Luís Ugalde, SJ 14 de mayo de 2021
“En
Isnotú no hay médico y mi puesto está allí”, escribe José Gregorio. ¿Por qué y
para qué? “Para aliviar los dolores de la gente humilde de nuestra tierra”. El
“no hay” lo mueve a ofrecer su propia vida para que otros la tengan. Nació y se
crió en tiempos de carencias: en Isnotú no hay médico, ni escuela, ni cura...
Antes de los nueve años pierde a su madre... A esas privaciones de niño se
añaden las carencias nacionales y las de su Iglesia católica, en una Venezuela
pobrísima diezmada por las guerras y el paludismo. No era un mundo de
oportunidades fáciles, sin embargo hoy celebramos la inmensa bondad y fuerza
transformadora de este médico trujillano.
Cuando
José Gregorio tenía diez años, el Ilustre Americano, Guzmán Blanco, sintió que
liberaba al país del atraso al ahogar a la Iglesia “oscurantista” con la
decisión dictatorial de desterrar a los Obispos, cerrar todos los seminario
formadores de sacerdotes, prohibir todas las congregaciones religiosas
masculinas y femeninas, arrebatar a la comunidad católica sus medios de
autofinanciamiento y aplicar el “exprópiese” de algunos templos y conventos. El
NO que despierta al SÍ. Vivimos una Venezuela en descomposición y con el modelo
actual no tiene futuro. Basta el olfato y los ojos abiertos para sentir el
hedor y ver ruinas por todas partes. Por esto la beatificación de José Gregorio
Hernández ha sido particularmente significativa porque en él brilla el secreto
de cómo el NO provoca su respuesta afirmativa de santidad y transformación de
su vida y realidad circundante: No hay médico, pues ahí está mi respuesta para
aliviar los dolores de la gente humilde; para eso me formaré. Él aprende de
Jesús de Nazaret a responder con vida donde hay muerte. El “NO tienen vino” en
las bodas de Caná provocó el primer milagro de Jesús, el “NO tienen comida”
condujo a la multiplicación de los panes. Así ante el No tienen salud, NO
pueden caminar, NO ven, NO tienen esperanza... Jesús siente que debe activar su
identidad: el amor radical del Padre que responde a esas necesidades, superando
prohibiciones religiosas, políticas y culturales hasta dar la vida, pues “nadie
tiene más amor que el que da la vida por otro” y “ustedes son mis amigos”.
A José
Gregorio su voluntad de servir como médico lo llevó a estudiar en Caracas y a
buscar en París la especialización que no había aquí. Así mismo el vio cómo
nacían y empezaban a florecer en Venezuela las congregaciones religiosas, que
habían sido exterminadas y prohibidas. Rojas Paúl permitió el surgimiento de
congregaciones religiosas, unas nativas y otras “importadas”. Todas en
respuesta a grandes carencias: Nace en 1889 la congregación de las Hermanitas
de los Pobres de Maiquetía, primera congregación fundada en Venezuela, y llegan
de Francia las Hermanas de San José de Tarbes buscadas por el Gobierno para
administrar el Hospital Vargas, primer gran hospital público próximo a
inaugurarse. También el Gobierno busca y consigue en España jóvenes
voluntarias, Hermanas de la Caridad de Santa Ana, con la locura evangélica de
venir a la isla de la Providencia del Zulia, para servir a leprosos que nadie
quiere cuidar. En 1902 en Altagracia de Orituco jóvenes se ofrecen voluntarias
por Jesús a atender a cientos y cientos de hombres heridos, enfermos,
moribundos, restos de la Revolución Libertadora y de la batalla final en La
Victoria, la más larga y de más muertos en toda nuestra historia. Veneramos a
la Beata Candelaria de San José como cabeza de ese grupo y fundadora de las
Carmelitas venezolanas.
Hoy
Venezuela no saldrá del actual desastre sin que millones de venezolanos nos
activemos con ese mismo espíritu llamados a reconstruir el país.
La
legitimidad que nace de lo ilegítimo
Cuando
las dictaduras se ven obligadas a abrir paso a la democracia, se produce el
“milagro” de regímenes ilegítimos pariendo democracias legítimas. Así fue en
Chile, en Polonia, con Mandela y Leklerc en Sudáfrica, en España... Del NO a la
democracia puede salir la democracia de dos maneras, con sangre y muerte, como
fue el fin del horror nazi, o por la vía pacífica con diversas formas de
acuerdos y convenios entre dictadura y opositores... Hoy en Venezuela para
pasar de la dictadura a la democracia es necesario obligar al régimen a aceptar
que la mejor salida para el país y para ellos mismos es la vía democrática con
elecciones...
Acaba
de ser designado un CNE más equilibrado que los anteriores, algo absolutamente
necesario, pero no suficiente. Muchos tienen razones para pensar que esta es
una maniobra más para engañar, y que el régimen no va a permitir elecciones
regionales democráticas; mucho menos las presidenciales antes de 2024. Por eso
la dictadura no ha negociado con la oposición y se aferra al control indiscutible
del CNE. Otros defienden que es un primer paso positivo. Creo que entre tanto
engaño, solo valen los hechos y no las palabras. El régimen y el CNE tienen que
demostrar cuanto antes que aceptan elecciones locales, regionales,
presidenciales libres, justas y transparentes, devolviendo las libertades y
partidos secuestrados, desatando las cadenas de los MCS, y soltando a los
presos políticos, con observación internacional... Yo aprecio la rendija dada,
pero en los otros pasos creeré cuando los vea. Es urgentísimo el cambio de
régimen y una apertura humanitaria y democrática con decidido apoyo
internacional. Aquellos del nuevo CNE que son demócratas tienen esta tarea
difícil dejando en claro las 4 o 5 exigencias que constituyen la “conditio sine
qua non”. Para ello necesitan el máximo apoyo nacional y también internacional.
Si en unos pocos meses no se garantizan esas condiciones procede su renuncia
con el respaldo del país movilizado para votar y el apoyo internacional hasta
obligar al régimen a devolver la democracia y la Constitución secuestradas. Del
NO de la Dictadura hay que sacar el SÍ de la DEMOCRACIA y de la RECONSTRUCCIÓN.
Luís Ugalde, SJ
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