Por Víctor Salmerón
Hasta 2045 la población
venezolana tendrá una estructura irrepetible: quienes tienen edad de trabajar y
producir superarán a los jóvenes menores de 15 años y a los mayores de 65. Esta
distribución (que técnicamente se denomina “bono demográfico”) ocurre una sola
vez en la historia de los países y permite contar con una mayor mano de obra
para impulsar el crecimiento y el desarrollo.
La sociólogo Genny Zúñiga,
en su libro La precariedad del empleo en Venezuela (Publicaciones
UCAB, 2011), explica que durante este período “la coyuntura demográfica se
puede convertir en un escenario en el cual se maximice el potencial productivo
gracias al incremento de mano de obra, unido a una reducción del gasto en
educación producto de una menor demanda poblacional de jóvenes y un incremento
apenas muy leve del gasto que genera la población adulta, pues su peso aún no
es importante”.
Pero la posibilidad de
aprovechar el bono demográfico no es automática: depende de que el país forme
adecuadamente a los venezolanos que requerirán habilidades y destrezas para
producir y de una economía que sea capaz de generar suficientes empleos de
calidad.
Por el lado de la formación
no existen buenas noticias. Anitza Freites, directora general del Instituto de
Estudios Demográficos y Sociales de la Universidad Católica Andrés Bello,
explicó durante un foro organizado por la Universidad Metropolitana para
evaluar la relación entre la academia y la empresa privada que, de acuerdo con
la Encuesta de Juventud, en 2013 un tercio de los adolescentes estaba fuera del
sistema educativo. Además: 4 de cada 10 jóvenes no completaban la
educación media y en concreto 1,7 millones de venezolanos entre 15 y 29 años ni
estudiaban ni trabajaban.
“El bono demográfico comenzó
en 2005 y terminará en 2045. Nos restan treinta años. La clave es invertir en
la juventud, prolongar la permanencia de los jóvenes en el sistema educativo,
mejorar la calidad y el acceso de los sectores más desfavorecidos a la
educación, porque completar la educación media reduce la posibilidad de estar
en condiciones de pobreza”, dijo Anitza Freites.
Luis Ugalde, exrector de la
Universidad Católica Andrés Bello, llamó la atención sobre la calidad de la
educación y la cultura. “Las instituciones, la política y la cultura
desarrollan de forma exacerbada el modo distributivo. En los últimos 15 años
este modo ha tenido predicadores que han hecho un trabajo sistemático para
bloquear tres cosas, hoy existen tres malas palabras: evaluación, empresa y
productividad”, afirmó. “Hoy la ley ordena que el niño debe pasar,
entonces la evaluación desaparece o se vuelve ridícula. Por eso no estamos en
el Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA), no hay que
medirse con otros. Ahora es un derecho constitucional ingresar a la Universidad
Central de Venezuela o a la Universidad Simón Bolívar y no se puede evaluar a
quien pretende ingresar, no importa que algunos estudiantes no hayan tenido
profesor de matemáticas en cuarto o quinto año de bachillerato, se promedia con
la calificación de gimnasia y listo”, dice Luis Ugalde.
Agrega que existe un ejemplo
a tomar en cuenta: “En el beisbol, donde los venezolanos tienen excelentes
resultados en las Grandes Ligas, se evalúa al niño desde pequeño y el joven
coloca la meta en lo más alto”.
La desconexión
El tema de si la educación
otorga a los estudiantes las herramientas necesarias para insertarse con éxito
en el mercado laboral gana espacio en el debate mundial. Felipe Child, quien
trabaja paraMckinsey Center for Government, explicó que según un estudio de
esta consultora que incluyó una muestra de 25 países, al preguntar “¿Qué tan
preparados están los nuevos graduados para la fuerza laboral?” “60% de los
empleadores dicen que no tienen las capacidades que ellos esperan, los jóvenes
afirman que no los están preparando adecuadamente y 80% de los educadores
explican que están haciendo una labor lo suficientemente buena”.
