Por Radar de Los Barrios, 09/06/2012
Para los politiqueros oficialistas “de antes” la existencia de masas
empobrecidas era una condición necesaria para el cultivo y mantenimiento de su
hegemonía, pues les proporcionaba el ambiente requerido para el ejercicio
demagógico mientras el manejo de la palanca financiera del petróleo les
permitía manipular clientelarmente necesidades y voluntades.
LA
POLITIQUERIA -ANTES Y AHORA- SE NUTRE DE LA POBREZA
Mucho más complejo y dañino es el cuadro cuando analizamos a los politiqueros oficialistas “de ahora” y su relación con la pobreza: Para estos, la existencia de masas empobrecidas es una condición indispensable para la construcción y ejercicio del brutal monopolio del poder que están camino de implantar, pues les permite usar y abusar del resentimiento social como ingrediente principal de su discurso político, mientras el manejo de la palanca financiera del petróleo les permite tratar a todos los venezolanos (y a los pobres con particular ensañamiento) ya no como “clientela electoral” sino como rehenes socioeconómicos, toda vez que al destruir (mediante las invasiones, expropiaciones y otras formas de vandalismo institucional o para-estatal) las fuentes privadas de empleo, lo que procuran es que los venezolanos quedemos dependiendo de un único patrono, el Estado, cuya dirección está actualmente en manos de una banda que confunde interesadamente “Estado”, “Gobierno”, “Partido” y “Líder” en una sola amalgama autoritaria.
Mucho más complejo y dañino es el cuadro cuando analizamos a los politiqueros oficialistas “de ahora” y su relación con la pobreza: Para estos, la existencia de masas empobrecidas es una condición indispensable para la construcción y ejercicio del brutal monopolio del poder que están camino de implantar, pues les permite usar y abusar del resentimiento social como ingrediente principal de su discurso político, mientras el manejo de la palanca financiera del petróleo les permite tratar a todos los venezolanos (y a los pobres con particular ensañamiento) ya no como “clientela electoral” sino como rehenes socioeconómicos, toda vez que al destruir (mediante las invasiones, expropiaciones y otras formas de vandalismo institucional o para-estatal) las fuentes privadas de empleo, lo que procuran es que los venezolanos quedemos dependiendo de un único patrono, el Estado, cuya dirección está actualmente en manos de una banda que confunde interesadamente “Estado”, “Gobierno”, “Partido” y “Líder” en una sola amalgama autoritaria.
EL ESTADISTA RESUELVE LO QUE EL POLITIQUERO HACE
CRÓNICO
En abierto contraste con los
politiqueros oficialistas del pasado y del presente, la visión que Henrique
Capriles tiene del tema de la pobreza -conocida hasta ahora en sus aspectos
gruesos y esenciales- es radicalmente distinta: Para el candidato de la Unidad
Democrática ser pobre no es una “virtud” a elogiar sino un estado de limitación
a superar. Para el estadista Capriles la pobreza no es una “ventaja táctica”
que le permita implantar su hegemonía o monopolio del poder, sino un mal para
todos, porque retrasa el avance de la sociedad en su conjunto hacia el
bienestar, estadio al cual se llega mediante el progreso.
Para Capriles ser rico no es “malo”: Lo malo es ser pobre, y es malísimo
además vivir la pobreza en una Venezuela social y económicamente estancada, en
la que a pesar de que el Estado dispone de una inmensa riqueza producto de la
renta petrolera, desde principios de los años 80 la mejor perspectiva para las
personas que nacen en la pobreza es apenas sobrevivir en ella , pues salir
efectivamente de la pobreza se ha transformado en una ilusión inalcanzable en
un país en el que hay muy pocos empleos bien remunerados que permitan comprar
vivienda, adquirir un vehículo e incluso hacer un “mercado” medianamente
satisfactorio cada quince días. Y lo más duro es que aunque tales empleos
existieran no son muchas las personas con la educación necesaria para ocupar
esas plazas laborales.
POBREZA
DEL BOLSILLO, MISERIA DE LA ESPERANZA
Es por ello que en los años 60, 70 y principios de los 80, al preguntarle a cualquier madre en un barrio sobre que quería para el futuro de sus hijos, esa madre respondía casi invariablemente que deseaba que su hijo fuera “doctor” (o abogado, ingeniero, etc.). Al preguntar hoy en el barrio La Pedrera, Antímano, a una madre humilde que quiere para el futuro de su hijo, nos respondió: “¡Yo sólo le pido a Diosito que no me lo maten!” Detrás de tal respuesta hay una lógica implacable: En 2013 se cumplirán 30 años del “Viernes Negro”. En estas tres décadas de ininterrumpida crisis, años repartidos equitativamente antes y después de 1998, las expectativas de los venezolanos habitantes de los sectores populares han retrocedido de manera dramática: Quienes antes buscaban la movilidad social, hoy se concentran en apenas sobrevivir. De la pobreza de los bolsillos hemos llegado a la miseria de las esperanzas. A eso se enfrenta Capriles al hacer del “progreso para todos por igual” su principal propuesta de cambio.
