Trino Márquez 26 de septiembre de 2019
@trinomarquezc
Para
darle algún atractivo a la desangelada Mesa de Diálogo Nacional creada entre el
régimen y algunos partidos minoritarios, el Psuv decidió reincorporarse a la
Asamblea Nacional. Pero esa reinserción ha estado rodeada de tantas
ambivalencias, que en realidad no se sabe para qué los parlamentarios del
oficialismo fueron a calentar sus curules.
En
una rocambolesca conversación con el periodista Román Lozinski en su escuchado
programa matutino en Unión Radio el martes 24 de septiembre, el diputado Saúl
Ortega fijó la posición del partido de gobierno: sí, pero no. Ortega señaló que
a pesar de la presencia de la fracción del Psuv, la Asamblea continuará en
‘desacato’. Es decir, en rebeldía frente al TSJ, con lo cual las decisiones que
adopte el cuerpo serán írritas. El señor Ortega, entonces, considera que los
cincuenta y tantos diputados del Psuv son unos desocupados, que no tienen nada
mejor que hacer que ir a perder el tiempo en un organismo carente de
competencias legales y cuyas resoluciones son intrascendentes. ¡Qué manera tan
extravagante de asumir la representación popular que los votantes les
entregaron a esos parlamentarios en las elecciones del 6 de diciembre de 2015!
Se burlan de la soberanía popular, delegada en unos mentecatos decididos a rendirse
ante los abusos de los miembros TSJ, quienes usurpan las funciones del
Parlamento.
Con
su reincorporación al Parlamento, el Psuv no intenta resolver las tensiones
entre la AN y la Sala Constitucional del TSJ. Esta Sala, concebida
originalmente para que actúe como cancerbera de la Carta Magna, se convirtió en
su verdugo. Es la instancia legal que acomoda de forma caprichosa el espíritu y
la letra de la Carta Fundamental a los designios del régimen. En esta tarea le
amputó todas las competencias importantes al Parlamento. Saúl Ortega, en la
entrevista mencionada, decía que a lo mejor los diputados del oficialismo se
opondrían incluso a que algún ministro o alto funcionario del gobierno fuese
interpelado en el Hemiciclo para que respondiese por su desempeño al frente del
organismo que estaba dirigiendo. ¿Y entonces?
El
Psuv también resolvió mantener la asamblea constituyente. Operaría
simultáneamente con la AN. Esta coexistencia podría comprenderse y aceptarse si
la asamblea constituyente tuviese alguna legitimidad. Si hubiese sido convocada
de acuerdo con las pautas señaladas en la Constitución de 1999. Si estuviese
abocada a redactar una nueva Constitución. Nada de eso ocurre. La constituyente
es un adefesio, cuya única función consiste en construirle un coto a Diosdado
Cabello, ahora de visita en Corea del Norte, para que no luzca como un
mandadero de Nicolás Maduro y Vladimir Padrino López. Sin ese burladero,
Cabello habría quedado desamparado luego de haber perdido de forma ominosa en
las elecciones parlamentarias de 2015, cuando se postuló como diputado por el
estado Monagas. En la lucha dentro del Estado madurista, el eje de poder se
desplazó hacia la dupla Maduro-Padrino. Maduro, quien en 2017 aún no había
terminado de consolidarse como el jefe indiscutido del oficialismo, le concedió
esa cuota de poder a su eterno competidor. Ahora el hombre se aferró a esa
tabla salvadora, intentando surfear la ola que casi lo deja convertido en
náufrago solitario. Sabe que en política no hay derrotas definitivas, ni
triunfos irreversibles. La constituyente y su programa en Venezolana de
Televisión pueden servirle de estribo para convertirse de nuevo en opción
frente a Maduro cuando este se descuide.
La
constituyente es un incordio. Resulta incompatible con la AN. La normalización
del Parlamento será imposible mientras ese órgano opere. El Psuv lo sabe. La
normalización de la vida parlamentaria requiere una atmósfera transparente. La
constituyente supraconstitucional opaca todo. Los diputados oficialistas
realizan piruetas para justificar lo injustificable. Le tienen más temor a
Cabello que a hacer el ridículo.
La
normalización de la Asamblea Nacional, foro fundamental para el funcionamiento
de la democracia, exige que el Psuv deponga la actitud obstruccionista que ha
mantenido desde enero de 2016, cuando la nueva mayoría asumió la conducción de
la AN. El partido de gobierno debe demostrar voluntad de rectificación. Me
imagino que los firmantes del pacto entre el gobierno y la representación de
los partidos minoritarios creen que el giro es posible. Hasta ahora no hay
ninguna señal que permita pensar en la factibilidad del cambio. Las cabriolas
del Psuv para eludir los retos fundamentales han sido al estilo de las ferias
de pueblo.
La
Mesa de Diálogo Nacional, para legitimarse, necesita algo más que documentos
firmados. Hasta ahora ha sido flor de un día. No enganchó con la opinión
nacional, ni con la internacional. Tampoco el Psuv ayuda. Lo digo con pesar
porque Venezuela necesita diálogo en todos los foros posibles.
Trino
Márquez
@trinomarquezc
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