Los jóvenes, los centros que
imparten educación y las empresas viven en universos paralelos. El divorcio es
tal que de acuerdo con las proyecciones de Mckinsey en 2020 habrá 85 millones
de vacantes en el mercado global de trabajo y 75 millones de jóvenes
desempleados en el mundo.
“Notamos que es necesaria
una mejor labor en información, recolectar, sintetizar y brindar datos a los
jóvenes sobre las carreras donde se están generando empleos y mejores salarios.
Trabajar en eliminar el sesgo sobre algunas profesiones o carreras técnicas,
que los empleadores se involucren con el diseño del currículum y llevar el
lugar de trabajo al aula para lo cual existe una gran oportunidad a través de
la tecnología”, dice Felipe Child.
Otro bachillerato
Martha Pacheco,
investigadora del Centro Interamericano para el Desarrollo del Conocimiento en
la Formación Profesional de la Organización Internacional del Trabajo, explicó
que Europa ofrece ejemplos exitosos que deberían ser tomados en cuenta al
momento de diseñar estrategias para disminuir el desempleo juvenil y elevar la
capacitación para el trabajo.
La incorporación de las
empresas en la educación secundaria “ha demostrado la eficacia de un sistema
que conecta al trabajo con el aprendizaje. Los países más avanzados del norte y
centro de Europa le otorgan más énfasis en la formación vocacional que los de
América Latina y Estados Unidos, lo que permite a los jóvenes hacer el tránsito
de la adolescencia a la mayoría de edad de manera productiva”, dijo Martha
Pacheco.
“En Alemania, Austria,
Dinamarca, Holanda, Finlandia y Suiza entre 40% y 70% de los jóvenes opta por
un programa educativo que combina las aulas con el lugar de trabajo. Al
culminar obtienen un diploma certificado con un valor real en el mercado de
trabajo”, explicó.
El sistema consiste en que
los estudiantes permanecen tres o cuatro días de la semana en una empresa donde
aprenden con la práctica y son remunerados. Esto se complementa con uno o dos
días de la semana en los que deben acudir a las aulas de clase para recibir
conocimientos académicos relacionados con la actividad que desempeñan.
“Alemania tiene el más
antiguo y reconocido sistema de enseñanza dual, que permite adquirir las
competencias necesarias en más de 350 ocupaciones. La formación en el lugar de
trabajo asegura a los jóvenes oportunidades reales para incorporarse en el
mercado laboral, mejora la competitividad y la empleabilidad de las personas.
En países con tradición de formación en el lugar de trabajo el desempleo
juvenil es bajo”, dijo Martha Pacheco.
Precisa que según datos de
Eurostat 2015 el desempleo juvenil en Alemania es 7%, Austria 9% y Dinamarca
10%, mientras que en países como España, Italia y Grecia donde no existe este
tipo de formación supera 40%.
A fin de analizar cómo
marcha la formación para el trabajo Martha Pacheco formuló una serie de
interrogantes que servirían de punto de partida para elaborar planes y
proyectos: ¿Tiene la formación profesional una finalidad amplia? ¿Es un medio
para alcanzar objetivos económicos y sociales individuales? ¿Están las empresas
comprometidas con la formación profesional? ¿Participan decididamente en la
definición de las competencias? ¿Las empresas facilitan lugares de aprendizaje
y asignan roles para los aprendices? ¿Los cargos directivos en las empresas son
ocupados primordialmente por personas con formación académica o tienen accesos
a esas posiciones quienes han tenido una formación técnica? ¿Cómo está
calificado el personal docente? ¿Qué tipo de incentivos existen para el
personal docente?
Universidades disminuidas
En Venezuela el tema de la
calidad de la educación no está en el centro del debate, de hecho, en medio del
poco presupuesto y la fuga de cerebros la preocupación en las universidades es
cómo sobrevivir. Enrique Planchart, rector de la Universidad Simón Bolívar,
precisó que esta casa de estudios “ha perdido alrededor de 500 profesores en
los últimos años, casi la tercera parte, porque se han ido del país. Una manera
de que el profesor se quede es que tenga la posibilidad de hacer investigación
remunerada para la empresa privada. Un investigador en este momento está
ganando 80 dólares mensuales y en el país de al lado 4 o 5 mil dólares. Una
asociación con las empresas venezolanas puede ser crucial”.
