CARLOS A. ROMERO 15 de junio de 2021
Este
es el país de las contradicciones. Por un lado, surgen las más inusitadas
situaciones en el proceso de vacunación, “que aquella es mejor que esta”; “que
la otra produce efectos secundarios” y que la que viene es sospechosa. Por el
otro, los venezolanos nos hemos convertido en unos expertos sobre ese milagroso
antídoto que nos protege de la terrible pandemia.
Pero aparte de ser doctores consagrados, hemos florecido el consumismo de
antaño con la postura de los que viajan al exterior a colocarse la “ampolleta”,
a como dé lugar, dada la tardanza en colocarla en Venezuela. Este tema me
recuerda los “Motor Home” del pasado.
Aquí pasa de todo. El mercado negro florece junto con el clientelismo tradicional. “No te preocupes que yo tengo un conocido y te la pondrán pronto”. “Fulano la vende en cuatro piastras y es americana”. “Vete a la cola y te pasan si les echas un cuento a los encargados”. Estas son expresiones comunes en estos días. Un colosal desorden es lo que se observa, desplazando la preocupación genuina del coronavirus.
Y en esto quiero detenerme. Hasta hace poco, el tema de conversación
generalizado era la Covid-19. Es más, hace seis meses el país estaba paralizado
por la falta de gasolina, por la escasez de dinero contante y sonante y por la
arremetida de la enfermedad. Hoy estos tópicos se han apartado y lo “in” es
ir de excursión a inyectarse.
No se habla más de la situación económica, de las elecciones de este año, de
los sucesos de Apure y de las sanciones. Esto ya es el pasado. Lo notorio es
que este comportamiento descrito es un sube y baja que pasa por todas las
clases sociales y en su mayoría es el mismo: se pierde lo importante y lo
básico que es cómo detener a tiempo el coronavirus.
La vacuna no es la que va a parar esto por si sola, sin las medidas sanitarias.
El uso del tapaboca, el distanciamiento social, la higiene personal y el
regreso paulatino a la normalidad, si se respetan las medidas profilácticas, es
lo que reducirá el número de casos.
No
estoy negando el uso práctico de la vacuna y su necesidad, pero este esfuerzo
no debe estar alejado de las mínimas circunstancias que nos protegen día a día.
Para prueba vale un botón. La mala calidad del agua, la basura en las esquinas
y terrenos de las grandes y pequeñas ciudades, el mal tratamiento de las aguas
servidas, las reducidas condiciones ambientales, el uso indiscriminado del
mercurio, las gasolinas de mala calidad y la mala alimentación, son potentes
detonadores de la Covid-19.
Es por
ello que la responsabilidad primordial de los ciudadanos de todo el mundo es la
de hacer respetar con seriedad las medidas extraordinarias que se han tomado y
que se complementan con aquello de “quédate en tú casa”. Sólo el tiempo dirá
cuando se volverá a la vida normal, al trabajo y a la escuela y al cine.
Así que vamos en conjunto y de manera ordenada, relacionando las condiciones
generales para una buena salud con la necesidad de vacunarse. No son procesos
separados y uno influye en el otro. Y para aquellos que ya se vacunaron y están
contentos, va un mensaje: no se olviden de las medidas ya mencionadas. Sin ellas
no podrán estar totalmente inmunes, ni con aquella ni con la otra.
CARLOS
A. ROMERO
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico