Lester Toledo 14 de mayo de 2021
@LesterToledo
Resulta
que mientras Nicolás Maduro se regodea y hace alardes por sus supuestos logros
en el proceso de negociación para Venezuela, en Apure hay una negociación que
está pendiente, de la que nadie quiere hablar y de la que penden la vida de
ocho venezolanos.
Una
negociación entre delincuentes, guerrilleros disidentes de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia y su par, el ministro de la Defensa de Maduro,
Vladimir Padrino López.
Son
ocho soldados venezolanos que nadie menciona ni por error, y que están siendo
utilizados como monedas de cambio para que cese el fuego y la persecución en el
sur de Venezuela.
Existe
un video y una carta que están en las manos de Vladimir Padrino López, Remigio
Ceballos y del propio Nicolás Maduro, en los cuales la guerrilla exige el cese
al fuego y retiro de los cuerpos de seguridad, a cambio de los rehenes de este
grupo de las FARC que opera en territorio venezolano.
Agrava
aún más la situación de estos jóvenes, el silencio cómplice y la tapadera del
régimen. Y es que toda esta información y la situación de los secuestrados y
desaparecidos la hemos obtenido gracias al valiente y sostenido esfuerzo de
Fundaredes y Provea, organizaciones no gubernamentales que se han encargado de
develar lo que acontece en Apure y de dejar en evidencia las violaciones de
Derechos Humanos que allí se están registrando.
Importante
destacar que Fundaredes asegura que el régimen de Maduro sabía del secuestro
antes de que se hiciera pública la carta a la Cruz Roja Internacional, órgano
al que solicitaron su intermediación para la entrega de los uniformados.
Hablamos
de ocho soldados secuestrados en la tarde del 23 de abril en los sectores La
Osa y Tres Esquinas, mientras se registraban bombardeos desde dos helicópteros
no artillados que tenían la orden de acabar con un laboratorio clandestino de
procesamiento de drogas que existía en La Capilla propiedad de la guerrilla.
Eran
38 militares los que iban a bordo de los helicópteros; 30 militares
descendieron y cuando estaban en el terreno fueron emboscados por más de 300
guerrilleros, con poder de fuego superior.
Varios
lograron salvar sus vidas, por sus propios medios intentaron sobrevivir
caminando entre tres y cinco días hasta el puesto militar o poblado más cercano
para pedir auxilio, muchos hasta fueron despojados de sus armas por la propia
guerrilla.
Fueron
los mismos disidentes de las FARC quienes reconocieron que tras el conflicto
armado de La Capilla, tomaron a los funcionarios de la Fuerza Armada Nacional
Bolivariana (FANB) como prisioneros de guerra.
Pero
Nicolás Maduro, ni Vladimir Padrino López, ni Remigio Ceballos, tan elocuentes
y parlanchines para algunas cosas, en este caso, han guardado el más tenebroso
y angustioso silencio.
Las
madres y los padres de estos ocho jóvenes venezolanos y de los desaparecidos,
se han visto sometidos a un verdadero calvario, no han logrado saber el destino
de sus hijos, ni siquiera se les ha informado sobre la posibilidad de una
negociación para lograr su liberación y su retorno a casa, sanos y salvos.
Mismo
temor y angustia se siente en cada una de las casas de las familias de los
soldados venezolanos que están siendo enviados a este conflicto sin razón, que
estalló desde el pasado 21 de marzo, y que aún está muy lejos de ser
controlado.
Un
conflicto generado por el propio régimen de Maduro, que actuando en connivencia
con las FARC, ha quedado envuelto en esta pugna interna de poderes, negocios e
intereses.
Esa es
la negociación que se debería estar dando en estos momentos, la del régimen con
sus pares guerrilleros para lograr salvar la vida de estos jóvenes
secuestrados, una negociación que debería contemplar la renuncia inmediata de
los jefes militares venezolanos y la denuncia en contra de Nicolás Maduro Moros
por su complicidad con el grupo terrorista de las FARC y la entrega de la
soberanía venezolana.
Lester
Toledo
@LesterToledo
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