Edgard J. González Martes,
30 de abril de 2013
ENCUESTA Y REALIDAD: Es imposible conocer cómo piensa
y actúa la totalidad de una sociedad, de modo que debemos conformarnos con la
porción de esa totalidad que podemos apreciar objetivamente (lo que vemos a
nuestro alrededor, o nos llega a través de la Radio, la TV, la prensa impresa o
electrónica), o con una pequeñísima parte de esa totalidad, supuesta o
genuinamente sondeada mediante una Encuesta (método basado en preguntas sobre
un tema, realizadas -directamente o por vía telefónica- a un conjunto de
individuos que está conformado por entre 500 y 3.000 encuestados, lo cual es
muy poco si pretende ser representativo del total social, que en el caso del
electorado venezolano es de 18 millones).
Obviamente, no podemos inferir una verdad absoluta a partir de lo que conforma una concentración política, pero hay mayor representatividad en esa masa real, palpable, relativamente medible (individuos por metro cuadrado del área ocupada), que en la minúscula partícula de la totalidad que cubre cualquier encuesta, que además tiene el defecto de no demostrar su origen cuantitativo (pudieron encuestar la cifra que alegan, como puede ser inflada o inventada), ni su confiabilidad cualitativa, pues las preguntas pueden ser elaboradas para conducir hacia una determinada respuesta, puede sesgarse la interpretación genérica y, sobre todo, por tratarse de un servicio que presta una empresa comercial, los resultados tienden a complacer al ente contratante (si la encuestadora pertenece a un miembro del alto oficialismo, la manipulación aumenta). Y dado el clima de apartheid que priva en Venezuela desde que el régimen salió del clóset y se declaró pro-castrista, adoptando el esquema represivo de la dictadura cubana, con la Lista Tascón y el secuestro de todos los Poderes, las Instituciones y los Recursos del Estado, como manifestaciones esenciales del sectarismo oficial, es muy difícil que una potencial víctima de esa intolerancia roja rojita dé una respuesta favorable a la Oposición, a un encuestador que puede ser informante del gobierno.
Obviamente, no podemos inferir una verdad absoluta a partir de lo que conforma una concentración política, pero hay mayor representatividad en esa masa real, palpable, relativamente medible (individuos por metro cuadrado del área ocupada), que en la minúscula partícula de la totalidad que cubre cualquier encuesta, que además tiene el defecto de no demostrar su origen cuantitativo (pudieron encuestar la cifra que alegan, como puede ser inflada o inventada), ni su confiabilidad cualitativa, pues las preguntas pueden ser elaboradas para conducir hacia una determinada respuesta, puede sesgarse la interpretación genérica y, sobre todo, por tratarse de un servicio que presta una empresa comercial, los resultados tienden a complacer al ente contratante (si la encuestadora pertenece a un miembro del alto oficialismo, la manipulación aumenta). Y dado el clima de apartheid que priva en Venezuela desde que el régimen salió del clóset y se declaró pro-castrista, adoptando el esquema represivo de la dictadura cubana, con la Lista Tascón y el secuestro de todos los Poderes, las Instituciones y los Recursos del Estado, como manifestaciones esenciales del sectarismo oficial, es muy difícil que una potencial víctima de esa intolerancia roja rojita dé una respuesta favorable a la Oposición, a un encuestador que puede ser informante del gobierno.
