Elizabeth Burgos May 17th, 2013
Al saludar la aparición del
“Rómulo histórico” de Germán Carrera Damas y brindar el esquema de esa obra de
gran envergadura, la autora denuncia “la matriz de opinión creada por el
oficialismo mediante una relectura abusiva de la historia, y una masiva
manipulación mediática, que ha logrado se menosprecie la obra cumplida,
principalmente, por ese pionero que fue Rómulo Betancourt en su empeño de
romper con la fatalidad del caudillismo militar”.
Germán Carrera Damas acaba de agregar
un nuevo título a su ya muy extensa obra, Rómulo histórico. Obra
que por su propósito y su proyección, se puede considerar de referencia. Su
propósito es la interpretación de la personalidad histórica de ese personaje,
cuya significación es clave en la historia de Venezuela por su actuación
decisiva en la construcción de la democracia moderna y de la República liberal
democrática. Tarea que requirió indagar la personalidad, espiritual e
intelectual de Rómulo Betancourt, clave de su trayectoria histórica.
El autor sitúa su investigación en el
tiempo largo de la historia, de allí que aborde diferentes temporalidades y
circunstancias, tanto domésticas como internacionales. Lo exhaustivo de la
investigación, la amplitud de los temas abordados, revelan la ambición del
autor de realizar una obra de referencia como el autor mismo lo confirma en su
ensayo introductorio: se trata “de un pretencioso ensayo, intento de prefigurar
lo que de Rómulo Betancourt podría ser percibido por un venezolano dentro de
cinco a diez décadas”.
No se trata de una biografía, nos
aclara el autor, sino de “contribuir al conocimiento de la personalidad
histórica de Rómulo Betancourt” y a los rasgos que el autor considera como más
expresivos de la misma, que consiste “en haber reunido, en el curso de una vida
de tenaz militancia democrática y de fecunda creatividad ideológica, las
potencias ideológicas y espirituales requeridas para sintetizar, en el suyo, el
pensamiento y los sacrificios de quienes en el país y en el exilio, en
Venezuela y en toda Hispanoamérica, buscaron el camino hacia la libertad
luchando contra el despotismo”, hasta lograr sentar las bases doctrinarias, los
criterios estratégicos y los instrumentos organizativos para lograr fundar laRepública
liberal democrática en Venezuela, en el marco que definió como laRevolución
democrática o Revolución evolutiva.
Para ello tuvo que abordar y superar
varias etapas en una fase de reflexión movida por la ambición de incidir en el
destino del país, a la par que emprendía su formación de líder político. Una
primera etapa que el mismo Betancourt calificó de romántica,
seguida de la etapa de fervoroso militante comunista y culminó
con la tercera de revolucionario democrático. Esta última
etapa, señala el autor, admite dos fases. Una en la que fue necesario conciliar
vestigios de la etapa precedente con las exigencias del Poder Público. La otra
fase, en la que hubo que enfrentar el dilema de serle fiel a su conciencia de
“genuino demócrata militante” con la exigencia de defender la consolidación y
defensa de la democracia, haciéndole frente a la herencia de las corrientes
militaristas caudillescas, aunadas a las corrientes del “socialismo
autoritario” protagonizado por Fidel Castro, que no más que una vulgar
modalidad del leninismo-estalinismo, fachada bajo la cual se ampara “la vulgar
dictadura caribeña”.
En la conclusión, el autor apunta que
la personalidad histórica de Betancourt se corresponde con el pleno
funcionamiento de la dialéctica histórica de continuidad y ruptura. Se
despliega en la articulación entre el siglo XIX todavía vigente en el momento
de su nacimiento y el siglo XX con su carga de conflictos y radicalidades. Es a
partir de 1936 que se inicia su personalidad histórica.
Cierra el autor su obra planteando
varias preguntas y dejando al lector el cuidado de responderlas. La primera,
atendiendo al funcionamiento institucionalizado de su Revolución democrática
¿no contribuyó Betancourt, de manera determinante, a la creación de las
condiciones socio-históricas que condujeron a la instauración de la democracia
moderna en Venezuela, mediante el establecimiento de un régimen de inspiración
socialista –social demócrata- , propiciando la alternabilidad en el desempeño
del Poder Público de dos vertientes del socialismo, Acción Democrática y Copei?
En segundo lugar, atendiendo a la
instauración de los instrumentos políticos e institucionales en 1946-1948
requeridos para la instauración de un régimen sociopolítico genuinamente
republicano, integrados en la República liberal democrática: ¿no
fue Rómulo Betancourt el eje de la instauración definitiva en Venezuela de la República
popular representativa, originariamente contemplada en la constitución de
la República de Colombia, alias Gran Colombia?
La obra de Germán Carrera Damas, es
ante todo obra de un historiador, de allí su rigor; es de esperar suscite la
reflexión y debates que contribuyan al conocimiento, y a la evaluación de la
historia de la democracia venezolana, hoy tan maltratada.
La matriz de opinión creada por el
oficialismo mediante una relectura abusiva de la historia, y una masiva
manipulación mediática, ha logrado se menosprecie la obra cumplida,
principalmente, por ese pionero que fue Rómulo Betancourt en su empeño de
romper con la fatalidad del caudillismo militar y darle paso al poder civil al
convertirse en el forjador de la democracia en Venezuela.
En cuanto al término de “Padre de la
democracia”, prefiero el del pionero o de forjador, porque el de Padre es un
término que precisamente debería suscitar debate. Hugo Chávez tenía como padre
a Fidel Castro, hoy el señor Maduro afirma que Hugo Chávez es su padre, el
resto del país no cesa de convocar al “Padre de la patria”. En el ámbito de la
psicología más elemental, se considera que mientras un individuo no se libera
de la tutela paterna, no logrará actuar de manera autónoma: siempre será un
hijo. Un ser dependiente. Esa necesidad que se percibe de manera tan acusada en
Venezuela, de buscarse figuras paternas, demuestra, por una lado, una falla de
la imagen paterna, ´por el otro, la voluntad de no salir de la infancia, lo que
explicará el comportamiento irresponsable que rige hoy la vida política en
Venezuela.
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