ALFREDO MEZA Caracas 14 MAY
2013
Entrevista
a María Corina Machado, diputada de la oposición en el Parlamento de Venezuela
De María Corina Machado (Caracas,
1967) destacan el coraje para enfrentar al poder bolivariano y una inusual
vocación de servidor público. La parlamentaria independiente, divorciada y con
tres hijos, ha roto con el destino de dama de sociedad que la vida le tenía
reservada para convertirse en una aguerrida dirigente obsesionada con derrotar
al chavismo.
En esa transformación no pocas veces
se ha jugado su integridad física. En 2011, cuando aspiraba a hacerse con la
candidatura presidencial de la oposición, fue a recorrer las calles de Turmero,
una población del Estado de Aragua, en el centro de Venezuela. Allí la
esperaban grupos violentos del chavismo que consideraban una afrenta su
presencia. Machado ordenó entonces a su equipo y a su escolta que la dejaran
conversar con los jefes de la turba que la hostigaba. Fue la primera vez que
estuvo a punto de ser agredida. Cayó al piso en medio del revuelo que se formó.
Un escolta recibió el golpe de un casco de motorizado que iba dirigido a ella.
En otra ocasión pistoleros a sueldo del Gobierno la expulsaron a tiros del
barrio 23 de Enero, un enclave del chavismo radical a menos de dos kilómetros
del Palacio de Miraflores.
Pero el viernes 30 de abril no tuvo la
misma suerte. Una diputada del Partido Socialista Unido de Venezuela, Nancy
Ascencio, le partió el
rostro durante una tangana entre diputados del Gobierno y de la oposición. El lunes le retiraron el yeso que
usó durante dos semanas para corregir una cuádruple fractura de los huesos de
la nariz y la desviación del tabique nasal.
Desde entonces no se ha vuelto a
convocar otra sesión plenaria. El Parlamento venezolano sólo se reúne una vez
por semana, los martes, de acuerdo a su reglamento. Tal vez el repudio del país
y de la comunidad internacional le ha hecho replantear al chavismo la
conveniencia de mostrar tan agresiva cara. Aún persisten las dudas: ¿Qué va a pasar
cuando el antichavismo regrese a la escena del crimen? ¿Les permitirán hablar
de nuevo? ¿Tendrán los micrófonos instalados en sus escaños? ¿Volverán a
presidir las comisiones que encabezaban? “Es muy difícil predecir qué va a
pasar”, afirma Machado.
Pregunta: ¿Han
llegado a algún acuerdo con el oficialismo para normalizar el
funcionamiento del Parlamento? ¿Van a recuperar el derecho de palabra que les
quitó el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello?
Respuesta: No hemos negociado nada. Mis colegas
han planteado seis condiciones para que retorne la normalidad: que el derecho
de palabra no se condicione, que haya un equilibrio en los temas planteados en
el debate y que no sólo se hable de lo que el oficialismo decida, que se
garantice nuestra integridad física, que se nos restituya en la presidencia de
las comisiones que teníamos, que se permita el ingreso al hemiciclo de los
periodistas de todos los medios del país y que se investigue la agresión de la
que fuimos objeto y se castigue a los culpables.
P. El Parlamento no
ha convocado aún a plenaria. ¿Por qué?
R. Hay toda clase de interpretaciones acerca de lo que
ocurre en el interior del gobierno. Incluso todavía se especula el motivo de la
agresión que sufrimos: ¿La ordenaron los cubanos, el verdadero poder en
Venezuela? ¿Fue una iniciativa de Cabello? ¿Con qué fin? No se han convocado
más sesiones porque saben que la Asamblea Nacional ya no será igual. El mundo
estará vigilante porque ya sabe de lo que ellos son capaces de hacer o han
confirmado lo que ya sospechaban. Esa desesperación obedece al resultado de las
elecciones del 14 de abril. Este régimen, que se ha sostenido sobre la
legitimidad de los procesos electorales, de la noche a la mañana se ha
encontrado sin esa legitimidad. Neodictaduras como la venezolana necesitan
legitimidad de origen para luego cometer abusos en su desempeño no democrático.
Esa farsa se desmontó el 14 de abril. El Gobierno hoy actúa como el delincuente
que se siente descubierto y busca con su actitud pendenciera aterrorizar a los
demás. Lejos de que esa situación nos desmoralice, ha fortalecido nuestro
espíritu de lucha. Por eso están persiguiendo a todos los empleados públicos,
interviniendo en sus redes sociales o quitándoles sus teléfonos buscando algún
indicio que explique el resultado de las elecciones, o de alguna foto de
Henrique Capriles.
P. ¿Qué Parlamento
esperan encontrar?
R. Nadie puede garantizar qué va a ocurrir. Por lo
pronto, lo ocurrido el pasado 30 de abril es una de las derrotas más costosas
que ha tenido el régimen. Como venezolana me siento conmovida por las
innumerables manifestaciones de afecto recibidas de todas partes del mundo.
P. ¿Qué pasará cuando
vuelva a ver las caras de sus agresores?
R. Ha sido una experiencia de muchas fases. Poco
después de la agresión, cuando ofrecimos la rueda de prensa, yo no sentía
ningún dolor. Tal vez era la adrenalina. Cuando pasaron las horas me di cuenta
de que era una lesión seria. Me preocupaba llegar a mi casa y verle la cara a
mi hija. Ella rompió a llorar al verme. Se abrazaba a si misma porque no podía
abrazarme. Viéndola así pensaba cómo harían las personas que nos golpearon para
mirar la cara a sus familias. Porque hay que repetir que lo de ese día fue una
agresión premeditada, que tenía la intención de destruirnos moralmente. No lo
lograron. Yo siento que lo que ocurrió cohesionó a la bancada de la oposición,
ha hecho que nos relacionemos de otra forma con los electores. Ni el Parlamento
venezolano ni nosotros seremos los mismos después del 30 de abril. Cuando
vuelva a ver a quienes nos agredieron el reto será no convertir lo que pasó en
algo personal. Yo siento que soy otra persona. Me siento serena y tranquila.
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