Enrique Márquez 11 de noviembre de 2015
El regreso de Manuel Rosales ha suscitado
toda suerte de conjeturas. Desde el ciudadano más analítico hasta el más
superficial, la pregunta no ha dejado de hacer ruido por todas partes: ¿Qué
hace aquí Manuel Rosales? ¿A qué vino Manuel Rosales? Las respuestas son más
interesantes que las preguntas, que no salen de un marco repetitivo y cansón.
Interesantes en el sentido de que no deberían despachar ligeramente el tema de
fondo y permanecer en explicaciones más cómodas, que rondan el chiste evasor al
que estamos tan acostumbrados… mal acostumbrados… y que tanto daño hace a la
memoria histórica, a la cultura política y al compromiso responsable con lo que
somos como nación.
No se trata de saber qué hace aquí
Manuel Rosales. Se trata de hacer consideraciones objetivas que llevan a pensar
y repensar mejor su presencia entre nosotros. Más allá –y más acá- del infame
presidio que él y otros presos políticos están sufriendo, y de lo previsible
que era esta crónica anunciada. Más allá –y más acá- de opiniones gratuitas,
viscerales, desprestigiantes o exageradas. Pensar y repensar esta presencia
desde la situación clara que vivimos para que aun más claro quede el sentido de
un regreso que puede parecer paradójico a simple vista.
Manuel Rosales dice ESTOY AQUÍ,
frente a un gobierno ilegítimo que ha irrespetado todas las reglas del juego
democrático, que ha sumido al país en el caos más severo, que ha destruido todo
lo que es posible destruir y más: aparato productivo, instituciones
fundamentales, valores absolutos y relativos, la educación, la sanidad, la
propia democracia… Un gobierno que exuda crueldad y farsa por todos sus poros.
Que compra jueces, militares, fiscales; amaña juicios; miente con cinismo y se
vanagloria de ello. Un gobierno soez que al no poder exhibir ningún argumento
altruista para nada de lo que hace, se dedica al insulto, a la calumnia, a
degradar al lenguaje y a envilecer las ideas. Un gobierno que no hace nada
salvo corromper y corromperse a diario, sin descanso.
Regresar a este círculo del infierno
no puede ser un acto irreflexivo, movido por intereses mezquinos. Estar aquí es
sobreponerse al miedo, a la desesperanza, al sentimiento de inutilidad que nos
está avasallando. Regresar en estas condiciones es una proeza que suma a otras
gestas de otras gentes e individuos que luchan poniendo la carne propia…
¿Cuántos de nosotros lo hemos hecho? ¿Cuántos de nosotros estamos dispuestos a
hacerlo?
Manuel Rosales dice ESTOY AQUÍ, para
sumarse en directo y a cualquier precio, a la lucha opositora. Para acompañar y
añadir energía a los ideales comunes e incuestionables que mueven a la
oposición: libertad, paz, prosperidad, diversidad, cambio, oportunidades,
apertura. Está aquí como el político de acción que siempre ha sido. Y sabe que
toda la oposición cabe en esta lucha. Con diversidad de criterios, con visiones
contrapuestas, con posturas distintas. ¿No es eso lo que extrañamos de la
democracia que ahora no tenemos? Extrañamos la pluralidad de propuestas sobre
la realidad que ahora se cercena, la ausencia de censura, la libertad de pensar
y decir, de asociarnos con lo que nos representa y de rechazar lo que no. Que
Manuel Rosales esté aquí muestra el deseo de constituir un todo amalgamado
donde se encuentren la mayor cantidad de posibilidades para reconstruirnos,
para rehacernos desde la diversidad y gracias a ella.
Manuel Rrosales dice ESTOY AQUÍ,
después de haber sufrido la persecución brutal del régimen. Después de haber
sido falsamente acusado de enriquecimiento ilícito y cualquier otra clase de
delitos que, luego, fueron aceptados por falsos, tanto por el juez de la causa
como por el acusador directo. Manuel Rosales está aquí a pesar de ser un blanco
diseñado artificialmente por el régimen para destruir su liderazgo en el Zulia.
Hacer sombra a los megalómanos de turno nunca ha sido buena idea. ¿Se conoce la
obra de Manuel Rosales en Zulia? ¿Nos acordamos del legado de Manuel Rosales en
el Zulia? Los zulianos, sí. Entre el 2000 y el 2008 el estado Zulia exhibió un
progreso memorable. Se modernizó la red de salud pública, se incrementaron y aumentaron
los espacios educativos, se tomaron medidas eficientes contra la inseguridad,
se remodeló y embelleció el casco central de Maracaibo, se mejoró la
infraestructura de servicios básicos…Se trabajó para la gente, se administró
para cubrir las necesidades de la gente. El refrán lo dice: “obras son
amores…”, y hay pruebas suficientes para verificarlo. Rescatar del olvido
premeditado y de la descalificación sistemática la gestión de Rosales, es parte
de lo que está implícito en su regreso.
Manuel Rosales dice ESTOY AQUÍ, para
contribuir a solidificar el sentido más puro del quehacer democrático. Para
reconquistar los espacios políticos aniquilados. Para apoyar a los líderes
opositores que hoy están siendo víctimas de sus convicciones. Para unir su
energía y su experiencia a Antonio Ledezma, Leopoldo López, Henri Falcón,
Henrique Capriles, María Corina Machado y todos los que batallan a diario con
la esperanza firme de vencer esta barbarie inusitada. Manuel Rosales viene a
poner su esfuerzo junto al nuestro, para construir el país que queremos y
necesitamos. Para que lo rija una democracia justa y verdadera.
Manuel Rosales dice ESTOY AQUÍ. Y
nosotros también ESTAMOS AQUÍ, dispuestos a aglutinarnos en torno a la
orientación madurada de líderes que se han curtido como protagonistas de esta
aciaga historia que con mucho, gracias a ellos, está a punto de cambiar este
próximo 6 de diciembre.


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