Por Mario Vargas Llosa | 17
de Mayo, 2013
En
1976 el escritor peruano Mario Vargas Llosa, premio Nobel de literatura 2010,
dirigió una carta a Jorge Rafael Videla, jefe de la dictadura militar
argentina. En su condición de presidente de la asociación mundial de
escritores, PEN Internacional, Vargas Llosa critica enfáticamente la quema de
libros, censura a la prensa y cierre de editoriales, así como la persecución a
escritores y periodistas, entre otros atropellos a los derechos humanos
llevados a cabo por su gobierno; instando al entonces mandatario argentino a
frenar dichos abusos. A continuación pueden leer la carta escrita siete meses
después del Golpe de Estado:
Lima, 22 de octubre de 1976
Presidente de la República Argentina
Casa Rosada
Buenos Aires, Argentina
Casa Rosada
Buenos Aires, Argentina
Señor Presidente:
El PEN Internacional, organización
mundial de escritores que tengo el honor de presidir, ha recibido el informe
titulado La persecución a artistas, intelectuales y periodistas en Argentina que
me permito adjuntarle, así como un complemento documental —fotocopias de
publicaciones periodísticas— en que se apoyan algunas de sus afirmaciones.
Aunque en el informe aparezcan, de
cuando en cuando, expresiones que puedan atribuirse a la pasión política y
algunas apreciaciones de carácter subjetivo, el grueso de su contenido, sin
embargo, constituye una relación de hechos de una gravedad tal que no puede
dejar de consternar a cualquier persona civilizada. La lista de acciones que
atentan contra principios básicos de la cultura cubre un amplísimo registro:
libros secuestrados de bibliotecas universitarias y particulares que han sido
quemados públicamente, clausura temporal o definitiva de periódicos y revistas
y establecimiento de una rígida censura, detención de escritores y artistas,
sin especificar los cargos que pesan sobre ellos y sin transferirlos al Poder
Judicial, hostigamiento y cierre de editoriales, allanamiento de instituciones
dedicadas al arte y a la investigación sociológica.
Paralelamente a estas acciones
oficiales hay las que llevan a cabo comandos armados de gentes vestidas de
civil, que su gobierno hasta el momento no ha impedido ni castigado, y que han
sembrado el horror en muchos hogares argentinos. El informe cita a
intelectuales que han sido secuestrados en sus casas y luego asesinados, a
otros que han sido torturados, a otros que han desaparecido sin que se tenga
noticias de su paradero. Asimismo, decenas de escritores, artistas y
periodistas han debido huir del país, porque habían recibido amenazas de
muerte. Ni siquiera el exilio es un lugar seguro para algunos, pues se ha
visto, en el caso reciente del poeta Juan Gelman, cómo sus hijos y su nuera
eran secuestrados en Buenos Aires por una de estas bandas terroristas en
represalia por sus opiniones políticas.
Quiero, en nombre del PEN
Internacional, hacerle llegar nuestra más enérgica protesta por estos hechos,
que constituyen crímenes imperdonables contra el espíritu, y que resultan
particularmente insólitos en un país con el grado de civilización de Argentina.
En nombre de la rica tradición de pensamiento y creatividad que ha hecho de su
país un centro cultural de primer orden, lo exhorto a poner fin a la
persecución de las ideas y los libros, a respetar el derecho de disentir, a salvaguardar
la vida de los ciudadanos y a permitir que los escritores argentinos desempeñen
libremente la función que les corresponde en la sociedad y contribuyan de este
modo a su progreso.
Cumplo asimismo con hacerle saber que,
por la gravedad de sus acusaciones, voy a recomendar al PEN la publicación de
este informe y su difusión internacional. Ésta no es una medida inspirada en
convicciones políticas partidistas de ninguna clase, sino, dentro del espiritu
de la Carta del PEN, una estricta acción de solidaridad humana y de defensa de
los más elementales principios morales que hacen posible la cultura.
Atentamente,
Mario Vargas Llosa
Presidente Internacional del PEN
Presidente Internacional del PEN
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