Por: María Gabriela Tellería
En el marco del Día
Internacional de la Tolerancia, Contrapunto salió a las calles para conocer qué
piensa el ciudadano de a pie sobre temas que pueden resultar incómodos o
polémicos
¿Realmente somos tolerantes?
El equipo de Contrapunto decidió salir a pulsar las reacciones de las
personas al encontrarse con alguien cuya posición política o forma de vida
resultara distinta o polémica frente a la suya. Entre el rechazo y la
aceptación, los venezolanos muestran en este trabajo cómo conviven con la
diferencia.
Rosaly Graterol - La
tatuadora
Durante la actividad, mis
compañeros y yo nos intercambiamos los carteles. No sentí un rechazo marcado
cuando llevaba puesto el de “Soy tatuadora”, pero si cuando me ponía los
alusivos a tendencias políticas. Fue un reto, no negaré que incluso llegué a
sentir miedo. Pensaba: “Si estuviera aquí, sola, sin mis compañeros cerca, ¿qué
me pasaría?”. En algún momento llegue a voltear el cartel, por miedo a que me
hicieran algo.
La gente dice ser tolerante,
pero todavía se ve que no terminan de entender de qué se trata. Yo también soy
intolerante. Me cuesta entender ciertas cosas. Más que entenderlas, me cuesta
lidiar con la insistencia de esa gente que se empeña en obligarte a ver las
cosas tal como ellos las ven. Sencillamente, es un tema de rechazo, eso es lo
que siento en esos momentos. Y con esto no digo que esté bien de mi parte.
Si en algún momento las cosas
cambian, hará falta trabajar muy duro por la reconciliación entre venezolanos,
entre hermanos. Porque al final, siento que perdimos muchas cosas que nos
caracterizaban. El tema político toca una vena delicada. Hay mucho odio, mucha
rabia acumulada.
Ricardo Zerpa - El
transexual
Fue un poco estresante al
principio, por el tema de la homofobia y el claro desconocimiento del asunto;
pero luego de que comenzamos a caminar y a conversar con la gente, se tornó un
poco más gratificante. Me di cuenta de que sí había gente receptiva, y sinceramente
no me esperaba esa respuesta.
En mi experiencia personal, he
sufrido la intolerancia en carne propia. Incluso, recuerdo alguna vez haber
sido golpeado en el estómago, sin razón, mientras caminaba por la calle. Sé lo
que significa vivir como homosexual en una sociedad esencialmente patriarcal.
Esta vez, al hablar con la gente, me di cuenta de que la mayoría entendía
muchas más cosas de las que yo creía, pero todavía la actitud de la gente se
resume en un “te tolero, pero no lo acepto”, y no debe ser así.
Antes de conocerme más como
persona y como homosexual, solía ser muy intolerante con los mismos
homosexuales. Ver a dos hombres abrazados o besándose era algo chocante para
mí. Pero era por mí misma condición, en contraste con ese condicionamiento
cultural que reza que el hombre debe estar con una mujer y ser “macho”.
Con el tiempo comencé a
entender: como si fuese un espejo, reflejamos en el otro nuestras debilidades y
propios estados internos. Por miedo a descubrirnos frente a los demás y a
nosotros mismos, marcamos distancia con aquello que contradiga lo que creemos
natural o correcto. El problema está cuando se ataca y se maltrata al otro, ya
sea con violencia o con indiferencia. Creo que lo que me pasó a mí, puede
pasarle a otros. La mejor solución para este problema es concientizar a la
gente, y el tema de la diversidad sexual todavía sigue siendo algo muy poco
entendido.
Ahora, más allá de todo el
aspecto “sexualidad”, son necesarias campañas que busquen rescatar la
tolerancia como valor nacional. No sé si a corto, mediano o largo plazo, pero
definitivamente nos ayudaría muchísimo como sociedad.
