Por Econ. Jesús Alexis González, 17/05/2013
En
nuestro artículo del 05/05/2013 (108 años de “esperanza” económica)
presentamos una Venezuela en situación de creciente
vulnerabilidad económica ante sus evidentes desequilibrios macroeconómicos.
El análisis nos permitió inferir sobre la debilidad histórica en el área de
Políticas Económicas (con mayor relevancia en la última década) y sobre una falta de continuidad en materia de
Políticas Públicas. En esos 108 años (1905-2013) de tránsito por
improvisaciones e imperfecciones en Economía
Política (y Políticas Económicas) se acentuó (como es sabido) la
dependencia petrolera (96% de los ingresos nacionales), en paralelo a unas
exportaciones no tradicionales en continuo decrecimiento que para 2012 se
situaron en apenas $ 3,8 millardos
(1998: $ 5,6 millardos); con el agravante de haberse estructurado una economía
indisolublemente unida al incremento secular del gasto público (1998: 29% del
PIB; 2012: 44%) en aras de impulsar el crecimiento económico por la vía de la
demanda. Dicha estrategia facilitó un comportamiento positivo por varios
trimestres hasta alcanzar un 5,6% de crecimiento en 2012; sin embargo su
debilidad implícita: ingresos fiscales menos que proporcionales, indujo una
reversión de la “artificial” tendencia de crecimiento a la luz de un aumento
persistente de la brecha fiscal (ingresos vs egresos) que ya para 2013
condiciona las estimaciones de crecimiento. 0,1% FMI; 1,8% BM; 2,0% CEPAL; -0,6%
Banca Mundial; sin excluir una posible Estanflación
(cero crecimiento con inflación) que conlleve a una tercera devaluación para finales de este año. El escenario en
comento representa un reto que pondrá a prueba la fortaleza o debilidad de la oferta doméstica de Venezuela, habida
cuenta de la desindustrialización
experimentada en los años recientes, situación que ha configurado una “economía
de puertos” que en 2012, según el BCV, representó cerca del 40% de la oferta
total de la economía (productos finales), mientras que el restante 60% requirió
de un 65% en insumos importados (materia prima. De presentarse un punto crítico en el binomio inflación-escasez, con su obvio efecto sobre el desabastecimiento, pudiere convertirse en un ambiente explosivo
de descontento multisectorial con la “novedad” que el ciudadano no asumiría
el entarimado falaz de la especulación y
el acaparamiento como argumento para justificar la elevación de precios, la
disminución de la demanda y la pérdida
de su bienestar.
Nos encontramos
en una situación que obliga a reconocer y aceptar que la economía es una ciencia lúgubre, cuyo rigor no admite la
instrumentación de políticas aisladas y descontextualizadas, tal como lo
relativo a la entrega en mayo 2013 de divisas por $ 2.600 millones (30% del
total) para honrar solicitudes atrasadas mediante un mecanismo que pudiéramos
denominar: MISIÓN DÓLARES; es decir
una política coyuntural para transferir, a manera de “caridad” (obviamente necesaria), dólares al sector privado de la
economía en un contexto de “mano
extendida” como si estuviesen dirigidos a “empresarios damnificados” urgidos de la atención del Estado. En tal MISIÓN no se definen estrategias
para enfrentar las causas
estructurales del desequilibrio que se observa en el binomio divisas-abastecimiento, ni tampoco Políticas Públicas para
procurar resolver el problema de fondo: la
inflación. El sendero hacia el desastre se puede evitar reorientando el
rumbo.
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