José Luis Farías 16 de septiembre de 2019
@fariasjoseluis
La
otra cara:
Si
algo no podemos subestimar en el régimen usurpador, es su infinita capacidad
para mentir y manipular la verdad. Así es el poder sustentado en la fuerza
totalitaria de un sistema concebido para perpetuarse.
La
maldad se fortalece en sus estertores hasta el grado de la sinrazón, como lo
expresara Goebbels con su consigna “vamos a vencer porque tenemos que vencer”,
lanzada a tres meses de la caída definitiva de Berlín el 2 de mayo de 1945.
A
todas luces, la publicación de unas fotos de Juan Guaidó con paramilitares del
grupo “Los Rastrojos”, es la respuesta de la tiranía para tapar la denuncia
hecha el día anterior, 11 de septiembre, del plan de Chávez “de inundar los
EE.UU con cocaína de la FARC.”
Según
la noticia difundida por el Nuevo Herald, “El fallecido presidente Hugo Chávez
orquestó la incursión de su régimen en el narcotráfico como arma de doble filo
que buscaba golpear a Estados Unidos, inundando sus calles con droga, y armar a
las FARC para derrocar al gobierno democrático de Colombia, según documentos de
la DEA presentados en la solicitud de extradición del ex jefe de espías
chavista Hugo Carvajal.”
El
reportaje del diario norteamericano revela que “La solicitud de 140 páginas
muestra una detallada radiografía del denominado Cartel de Los Soles,
confirmando que integrantes de la cúpula chavista, como los ex vicepresidentes
Diosdado Cabello y Tareck El Aissami, estuvieron en la conformación de la
agrupación desde sus inicios. El documento también muestra cómo el régimen
coordinó con la guerrilla los envíos regulares de toneladas de cocaína a través
de territorio venezolano como arma de guerra no convencional contra Estados
Unidos.”
El
tenor de la información debe haber causado pánico en la dictadura. Tanto que
echaron mano rápidamente de la vieja técnica de “un escándalo se tapa con otro
escándalo (que si es de tu enemigo, mejor)”.
Así,
al día siguiente de saberse de las andanzas de Chávez con la narcoguerrilla
aparecieron, “por casualidad”, las fotografías de Guaidó.
Las
imágenes al parecer habían sido tomadas el 22 de febrero pasado cuando Guaidó
cruzaba la frontera por alguna trocha hacia Colombia, para encabezar el ingreso
de la ayuda humanitaria a Venezuela, en vista de que por orden del usurpador se
había prohibido su salida del país y cerrado militarmente el paso fronterizo.
Pero
es ahora, siete meses después, y al día siguiente de la noticia que inculpaba a
Chávez y su pandilla, cuando son difundidas y acompañadas de un descomunal show
mediático de la dictadura con un desafuero inusitado y febril.
Todo
bajo el mismo guión de siempre: la algarabía en el momento para acallar la
noticia que los desnuda, denuncia donde los malos son sus adversarios,
acusación, investigación y represión.
Desde
entonces no ha descansado el fabuloso aparataje propagandístico del régimen
usurpador manejado por el G2 cubano. Una operación a la cual se incorporaron
supuestos opositores adversarios de Guaidó que no desperdician oportunidad para
atacarlo bajo el pueril argumento de que él está obligado a saber con quién se
retrata.
En
la campaña de guerra sucia, propia de Goebbels, la dictadura ha puesto a
circular por las redes sociales las fotos de Guaidó con la etiqueta de
#Narcoproclamado para opacar la poderosa acusación contenida en el Informe de
la DEA contra Chávez y sus secuaces.
El
paredón moral en cuál se pretende colocar a Guaidó con la guerra sucia
madurista se barniza con un toque de presunta legalidad exigiendo una
“investigación” que Tarek William Saab abrió por “presuntos vínculos con
narcotraficantes y paramilitares”.
Llama
la atención la diligente decisión del otrora defensor de DDHH mientras se hace
el pendejo con las imágenes de militares rusos vistiendo uniformes militares
venezolanos
Por
cierto, eso de hacerse el bolsa con los delitos “oficiales” es una vieja
enfermedad de los “altos funcionarios” del régimen que ignoraron olímpicamente
infinidad de acciones de Chávez y del propio Maduro para favorecer la
narcoguerrilla colombiana
Todavía
está fresca en la opinión pública la bienvenida a Venezuela dada por Maduro a
los narcoguerrilleros Iván Márquez y Santrich, en tanto unos aplaudían y otros
más apenados con semejante desfachatez apenas si alcanzaban a volver la mirada
hacia otro lado.
Respecto
al “Comandante Eterno” bastaría recordar que en enero de 2008 se quitó la
careta con respecto a la FARC, exigió que se le quitara el calificativo de
“terrorista” y se le reconociera como una “fuerza beligerante”. Aberración de
la cual no se dio por enterado ninguno de los miembros del llamado Poder Moral.
Ni
mucho menos cuando se supo en marzo del mismo año que el campamento guerrillero
de Raúl Reyes en Ecuador fue bombardeado cuatro días después de recibir una
llamada de un teléfono digital el 27 de febrero del mismísimo Hugo Chavez.
El
bombardeo en el cual murió Raúl Reyes fue calificado por Chávez como un
“cobarde asesinato”, montó un show movilizando tanques a la frontera y le
guardó públicamente un minuto de silencio a un sujeto que tenía en su contra
“varias condenas y 25 órdenes de captura por terrorismo, homicidio agravado,
narcotráfico, secuestro con fines terroristas, rebelión, lesiones personales y
porte ilegal de armas.”
José
Luís Farías
@fariasjoseluis
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