Luis Manuel Esculpi 24 de septiembre de 2019
@lmesculpi
Apelan
a las versiones más inverosímiles. Aún tienen seguidores incondicionales. A
ellos está dirigida la programación del canal ocho, las cadenas de Maduro y los
vídeos del ministro de información. Al insistir en las mentiras aplican la
vieja fórmula goebbeliana, se identifican más con el propagandista nazi, que
con Gramsci el pensador italiano citado frecuentemente por Chávez. En fin, como
no hay tal revolución no se está obligado a la fidelidad con la verdad.
Un
aspecto esencial de su política lo constituye la descalificación de su
adversario al que califican de enemigo, para ello se valen de diversos
artilugios, no tienen límites, cualquier patraña puede ser empleada en función
de ese objetivo. Piensan que los manuales de guerra sicológica les han sido de
suma utilidad. El uso perverso de teorías y técnicas de la comunicación no
tienen ya la pegada de otros tiempos. La credibilidad se les ha agotado, la
decepción aumenta entre los antiguos seguidores. El rechazo a sus políticas ya
no puede ser mayor. Su “lecho de roca” luce erosionado.
Al
resultarle insuficiente el argumento de las últimas medidas de Trump, para
levantarse de la mesa de negociación, inventaron lo de la supuesta posición de
entrega de Guaidó en torno al Esequibo, cuando es un hecho público, notorio y
comunicacional, como diría un abogado, que desde el año 2004 cuando Maduro era
canciller, se produjo un viraje en la reclamación que venía haciendo Venezuela,
los gobernantes cubanos aconsejaron a Chávez en ese sentido, con el objeto de
ganar votos en el CARICOM, cuando el expresidente se propuso entrar en el
Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Más
recientemente surgió un nuevo montaje a propósito de la salida de Guaidó a
Colombia el pasado mes de febrero, se le ha pretendido vincular con los
paramilitares colombianos conocidos como Los Rastrojos, independientemente que
este tipo de propaganda va dirigido, en lo fundamental hacia sus seguidores más
consecuentes, es indudable que la acción de los laboratorios en las redes
sociales, genera dudas y confusión en otros sectores, Hasta el punto que
algunos medios de comunicación, no oficialistas se hicieron eco de la patraña,
y la presidenta del COPEI legitimado por el TSJ envió un tuiter que afortunadamente
luego rectificó, donde reproducía la versión del oficialismo.
La
declaración a la periodista Idania Chirinos del chofer que trasladó a Guaido,
donde desmiente claramente el montaje del gobierno de Maduro, lamentablemente
no ha tenido la misma difusión que la de los laboratorios. Podemos entender que
algunas personas puedan resultar víctimas de la confusión, lo que resulta
incomprensible son aquellos grupúsculos que se dicen opositores y le concedan
siempre mayor credibilidad a los voceros del oficialismo que a los de la
Asamblea Nacional.
La
unidad total de las fuerzas alternativas pareciera improbable hoy, sin embargo
tal como fue manifestado en el evento del Frente Amplio la pasada semana, es
posible pasar a un estado superior de la unidad, incorporando a otros sectores
sociales y políticos, a los que ya están integrados en el Frente.
Sería
deseable, incluso que quienes pretenden adelantar una política distinta e
incompatible con esa estrategia definida por la AN , concentrarán sus esfuerzos,
en la diferenciación del oficialismo y rectificaran en el comportamiento de
enfocar sus baterías contra las fuerzas democráticas que promueven una
orientación, que aunque ellos no comparten, está nítidamente confrontando al
régimen.
Si
bien la unidad no puede considerarse un fin en si mismo, sino un medio para
alcanzar determinados objetivos; también es cierto que en determinadas
coyuntura la unidad constituye un factor decisivo para lograr los propósitos.
La experiencia histórica tanto nacional, como internacional, nos aporta esa
enseñanza. Negarse a reconocer esa realidad no tiene sentido, sería
imperdonable no aprender de la experiencia tanto nuestra como ajena.
Luís
Manuel Esculpi
@lmesculpi
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