Lorenzo Mendoza, presidente
de Empresas Polar, indicó un aspecto a tomar en cuenta en la relación entre
empresas y academia. “Pareciera que da asco hablar en las universidades de
libre empresa e iniciativa privada y lo digo con ánimo de debate. Es muy
importante que así como se promueve el libre pensamiento también se señale que
debe haber mucha diversidad de empresa, mucha oportunidad para que esa libertad
de pensamiento pueda ser promovida y tener un efecto positivo hacia la
sociedad”.
“En Noruega las
universidades públicas deben incluir en sus consejos directivos a empresarios
exitosos, sino el modelo no funciona; también en Dinamarca. Sería muy bueno que
en las universidades públicas incluyan personas del sector privado en esos
consejos. Y en las universidades privadas personas cuya vocación sea 100% lo
público”, agregó Lorenzo Mendoza.
Benjamín Sharifker, rector
de la Universidad Metropolitana admitió que “es vital trabajar para que
Venezuela deje de ser una sociedad rentista y se convierta en una sociedad
productiva. Ninguna de las universidades venezolanas está en la lista de las
mil mejores del mundo. Tenemos que plantearnos que una de nuestras
universidades esté en la lista de las 100 mejores del mundo. Determinar qué hay
que hacer para que esto suceda”.
La LOCTI
En octubre 2006 entró en
vigencia la Ley Orgánica de Ciencia, Tecnología e Innovación (Locti) que obligó
a las empresas a aportar entre 0,5 y 2% de sus ingresos anuales al
financiamiento de proyectos de investigación. Las compañías podían entregar el
dinero a las universidades, centros de investigación o utilizar los recursos
para programas propios.
En 2011 el Gobierno
señaló que la mayor parte del dinero se quedaba dentro de las empresas y
modificó el reglamento obligando a que los fondos sean entregados al Ministerio
de Ciencia que los asigna de acuerdo a sus criterios.
La consecuencia ha sido
pérdida de transparencia y descenso del apoyo que sí llegaba a las
universidades del país. Lorenzo Mendoza indicó que “deberíamos estar midiendo
qué ocurrió tras esa reforma. Los venezolanos no le hacemos seguimiento a las
cosas. Que se vea qué está pasando con la barbaridad de fondos que nadie sabe a
dónde van, nadie exige transparencia”.
El nuevo profesional
Al evaluar las
características que debe tener el profesional que requiere en estos momentos el
sector privado Jorge Roig, expresidente de Fedecámaras, aseveró que “el mundo
está pagando por el conocimiento, no por el sudor. Se necesita un profesional
creativo, crítico, con capacidad para comunicarse.
Tenemos que ver cuáles son
nuestras áreas de oportunidades, en qué podemos ser realmente buenos. Esa es
una discusión que está muy pendiente entre las universidades y las empresas
porque estamos graduando muchos abogados que son taxistas y profesionales que
sufren una gran decepción cuando van al mercado laboral”.
Miguel Eseverri, presidente
de la Asociación de Industriales Metalúrgicos, alertó de que “el sector
empleador está trabajando a 20% de su capacidad y nos va a tomar un tiempo
volver a ofrecer empleo, tenemos un período de transición y debemos darle a los
jóvenes herramientas para que vean la crisis como una oportunidad, herramientas
para el emprendimiento”.
A pesar de las dificultades
la Universidad Simón Bolívar trabaja para impulsar el emprendimiento. Enrique
Planchart explicó que “estamos orientando el Parque Tecnológico Sartenejas al
emprendimiento, tenemos cantidad de empresas incubadas formadas por
estudiantes. Generalmente desarrollan proyectos en las áreas de computación y
videojuegos. Para apoyarlos firmamos un convenio con el Parque Tecnológico de
la Universidad de Stanford donde pueden promocionar sus iniciativas y obtener
ingresos en moneda dura. Además estamos considerando la posibilidad de eliminar
la tesis de grado o la pasantía y sustituirla por la formación de una empresa”.
14-10-15
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