Por Miguel Velarde, 19/10/2015
Estamos viviendo el final de ciclo de la política como algo secundario
El pasado jueves, dos noticias competían por su surrealismo: mientras
el exiliado político y excandidato presidencial, Manuel Rosales, era arrestado
a su llegada al aeropuerto de la Chinita, luego de haber permanecido seis años
fuera del país, Maduro decretaba en cadena de radio y televisión un nuevo
aumento del salario mínimo de 30%. Se trata del cuarto aumento del salario
mínimo en el año 2015: los anteriores fueron de 15% en febrero, 20% el 1° de
mayo y 10% el 1° de julio.
Con éste último, el salario mínimo queda en 9.649 bolívares. El
incremento equivale a 74,2 bolívares diarios, monto que no alcanza ni para
comprar un café. El salario mínimo seguirá siendo uno de los más bajos del
mundo: 12,2 dólares al mes; solo 41 centavos de dólar diarios, en términos
reales.
La medida puede traer más efectos negativos que positivos. En una
economía con las características de la venezolana -en recesión por tercer año
consecutivo y con la inflación más alta del mundo- solo se transformará en
mayor inflación y más escasez. Con este aumento, también subirá el valor del
dólar real y, consecuentemente, los precios de muchos productos, ya que esta
cotización es la que hoy por hoy rige la economía del país.
Medidas como la del aumento del salario mínimo deben analizarse
políticamente, no económicamente. Ésta, como seguramente otras por venir de
aquí al 6 de diciembre, no resuelven nada en lo económico, pero pueden ser
usadas como excusa para justificar una "victoria" electoral
oficialista.
Debemos estar atentos a cómo reflejan algunas encuestadoras el efecto
de estas medidas. No porque en verdad lo tengan, sino porque el método que el
oficialismo usa es siempre el mismo: crear una ilusión, poner a sus
encuestadores a transformar esa ilusión en números y, luego, justificar con
ellos una realidad que les conviene pero que no existe. Ha pasado muy poco
tiempo como para que hayamos olvidado la ilusión del "Dakazo" y sus
consecuencias electorales reales.
Lejos de solucionarse, la crisis que vivimos solamente se profundizará
aún más. Por eso, a pesar de todos estos esfuerzos de última hora para evitar
una derrota electoral en las próximas elecciones parlamentarias que pondrá en
evidencia la derrota política del modelo chavista, lo más probable es que no
haya manera de evitar la realidad: el cambio ya comenzó y es indetenible.
Pero también es importante comprender que estamos viviendo el final de
ciclo de algo mucho más importante: de ver la política como algo secundario.
Finalmente comprendimos que si no nos metemos en ella, tarde o temprano la
política se mete con nosotros, en nuestras casas, con nuestra familia y nuestro
futuro.
Es por eso que después de 17 años en los que se ha destruido todo en
Venezuela, ahora, unidos, vamos a reconstruirla para vivir en ese país en el
que la gran mayoría queremos. No puede haber un destino diferente: a pesar de
que los malos son muy malos y han hecho mucho daño, los buenos somos más.
Somos muchos más.
Miguel Velarde
Editor en Jefe
@MiguelVelarde
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