San Josemaría 21 de septiembre de 2019
No
te asustes, ni te desanimes, al descubrir que tienes errores..., ¡y qué
errores! –Lucha para arrancarlos. Y, mientras luches, convéncete de que es
bueno que sientas todas esas debilidades, porque, si no, serías un soberbio: y
la soberbia aparta de Dios (Forja, 181).
¡Jesús,
si los que nos reunimos en tu Amor fuéramos perseverantes! ¡Si lográsemos
traducir en obras esos anhelos que Tú mismo despiertas en nuestras almas!
Preguntaos con mucha frecuencia: yo, ¿para qué estoy en la tierra? Y así
procuraréis el perfecto acabamiento -lleno de caridad- de las tareas que
emprendáis cada jornada y el cuidado de las cosas pequeñas. Nos fijaremos en el
ejemplo de los santos: personas como nosotros, de carne y hueso, con flaquezas
y debilidades, que supieron vencer y vencerse por amor de Dios; consideraremos
su conducta y -como las abejas, que destilan de cada flor el néctar más
precioso- aprovecharemos de sus luchas. Vosotros y yo aprenderemos también a
descubrir tantas virtudes en los que nos rodean -nos dan lecciones de trabajo,
de abnegación, de alegría...-, y no nos detendremos demasiado en sus defectos;
sólo cuando resulte imprescindible, para ayudarles con la corrección fraterna.
(Amigos de Dios, 20)
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