Una encuesta a 3.000 personas, en un
universo de 18.000 electores reflejaría la opinión del 0,016 %, y ya sabemos
que buena parte de esa pequeña muestra no responde con la verdad, por temor a
las represalias del régimen (que no son un invento de la Oposición, estamos
viendo cómo amenazan con botar a los empleados que pudieran haber votado por
Capriles el 14A, les revisan sus celulares y cuentas en redes sociales para
tratar de establecer posibles simpatías por la causa democrática, una torpeza
que abrirá los ojos a muchos, que a partir de esos excesos entenderán que hay
represión indiscriminada, lo que permite imaginar cómo sería esta pesadilla, si
tuvieran más poder y respaldo). Pero una concentración está conformada por
individuos reales reunidos en un espacio para escuchar a sus dirigentes y
demostrarles su adhesión. No se puede negar su presencia, es evidente y
cuantificable, aunque podemos cuestionar la legitimidad de la asistencia por el
grado de espontaneidad de esa audiencia y la cantidad de buses que hayan usado
para acarrear parte de esa masa. Y nos consta que a las concentraciones del
oficialismo van obligados muchos empleados públicos y “beneficiarios” de
misiones, así como existen fotografías de los cientos de autobuses provenientes
de otros estados, con la cuota de asistentes forzados que debe enviar cada
Alcaldía y Gobernación roja rojita. De modo que aunque tuvieran la misma
cantidad, el evento opositor es más representativo y legítimo, pues convoca sin
amenazas, la absoluta mayoría va por voluntad propia y por sus propios medios,
sin buses ni humillante chantaje. De allí que las encuestas indican una visión
de la realidad, que además de ser extraída de una minúscula porción del total
poblacional puede ser adulterada en beneficio del contratante, en tanto que la
presencia en las calles es más significativa, y si sabemos que ocurre sin
coacciones ni vehículos de transporte masivo, tiene más legitimidad y refleja
mejor las tendencias. ¿Será por eso que las encuestas daban a Maduro una
ventaja de 20 puntos, y el CNE tuvo que barajear los votos para que “ganara”
con poco más de un piche punto?
Las marchas y concentraciones de la
Oposición en el 2012 mostraban impresionantes multitudes, con ropaje multicolor
pero, cada vez con mayor presencia, gorras tricolores como símbolo de respaldo
a la causa de la recuperación democrática. El oficialismo en cambio, mostraba
(en menguadas concentraciones, con tomas cerradas alrededor del camión donde
viajaba el imprescindible) la uniformidad roja en la vestimenta, rasgo del
fascismo, que no sólo uniforma el pensamiento y la conducta, sino el ropaje).
Durante la campaña electoral del 2013 (con Maduro promoviéndose desde el 8 de
diciembre) la efectividad de las gorras tricolores opositoras, con mayor
convocatoria que en 2012, obligó al oficialismo a una reacción casi infantil,
al imponer a sus adeptos el uso de esa misma gorra tricolor que identifica a la
Oposición, argumentando que la bandera ¡“les pertenece”! pero agregándole el 4F
del que deriva una enorme contradicción, pues permanentemente acusan de
intenciones “golpistas” a los opositores, mientras ellos rinden culto a la
fecha en que sucediera un Golpe Militar sangriento y fracasado, jefaturado por
el golpista mayor. Todo un absurdo que hace juego con sus otras indefiniciones
e incoherencias ideológicas y fácticas. Con lo de la gorra, también quedó
demostrado que son Minoría, les perjudicaba que la ventaja numérica era
evidenciada por el uso de las gorras tricolores de la Oposición. Usándolas,
pretenden confundir.
