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sábado, 18 de mayo de 2013

Alimentos: Politizar o no politizar


Por Eddie Ramírez, 17/05/2013

El Ilegítimo pretende que, ante su incapacidad, se silencie el tema de los alimentos para intentar ocultar su responsabilidad. La duda de Hamlet de “ser o no ser” (to be or not to be) no tiene cabida en este tema. Le guste o no al régimen, la producción, importación y consumo de alimentos es un tema político por antonomasia. Si los anaqueles están vacios es porque no ha habido una política adecuada de suministro. Si los consumidores no pueden comprar alimentos por falta de poder adquisitivo es porque las políticas oficiales no han incentivado empleos bien remunerados.

El desabastecimiento se presenta por desincentivos a la producción nacional tales como: invasión de fincas, inseguridad personal, escasez de herbicidas, insecticidas, fungicidas, fertilizantes, semillas, crédito ( apropiación indebida de Agroisleña e incapacidad de Agropatria), no suministro de dólares para la importación de productos tales como sorgo y soya para la alimentación de aves y cerdos, precios que no remuneran el arduo y riesgoso trabajo en el campo e importaciones en tiempo coincidente con la cosecha nacional y a precios más bajos por la sobrevaluación de nuestra moneda. También por sabotaje como el del sindicato rojo contra helados Efe. Ocasionalmente el descenso de la producción nacional podría ser por razones climáticas, pero este no es el caso.

Desde luego que la seguridad alimentaria no implica que todos los alimentos sean producidos en el país, sino que los mismos estén disponibles en la cantidad, calidad y momento que lo requieran los consumidores y que estos tengan la capacidad financiera para adquirirlos. Por ejemplo, pretender autoabastecernos de trigo, leche y aceites no tiene sentido, aunque los dos últimos rubros pueden producirse en cantidades limitadas. Importar café, arroz y azúcar es un crimen y una estupidez, ya que pueden producirse localmente en forma competitiva e incluso exportarse. Lo ideal sería tener una balanza comercial agrícola equilibrada, donde las importaciones sean compensadas con exportaciones de plátanos, cambures, arroz, azúcar, café, cacao, carne de bovino y otros rubros. Podemos producir maíz blanco para nuestras arepas e importar ciertas cantidades de maíz amarillo para la alimentación animal.

Por otra parte, no logramos nada con producir o importar si no tenemos consumidores que puedan adquirir los alimentos para una dieta sana. Lamentablemente, por las políticas perversas del régimen, el venezolano ha perdido poder adquisitivo por efecto de la inflación y por la destrucción de empresas privadas.

La confrontación no es entre una eficiente empresa Polar y un gobierno ineficiente, sino entre los venezolanos que creemos y defendemos la propiedad privada y un régimen atropellador que quiere reducir el sector privado a una mínima expresión y sujeto a la voluntad revolucionaria.

¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

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