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domingo, 17 de junio de 2012

Carta de Iván Simonovis desde el SEBIN


Ivan Simonovis, SEBIN 17-06-2012

Desde hace siete años seis meses y veintidós días el gobierno me mantiene en la cárcel por haber hecho algo que considera imperdonable: SALVAR VIDAS.

Se hace un gran esfuerzo por derrotarnos física y emocionalmente, pero nuestra obligación moral es resistir. Les confieso desde este monasterio de la oscuridad que la vida tras las rejas, entre paredes de concreto, sin luz natural, reclama una dosis de fortaleza extraordinaria, pero esa fortaleza, como la verdad, es invencible. La cárcel es un lugar repugnante, hoy día el templo de mi gloria, y tristemente así será hasta que la sociedad venezolana no reaccione al unísono por la justicia y libertad de los presos políticos.

Todos los padres que están tras las rejas conmigo abrazamos la esperanza de que este sea el último día del Padre en esta circunstancia. Queremos ver a nuestros hijos y celebrar con ellos en la "vida real". Veo a mis hijos un específico día de la semana, en una específica área, bajo una cámara de vigilancia y un estricto horario y así ha sido para años tras años. No estoy con ellos en su día a día, no los veo en su verdadera realidad, sino bajo ciertas condiciones.

Quizás alguien no entendería si le dijera que los extraño, ya que los veo todas las semanas, pero es que llevo casi ocho años sin vivir con ellos, estoy harto de estar con ellos "en espíritu", como un muerto en vida. Quiero estar en sus vida verdadera, dejar ser su plan del domingo.

Actualmente somos un país sin rumbo, o con rumbo a lo desconocido, los reclamos son los mismos de hace catorce años: acabar con la corrupción, la inseguridad y lograr que lo que se ofrece en campaña NO se convierta en "ofertas electorales incumplidas". Pero mas allá de eso, está la profunda descomposición moral y cívica que hay a todo nivel, desde el familiar hasta el institucional.

Ya basta de la política llena de "vivos" que nos llena de muertos. Venezuela nos necesita a todos, trabajando unidos, sin divisiones ni resentimientos, para que sea la vida, y no la muerte, la que forje el futuro de nuestros hijos y de las próximas generaciones.

Durante seis décadas, los presidentes han irrumpido en Miraflores prometiendo un país nuevo, como las promociones de detergente, que aseguran, cada una, ser el único detergente que borra las manchas de bolígrafo, pero en realidad es siempre igual. El éxito de las naciones radica en la educación, la cual incluye que se debe aprender de las experiencias pasadas para convertirlo en exitoso porvenir.

Venezuela no quiere más odio. Es momento de dejar atrás la confrontación y encontrarnos en el diálogo por el país que merecemos y podemos ser. Llegó el momento de ir de la etapa destructiva y confiscadora, a una nueva era constructiva y conciliadora.

Si no recogemos los odios, poco importará estemos dentro o fuera de la cárcel, seguiremos estando todos presos.

FELIZ DIA DEL PADRE.
Por Venezuela
Iván Simonovis.
Prisionero Político

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