Es por ello que en los años 60, 70 y principios de los 80, al preguntarle a cualquier madre en un barrio sobre que quería para el futuro de sus hijos, esa madre respondía casi invariablemente que deseaba que su hijo fuera “doctor” (o abogado, ingeniero, etc.). Al preguntar hoy en el barrio La Pedrera, Antímano, a una madre humilde que quiere para el futuro de su hijo, nos respondió: “¡Yo sólo le pido a Diosito que no me lo maten!” Detrás de tal respuesta hay una lógica implacable: En 2013 se cumplirán 30 años del “Viernes Negro”. En estas tres décadas de ininterrumpida crisis, años repartidos equitativamente antes y después de 1998, las expectativas de los venezolanos habitantes de los sectores populares han retrocedido de manera dramática: Quienes antes buscaban la movilidad social, hoy se concentran en apenas sobrevivir. De la pobreza de los bolsillos hemos llegado a la miseria de las esperanzas. A eso se enfrenta Capriles al hacer del “progreso para todos por igual” su principal propuesta de cambio.
COMBATE A LAPOBREZA: DEL PAÑO CALIENTE A LA
POLITICA DE ESTADO
La posición de Capriles frente al tema
de la pobreza es, como afirmamos la semana pasada, “un cambio en el cambio”: Es
la superación simultánea tanto de la “receta” aplicada por el paternalismo
burocrático civil que estuvo en el poder hasta 1998, y también es la superación
de la “receta” aplicada por el autoritarismo burocrático militarista, en el
poder desde 1998: Unos y otros ven a los pobres de Venezuela no como ciudadanos
con derechos sino como “población objetivo”, “grupos carenciados”, “poblaciones
especialmente vulnerables” y cualquier otro eufemismo inventado por la jerga
sociológica. Para Henrique Capriles los pobres son ciudadanos. Es más: Son el
sector mayoritario de la ciudadanía. Siete de cada diez venezolanos vive en
espacios económicamente deprimidos y socialmente segregados.
Construir el progreso es imposible si se ignora el potencial productivo y
la capacidad de consumo del 70% de la población. Por eso, en la visión de
Capriles, enfrentar el drama de la pobreza no es un asunto de “paños calientes
para que la gente esté contenta y vote por nosotros”, como ahora. Para el
estadista Capriles el combate a la pobreza es una política de Estado y una
estrategia de la Sociedad, que tiene como pilares fundamentales la educación y
el empleo. Educación de calidad, que forme al venezolano no como siervo del
Estado o como admirador del caudillo de turno, sino como ciudadano autónomo con
las competencias, destrezas y conocimientos necesarios para ser un técnico o
profesional altamente productivo, calificado para ejercer un empleo de calidad,
estable y bien remunerado, en el sector moderno de la economía.
POR UN PAÍS EN EL QUE LAS MISIONES NO HAGAN FALTA…
El camino al progreso que Capriles
propone y señala es seguro y confiable, pero no breve ni fácil. Mientras se
transita hay que atender también a millones de compatriotas que, producto de
estos 30 años ininterrumpidos de una crisis mal diagnosticada y peor atendida,
se encuentran en diferentes estadios de pobreza. Para atender esta realidad ya el
candidato de la Unidad Democrática ha dado orientaciones precisas: Los
programas sociales de transferencia directa de recursos, hoy llamados
“misiones”, no podrán seguir siendo usados como herramientas de chantaje
político o promoción proselitista; En la reorientación que estos programas
tendrán su objetivo será sacar a los compatriotas que estén en pobreza extrema
de la situación desesperada en que se encuentran… y darle a renglón seguido las
herramientas de educación, organización y participación que les permita,
individual y colectivamente, emprender en forma autónoma su propio camino a la
prosperidad y la calidad de vida, contando con el respaldo de un Estado
socialmente responsable que “enseñará a pescar en vez de regalar pescado” y con
el apoyo de una Sociedad socialmente solidaria, que empieza a comprender que la
superación de la pobreza no es un “asunto de los pobres” sino una necesidad
nacional y un desafío de todos, si queremos en algún momento vivir en un país
del primer mundo sin convertirnos en exiliados o emigrantes.
El tema de la vivienda y el crucial asunto de
la seguridad son dos aspectos de políticas públicas fundamentales que requieren
un mayor desarrollo en el contexto de esta positiva y seria visión de Henrique
Capriles de lo que debe la superación de la pobreza como pre-requisito
indispensable para la construcción en Venezuela de una sociedad de bienestar al
alcance de todos. A esos necesarios desarrollos dedicaremos nuestros siguientes
trabajos.
Tomado
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