Otras pruebas de que ya eran minoría
hace años: No lograron la mayoría en la AN en el 2005 porque obtuvieran la
mayoría de los votos, sino porque la Oposición se abstuvo y sólo participó el
15% del electorado. Tampoco la mayoría los apoyó en el 2007 cuando pretendieron
imponer la reelección ilimitada, ni en el 2010 para la escogencia de los nuevos
diputados, cuando implementaron la trampa del Gerrymandering (método de la
Salamandra) que les permitió con el 48% de los votos adjudicarse 97 curules, a
la oposición -con 52%- les dieron 65 (los otros 3 son diputados del sector
indígena). La desproporción es obvia y eminentemente injusta. Solamente el uso
indiscriminado y abusivo de todos los recursos del Estado, le ha permitido al
oficialismo mantener una alta votación (ojo, NO digo que mayoritaria), a través
del grosero reparto de electrodomésticos y dinero, para comprar respaldo
electoral. De no mediar la gigantesca e ilegal ventaja de poner los
presupuestos públicos y las arbitrarias cadenas, al servicio de la candidatura
del régimen, ni siquiera podrían hacer el fraude que perpetran, para procurarse
por vía de los delitos electorales, los pocos votos que marcan la diferencia en
los resultados, a los que se aferra ese CNE, rojo en un 80%.-
FRAUDE ANTES, DURANTE Y DESPUÉS. Dar
cédula que acredite como venezolano a quien no llena los requisitos para
obtenerla, o negarla a quien la merezca. Negar inscripción en el REP (Registro
Electoral Permanente) para impedir que nuevos votantes se inscriban aunque
cumplieran sus 18 años hace más de 8 meses, o trasladar a otro Estado al
elector, sin que éste lo haya solicitado. Cerrar el Consulado en Miami (donde
están inscritos 20.000 venezolanos, la colonia más numerosa en el exterior,
obligada a ir a New Orleans a votar, 3.200 kmts ida y vuelta). Organizar las
Mesas a través de un raro Sorteo, que produce una mayoría de miembros
militantes del oficialismo (mientras los opositores son más de la mitad del
país). Prohibir programas y videos que difunden el significado de las leyes o
denuncian Abusos del régimen (que son permitidos por todas las autoridades).
Calificar las constantes, arbitrarias y proselitistas Cadenas de radio y TV
como programas de información institucional. El CNE retarda traslados
solicitados a tiempo, pero traslada fuera de lapso a los dirigentes del PSUV,
para facilitarles sus labores partidistas. Nada dice de vallas y posters con la
imagen y propaganda del candidato rojo dentro de y sobre edificios públicos, el
tiempo dado a la candidatura oficial, tampoco del daño a la propaganda
opositora. Todo eso es parte del sistemático FRAUDE en perjuicio de la
Oposición, previo al 7O, 16D, 14A.
Que el día de la Elección y los dos
días previos se prohíba cualquier propaganda, pero haya toldos y bandas de
motociclistas a favor del candidato del régimen en las cercanías de cientos de
Centros de Votación. Que se “dañen” 535 máquinas (1,37% del total, con los
retardos y posibles manejos dudosos en el proceso de votación de cada Mesa).
Que en 564 Mesas, los electores, sin impedimento que justificara la Asistencia
prevista en la normativa vigente, fueron acompañados y coaccionados al momento
de hacer su escogencia, y el acompañante lo hizo más de una vez. Que habiendo
bajado el respaldo electoral que el CNE le adjudicara a Chávez el 7 de octubre,
Maduro aparezca en 1176 Mesas con más votos que quien lo designó a dedo como su
sucesor. Que obliguen a todos los electores a pasar por los equipos que le
exigen su cédula y le indican la Mesa que le corresponde, la página y el
renglón del Cuaderno donde aparece registrado (cuando eso está a la vista en
hojas impresas con esa información, donde cada votante la obtiene con una
simple lectura, de modo que el chequeo con el equipo debería ser opcional). Que
el presunto mantenimiento del orden de un evento civil esté a cargo de las
Fuerzas Armadas (cuyo Ministro las declara chavistas y se manifestó contra la
Oposición, en forma grosera y violando la Constitución), y parte de esa “tarea”
se encomiende a un cuerpo armado al margen de las leyes, las Milicias
organizadas desde Miraflores con adeptos rojos. Que llegue una persona con 40
cédulas “de ancianos que no pueden venir”, con la intención de votar él por
todos ellos (y acompañado en la comisión de este enorme y flagrante delito, por
un diputado rojo). Que a 286 Testigos de la Oposición autorizados por el CNE
les hayan impedido cumplir sus funciones, en varios casos mediante amenaza con
arma de fuego. Militares obligando a cerrar centros con votantes en cola, o a
reabrirlos luego de terminada la jornada.
