ubicado en el centro demócrata.
¿Alguien quiere apostar?
Ibsen Martíunez está en @ibsenM
Tomado de: http://ibsenmartinez.com/archives/1802
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