Miguel Méndez Rodulfo Caracas 17 de mayo de 2013
El
modelo económico que este régimen ha impuesto obstinadamente en Venezuela en
los últimos 15 años, contra viento y marea y a contracorriente de lo que ocurre
hoy en el mundo, comienza a mostrar, no signos, sino evidencia de su
desmoronamiento y con ello preludia la inviabilidad política del gobierno. Por
una parte la convocatoria a dialogar que se formuló al Presidente de Empresas
Polar, en relación al grave problema del desabastecimiento y por la otra, el
reconocimiento de que los fondos públicos se agotaron y por ello la necesidad
de cobrarle las viviendas a quienes fueron favorecidos en la Gran Misión
Vivienda Venezuela, demuestra palmariamente que el gobierno colapsó desde el
punto de vista económico y que Venezuela es hoy un país al borde de la ruina.
Maduro
antes de reunirse con Lorenzo Mendoza, públicamente lo acusó de acaparador y de
todo cuanto se le ocurrió, desprestigiándolo a él y a sus empresas, además como
era usual en el difunto, amenazó con la expropiación; sin embargo, la reunión
se efectuó en buenos términos, con respeto y en forma sincera, como comentó el
empresario y el Vicepresidente. Esto me hizo recordar lo que siempre comentaban
altos funcionarios del Departamento de Estado con relación al Presidente
fallecido: “En privado las reuniones con la máxima autoridad de Venezuela eran
normales, de intercambio y con entendimiento. Pero cuando él salía a declarar a
la prensa, profería una sarta de bravuconadas que para nada reflejaban el tono
y los acuerdos discutidos.” Era un tipo folklórico que para los norteamericanos
sólo era importante lo que hacía, no lo que decía. Ellos estaban claros que
había un discurso para el circo, para el engaño de las masas. Eso mismo hizo
Maduro con Mendoza.
Con
el diálogo empresarial, el gobierno como siempre espera ganar tiempo, con la
esperanza de que las cosas se recompongan; sin embargo se equivoca, el colapso
ya llegó, pero se ilusionan con que todo sigue igual. La verdad no es
equivocado cobrarle a quienes se benefician de una vivienda pública, sobre todo
porque hay que asegurar la continuidad de los programas de construcción de
viviendas, seguir beneficiando a más venezolanos, a los que vienen atrás.
Cobrar lo justo según la capacidad económica de cada cual, es sano. Que la
gente contribuya según sus posibilidades, además enaltece al venezolano que con
su esfuerzo propio quiere hacerse propietario de un techo para sus hijos. El
problema es que, como dice el Alcalde Ledezma, primero deberían cobrarle a los
cubanos, peruanos, bolivianos, nicaragüenses, etc., que se beneficiaron de
viviendas construidas con dinero venezolano, porque si no sería injusto hacerlo
sólo a las personas de nuestro país.
Por
otra parte, en otras naciones donde la gente paga por sus viviendas, lo hace
porque los receptores tienen trabajo. No es el caso de Venezuela donde
damnificados beneficiarios de la GMVV, que lo habían perdido todo, que pasaron
por los menos 2 años en un refugio (la gran mayoría aún permanece en esos
sitios lúgubres) sufriendo de hacinamiento, maltratos y violencia, no pueden
hoy pagar la cuota, por muy módica que sea, porque no trabajan. Ahora, si los
adjudicatarios, como se ha dicho, no son en su gran mayoría damnificados, sino
militares, funcionarios públicos, amigas de autoridades, cubanos, etc., pues
bien, que paguen una cuota cónsona con el nivel privilegiado de ingresos que
tienen.
El
gran problema es que la GMVV fue un señuelo electoral en el que el régimen
claramente dio a entender que las viviendas eran gratis, la prueba es que no
dio propiedad sino adjudicación. Hoy el engaño le estalla en la cara al
régimen. Nos preguntamos ¿qué le van a cobrar a los habitantes de El Morro de
Petare, urbanismo que presenta grandes grietas en techos, aceras y pavimento?
Caracas
17 de mayo de 2013
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