LEOPOLDO MARTÍNEZ - feb 9, 2015
@lecumberry
El
camino escapista y radicalizado del gobierno de Venezuela frente a la crisis
económica es algo incomprensible.
No
se trata de una postura opositora. Se trata de una reflexión que convoca a
todos los que realmente nos preocupa Venezuela, estemos en el gobierno o en la
oposición, o simplemente seamos ciudadanos independientes.
¿Quién
en su sano juicio puede hacer cálculos políticos frente a un escenario tan
delicado y de difícil recuperación como el que se está configurando en
Venezuela?
La
única explicación de tal irresponsabilidad es que Nicolás Maduro y su
“nomenclatura” piensan que sí el llamado “Dakazo” les resultó políticamente en
las elecciones municipales del 2013, algo similar podría repetirse en esta
oportunidad de cara a las parlamentarias. No buscan entonces resolver la crisis
sino correr la arruga y preservar el poder político. Por ello esta narrativa
del conflicto que busca un culpable en el sector privado o el exterior, en
lugar de una rectificación.
Sin
embargo, quienes gobiernan a Venezuela no parecen dar cuenta de tres detalles.
Primero, que la gente no está creyendo en sus explicaciones. La caída de apoyo
popular en las encuestas es libre. Segundo; cada paso adicional en la dirección
tomada por el Gobierno profundiza la crisis económica y proyecta un escenario
de peligrosa fragilidad social. Y tercero; no existe, como antes, margen de
maniobra financiero para una aventura política de este tipo. Los precios del
petróleo han caído en mas de 50 dólares por barril, y nada permite preveer que
puedan recuperarse en el mediano plazo. En esas condiciones, el financiamiento
internacional que se puede lograr, incluido el de China, sin reformas y
rectificaciones importantes, no cubre las necesidades de financiamiento
exigidas por el país, que se ubican en el orden de los 40 mil millones de
dólares.
Para
entender lo que pasa con el mercado petrolero internacional y la estructura de
precios que se va imponiendo hay que abordar varias cosas.
Comencemos
por el lado de la oferta de energía:
La
OPEP no controla desde hace décadas la oferta petrolera internacional, compite
con los productores del Mar del Norte, Rusia, Canadá, y empresas que han
explotado muchas otras formas de producción petrolera (hasta de las piedras han
logrado sacar petróleo), así como las llamadas alternativas energéticas
limpias; que todas han crecido amparadas por la viabilidad que les ofrece los
altos precios del petróleo, a pesar de su alta estructura de costo comparada la
de los países OPEP.
Veamos
qué pasa en Latinoamérica. México está aumentando su caudal productor y
exportador con base a una apertura petrolera donde participará el capital
privado. Brasil y Colombia también se han hecho productores petroleros y de
energía importantes en la región en la última década.
El
análisis exige incluir a las fuentes energéticas limpias, alternativas al
petróleo, que han hecho avances en ese mismo escenario, hasta el punto que los
EEUU, principal mercado comprador de petróleo Venezolano (y el único que lo
paga en efectivo al día), se ha convertido en un país autosuficiente en materia
energética, e incluso ha adquirido potencial exportador de tecnología para la
generación de energías limpias alternativas a la petrolera, las cuales ahora se
propone introducir al Caribe y Centroamérica como alternativa al inminente
colapso de PETROCARIBE y la imposibilidad del subsidio petrolero venezolano.
Y
finalmente, están los socios de Venezuela en la OPEP, cuyo líder es Arabia
Saudita. Los Sauditas están convencidos de una estrategia sin duda agresiva
pero correcta. En eso cuentan con el apoyo de la mayor parte de los países del
Cartel. La estrategia es dejar que caigan los precios a estos niveles, porque
su estructura de costos de producción es muy baja y todavía ofrece márgenes de
ganancia razonables. La apuesta Saudí es que los competidores no son viables o
las alternativas no pueden crecer con esta nueva estructura de precios del
petróleo. En ese momento, piensan, vendrá una etapa de recuperación en la
participación del petróleo dentro del mercado energético, y con ello; una mayor
incidencia de la OPEP en la formación de los precios. Y es importante
detenernos aquí. Arabia Saudita no está apostando sólo al petróleo y a reeditar
una hegemonía de la OPEP, quizás imposible en esta nueva era del mercado
energético. En efecto, los Sauditas se cuentan entre los mas grandes
inversionistas en el desarrollo de energías limpias y alternativas al petróleo,
e incluso, en el llamado petróleo de “esquisto” o “shale”; sí ese que se
consigue hasta en la piedras a costos muchos mas altos que los que tiene la
extracción de crudos livianos como los que abundan en su reserva; pero cuando
se produce en todos esos mercados es cuestión de promediar costos, lograr
volumen con una cesta de productos y ganar mas dinero.
Adicionalmente,
los excedentes de capital Árabe, que se han formado a lo largo de décadas de
exitosa gestión petrolera, no sólo se invierten en energía alternativa, sino
también en el sector financiero, industrial, comercial y turístico de los
países desarrollados que compran su petróleo, principalmente en Europa, cuya
recuperación es parte de los intereses económicos Sauditas. En pocas palabras,
los Árabes saben que los altos precios del petróleo tienen su límite: la
capacidad de crecimiento económico del resto del mundo con esos costos altos de
energía, y el punto en el cual esos precios habilitan la mayor competencia de
energías alternativas. Por ello apuestan a un nuevo punto de equilibrio, donde
exista una ecuación ganar-ganar, en la que ganarían por todos los dos extremos:
el energético y el resto de las actividades económicas en las que son
inversionistas.
Pero
ahora hablemos de la demanda de petróleo y energía.
China,
el gran motor de la actual demanda de energía y materias primas, no ha podido acelerar
su crecimiento y de hecho viene adelantando reformas para evitar una
ralentización en su rata de crecimiento económico, que los ha hecho mas
prudentes y estratégicos en el manejo de sus excedentes y las formas en que los
invierten o colocan internacionalmente. De hecho, la economía China, que creció
al 7.5% anual en el 2014, crecerá según los mejores pronósticos, a un 7% en el
2015. Sí, es una caída de medio punto, pero cuando un monstruo económico como
China tiene tos, a quienes dependen de venderle productos le puede dar gripe.
Comprender
las tendencias geopolíticas y geoeconómicas es clave para un país petrolero
como Venezuela.
¿Quién
le podrá explicar estas cosas a Maduro (y su fanatizado gobierno) en la medida
que piensa el futuro? Si no las escuchan o entienden, chocarán contra un muro
grueso y alto … y lamentablemente, en ese impacto, quien mas pierde es el país.
Tomado
de: http://www.elcolumnero.com/lmartinez/3878
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