Lissette Figueredo - La
opositora
No sabía cómo iba a reaccionar
la gente, porque era algo que, a pesar de ser planificado, podía salir bien o
podía no generar ningún tipo de reacción, partiendo del hecho de que el
venezolano está realmente apático. Sin embargo, la experiencia resultó ser
bastante agradable.
Me encontré con gente
receptiva, que bajo ninguna otra circunstancia hubiera pensado que se sentiría
identificada con nosotros. En mi caso, hubo gente que se alejaba y me evadía,
otros me rechazaban directamente y ponían malas caras; así como hubo personas
que se mostraban abiertas al diálogo y amables, a pesar de las diferencias en
términos ideológicos. Fue una buena experiencia, pero deja mucho en qué pensar.
Lo fundamental es despertar conciencias.
Soy una persona irreverente y
reaccionaria, además de que soy abiertamente gay. He vivido situaciones de
rechazo y creo que hasta cierto punto todos las hemos vivido. He sufrido la
intolerancia y he llegado no tolerar también: por momentos, agobia mucho lo que
hay en el entorno.
Dentro de la campaña reunimos
estos cinco temas polémicos, que generan los mayores niveles de intolerancia en
Venezuela. Hubo reacciones muy fuertes ante el tema de la diversidad sexual,
desde indiferencia hasta repudio completo; casi equiparable a las que generaron
los carteles que representaban tendencias políticas. Son temas de cuidado.
José Escalona - El
chavista
Hay prejuicio, todavía. Y es
increíble. El venezolano no comprende muy bien de qué se trata la tolerancia.
Parece sentirla como algo que se puede condicionar, y ser tolerante no se
condiciona a nada. Si condicionamos nuestra capacidad de tolerar algo, ya caemos
en intolerancia, y muy pocos son conscientes de ello.
Era muy cómico, porque la
gente justificaba sus prejuicios a través de “excepciones” y parecía no
comprender que la tolerancia implica algo mucho mayor. Hubo mucho rechazo. Yo
use tres letreros diferentes y con cada uno recibí respuestas que me dejaron
reflexionando acerca de los prejuicios que tenemos todos: cómo vemos a la
gente, cómo vemos a los demás.
Había gente que se me acercaba
sin leer el letrero que cargaba. De repente se percataban, veían de qué se
trataba y de golpe se alejaban. También gente a la que no les mostraba el
letrero directamente y que por mi apariencia sacaban conjeturas; y poco a poco,
hablando con ellos, empezaban a tornarse cada vez más radicales. Creo que la
intolerancia sólo nace a partir del desconocimiento y, hasta cierto punto, de
la inmadurez. Yo mismo he caído en ello. La experiencia, en una palabra, la
definiría como concientizante.
Vayolet Garden - El
homosexual
Me gustó la experiencia. Hubo
personas que respondieron como me lo esperaba y otras que no. Pero fueron
muchas las personas de las que recibí aceptación, ya sea saludando o
acercándose a abrazarme o a tomarse fotos conmigo. También hubo actitudes
groseras por parte de alguna gente, pero más fueron los que se acercaban en
buenos términos.
He sentido rechazo muchas
veces en mi vida, no es extraño para mí, y por lo general siempre viene de
gente ignorante. Me han hecho bulling, me han señalado despectivamente por
ser diferente. He aprendido a seguir adelante, a pesar de los distintos miedos,
y a entender que existen diferentes formas de pensar, de actuar y de ver el
mundo; por eso, desde muy joven aprendí que lo diferente no todo el tiempo es
malo.
Alguna vez pude haberlo sido,
pero en general no me considero una persona intolerante. Y debemos aprender a
vivir con nuestras diferencias, porque es lo que nos hace Venezuela.
Creo que el valor de la
campaña está en que nos lanzó directamente al ruedo. Nos enfrentó a la sociedad
en su cotidianidad, en su día a día. Y ahí se ven las reacciones genuinas de la
gente ante lo diferente, para mostrarlo tal cual es. El equipo llevó muy bien
la tarea y finalmente resultó un buen experimento. Personalmente, muy
gratificante.
16-11-15
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