Por Eddie Ramírez, 17/05/2013
El Ilegítimo pretende que, ante su incapacidad, se silencie el tema de
los alimentos para intentar ocultar su responsabilidad. La duda de Hamlet de “ser
o no ser” (to be or not to be) no tiene cabida en este tema. Le guste o no al
régimen, la producción, importación y consumo de alimentos es un tema político
por antonomasia. Si los anaqueles están vacios es porque no ha habido una
política adecuada de suministro. Si los consumidores no pueden comprar
alimentos por falta de poder adquisitivo es porque las políticas oficiales no
han incentivado empleos bien remunerados.
El desabastecimiento se presenta por desincentivos a la producción
nacional tales como: invasión de fincas, inseguridad personal, escasez de
herbicidas, insecticidas, fungicidas, fertilizantes, semillas, crédito (
apropiación indebida de Agroisleña e incapacidad de Agropatria), no suministro
de dólares para la importación de productos tales como sorgo y soya para la
alimentación de aves y cerdos, precios que no remuneran el arduo y riesgoso
trabajo en el campo e importaciones en tiempo coincidente con la cosecha
nacional y a precios más bajos por la sobrevaluación de nuestra moneda. También
por sabotaje como el del sindicato rojo contra helados Efe. Ocasionalmente el
descenso de la producción nacional podría ser por razones climáticas, pero este
no es el caso.
Desde luego que la seguridad alimentaria no implica que todos los
alimentos sean producidos en el país, sino que los mismos estén disponibles en
la cantidad, calidad y momento que lo requieran los consumidores y que estos
tengan la capacidad financiera para adquirirlos. Por ejemplo, pretender
autoabastecernos de trigo, leche y aceites no tiene sentido, aunque los dos
últimos rubros pueden producirse en cantidades limitadas. Importar café, arroz
y azúcar es un crimen y una estupidez, ya que pueden producirse localmente en
forma competitiva e incluso exportarse. Lo ideal sería tener una balanza
comercial agrícola equilibrada, donde las importaciones sean compensadas con
exportaciones de plátanos, cambures, arroz, azúcar, café, cacao, carne de
bovino y otros rubros. Podemos producir maíz blanco para nuestras arepas e
importar ciertas cantidades de maíz amarillo para la alimentación animal.
Por otra parte, no logramos nada con producir o importar si no tenemos
consumidores que puedan adquirir los alimentos para una dieta sana.
Lamentablemente, por las políticas perversas del régimen, el venezolano ha
perdido poder adquisitivo por efecto de la inflación y por la destrucción de
empresas privadas.
La confrontación no es entre una eficiente empresa Polar y un gobierno
ineficiente, sino entre los venezolanos que creemos y defendemos la propiedad
privada y un régimen atropellador que quiere reducir el sector privado a una
mínima expresión y sujeto a la voluntad revolucionaria.
¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!
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