El mejor sistema del mundo,
computarizado, automatizado, tarda más que los sistemas manuales en dar
resultados, eso es sospechoso para cualquiera. La Oposición exige una auditoría
total del proceso, basando su reclamo en más de tres mil irregularidades que
están debidamente sustentadas. El candidato oficialista acepta, el CNE lo
proclama a 16 horas de haber anunciado los primeros resultados y sin responder
al reclamo opositor. El oficialismo trata de desviar la atención por la
Exigencia de Revisar Todo, inventando una cortina de humo con falsos ataques a
CDIs, adulterando informaciones sobre hechos delictivos y acusando al candidato
Opositor de generar violencia, cuando a todo el país le consta que reiteró su
reclamo y llamó a cacerolear cada noche a las 8. El régimen acusa de golpistas
a quienes se paran frente a las oficinas del CNE en los estados, y la represión
es injustificada y sádica: Perdigonazos a quemarropa, hasta en la cara,
detenciones arbitrarias, torturas a detenidos, entre quienes hay menores de
edad. En la Asamblea Nacional se da el extremo fascista de que el presidente
del poder legislativo le niega el Derecho a participar en los debates y
actividades regulares a los diputados opositores, exigiéndoles que reconozcan a
Maduro como presidente del país para que él, Diosdado Cabello, les permita
ejercer las funciones para las que los eligió el pueblo. Una enorme torpeza se
suma a las ya cometidas, detienen a un cineasta estadounidense acusándolo de
ser agente del imperio que financia “actos desestabilizadores”, y se trata de
un joven documentalista que ya tiene meses en Venezuela, y está filmando las
opiniones de partidarios de ambos bandos, a fin de dar una visión global del
país. La Ministra de asuntos penitenciarios, responsable ya de dos masacres en
las cárceles a su cargo, afirma que va a meter preso a Capriles. La Fiscal
General se aboca a investigar 7 casos de muertes violentas ocurridas un día en
particular, el lunes 15 de abril, mientras permanecen en la más absoluta
impunidad los 170.000 asesinatos ocurridos durante los 14 años de Chávez, y los
4.000 del lapso con Maduro encargado, sin que la Fiscal se abocara a investigar
esos 174.000 asesinatos. Mano dura contra opositores que cacerolean, absoluta
permisividad para los encapuchados rojos que intimidan y agreden.
Es en los CUADERNOS donde están las
EVIDENCIAS DEL FRAUDE, que se comete mediante la participación delictiva de
cientos de miles de MULTICEDULADOS, QUE NECESARIAMENTE dejan sus huellas en el
espacio del elector cuyo ejercicio usurpan. El trabajo más significativo y
comprometedor está en la identificación de los delincuentes electorales,
mediante sus huellas dactilares, puestas en substitución de un elector que ya
está fallecido, no asistió por enfermedad, por encontrarse de viaje, o por
deliberada abstención, fue víctima de Traslado Inconsulto, o llegó a Votar
después de que ya el delincuente había votado por él. Hay que colaborar con
quienes deben realizar esa auditoría, facilitando los datos de las personas que
se sospeche o conste, que fueron suplantadas durante la elección (fallecidos,
ausentes, impedidos, trasladados inconsultamente, etc). Vamos a desenmascarar
el Fraude, al CNE y al Régimen. Somos MAYORÍA, Henrique Capriles es el
Presidente de Venezuela (donde cabemos todos) , y lo vamos a demostrar
auditando los Cuadernos. De haber adoptado la opción abstencionista, le
habríamos hecho un enorme favor a los que pretenden imponernos una dictadura,
franquicia del desastre castrista, con la máscara democrática que les
proporcionan los procesos electorales, que ellos pervierten, y quienes fuimos a
votar vamos a Rescatar.
Por Venezuela y por todos los
venezolanos, chavistas incluidos.
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