Carolina Gómez-Ávila 16 de mayo de 2021
El
mensaje que el martes pasado, en la voz de Juan Guaidó, dio la plataforma de
partidos que conforman o acompañan a la Asamblea Nacional elegida en 2015 —la
última que el pueblo de Venezuela se dio legítimamente— ha sido difundido de
manera mediocre por los medios que han empeñado sus líneas editoriales al interés
del grupo comandado por Capriles, para debilitar las fortalezas de la coalición
democrática a cambio de tener espacios propios.
Hay
aspectos clave en este mensaje y alguna vulnerabilidad que me parece urgente
solventar, porque lo relevante ha sido mal difundido para que lo último tenga
un peso inmerecido. Para destacar:
1.-
Que no ha habido ningún giro o cambio en el objetivo por parte de la coalición
de partidos representados: recuperar la democracia a través de elecciones
libres y justas. Las consignas que le han añadido en los últimos años no pasan
de ser firmas personales en la expectativa nacional fundamental. Por eso es que
este grupo de hombres y mujeres siguen siendo los líderes de la aspiración de
libertad del pueblo venezolano.
2.-
Que el camino de recuperación de la democracia involucra tres tipos de actores:
las fuerzas democráticas que por necesidad institucional deben estar lideradas
por la última Asamblea Nacional legítima, las fuerzas que conforman y sostienen
a la dictadura y la comunidad internacional, especialmente las potencias, por
su poder para sancionar o levantar sanciones, única herramienta de presión
lícita y pacífica.
3.-
Que lo que parece una flexibilización en las posiciones —que las elecciones
presidenciales, parlamentarias, regionales y municipales libres y justas, no se
den en un único proceso sino como hitos de un cronograma— tiene la fortaleza de
hacer menos traumática la transición pacífica, siempre que incluya una estrecha
observación y respaldo internacionales.
Tengamos
presente que todo lo que ha sido írrito no dejó de serlo: el bodrio ya fenecido
de la asamblea paralela que, con la oferta estafadora de redactar una nueva
Constitución, montaron con un fraude en 2017; las presidenciales de 2018, en
las que solo participó la claque más cercana al chavismo disfrazada de
oposición, y las parlamentarias de 2020.
4.-
Tampoco hay cambios al exigir la entrada masiva de ayuda humanitaria. La crisis
humanitaria fue declarada por la Asamblea Nacional 2015 prácticamente desde que
se instaló. La vacunación masiva, pero con criterio científico y no por
discriminación política o económica, es un clamor desde que la Organización
Mundial de la Salud la aprobó como mecanismo de lucha contra la pandemia que
azota a la humanidad.
5.- La
exigencia de garantías democráticas para todos los actores políticos, incluidos
los que representan al malhadado chavismo que nos sumió en esta tragedia, es
una incontestable demostración del temple democrático que acompaña a esta
lucha. Igual que la reinstitucionalización republicana, la libertad plena para
todas las personas con causas judiciales abiertas por motivos políticos y la
políticamente correcta, complicada y necesaria justicia transicional.
6.- El
rol protagónico de la comunidad internacional en la administración de los
incentivos, lo que incluye la posibilidad del levantamiento progresivo de las
sanciones condicionado al cumplimiento también progresivo de los compromisos.
Para valorarlo, es útil tener presente que para la comunidad internacional es
igual de fácil aflojar la tuerca que volverla a apretar lo mismo o más, si
perciben que se burlan de ellos.
Resulta
un mensaje claro: aquí no hay votos de confianza y todo depende de que
aumentemos la presión interna y externa para que las potencias estén dispuestas
a actuar coordinada y asertivamente hasta que recuperemos la libertad.
En
palabras de Guaidó «eso solo lo haremos posible unidos y movilizados». Esto es,
sin duda, lo más difícil. Y sin duda, en lo que más daño nos hace la disidencia
de Capriles, sus operadores en la prensa nacional y sus organizaciones aliadas
internacionales, trabajando arduamente para ensuciar la percepción de unidad y
movilización.
Y aquí
está la vulnerabilidad del mensaje: Guaidó habló de mecanismos de rendición de
cuentas si la dictadura intentaba, de nuevo, evadir una solución negociada. En
el volante de promoción, en un apartado subtitulado «Y si no… ¿qué?» se habla
de incrementar las sanciones, bloquear el financiamiento del paraestado,
justicia internacional, Corte Penal Internacional, plataforma internacional
para hacer rendir cuentas a la dictadura, más juicios y casos a los testaferros
internacionales y mayor presión popular.
En un
volante es perfectamente comprensible que hayan puesto claves, claves novedosas
e interesantes que necesitan explicación. La prensa editorialmente comprometida
con el fracaso de esta propuesta está cebándose con lo faltante. La forma de
evitar este ataque ruin y destemplado es explicar mucho, más y mejor. Es
urgente.
Carolina
Gómez-Ávila
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