Por Eddie Ramírez, 21/05/2013
Dialogar con un objetivo ganar-ganar es
deseable, incluso cuando una de las partes no tiene escrúpulos. Tal es el caso
de dialogar con secuestradores para obtener la libertad de los rehenes a cambio
de respetar la vida de los malandros. Sin embargo, hay limitaciones y el
diálogo no procede cuando los raptores son terroristas que constantemente
utilizan el plagio como medio de chantaje. Por ello, con razón, Israel no
dialoga con este tipo de delincuente.
En Venezuela es imprescindibles dialogar con
los simpatizantes del oficialismo para hacerles entender que no somos enemigos,
que deseamos un mejor país para todos y que está demostrado fehacientemente que
el castro-comunismo solo conduce a que todos seamos pobres, salvo la clase
dirigente o la “nueva clase” como la llamó Milovan Djilas, o sea los enchufados
de hoy.
Dialogar con Maduro, Jaua y otros puede ser
procedente pero estableciendo condiciones ya que ellos pretenden imponer un
modelo incompatible con el nuestro. Su meta es que el sector privado y la
disidencia desaparezcan o queden reducidos a su mínima expresión y totalmente
supeditados a la revolución. Por ello, dialogar sin condiciones previas es
perder el tiempo y darles “un segundo aire” como se dice en términos
boxísticos, ya que solo compran tiempo y tratan de engañar a los suyos y a la
comunidad internacional.
Como los demócratas queremos una salida
civilizada, no podemos negarnos al diálogo, pero previamente el gobierno debe
aceptar unas condiciones mínimas: liberar a los presos políticos, permitir el
regreso de los exiliados, aceptar una auditoría total de los resultados
electorales del 14 de abril, elegir un CNE imparcial y un TSJ donde priven
magistrados intelectualmente honestos que impartan una justicia que no
discrimine entre opositores y oficialistas. Desde luego no pensamos que el
régimen acuerde estas condiciones mínimas, pero en la medida que avance la
crisis está en su mejor interés aceptarlas. Caso contrario le sucederá lo que a
la izquierda guerrillera. Para sobrevivir el PSUV debe reducirse a su verdadera
dimensión y aceptar las reglas de la democracia.
Como en botica: Lamentamos el fallecimiento
de Claus Graf, exvicepresidente de Pdvsa, profesional capaz, sencillo y un
caballero a carta cabal. Claus y otros distinguidos exdirectivos son ejemplos
de que es una falacia generalizar que los petroleros meritocráticos eran
prepotentes. Nuestro reconocimiento a Guillermo Zuloaga e hijos por su lucha en
defensa de la democracia al frente de Globovisión. La respuesta de Polar a
Maduro fue contundente. La posición del régimen a la decisión de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos sobre el caso de RCTV evidencia una vez más
que estamos ante un régimen forajido. Provea demostró que la revolución no
respeta solicitudes de reivindicaciones sociales y laborales de los
trabajadores y, además, que la represión contra la disidencia se está
incrementando. Los efectivos del ejército no están adiestrados para controlar
la delincuencia. Pareciera una medida para amedrentar a la alternativa
democrática.
¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!
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