Ismael Pérez Vigil 09 de octubre de 2021
Ante
el ambiente que vivimos con acusaciones de corrupción en la oposición, la
incertidumbre por los resultados de la jornada electoral del 21 de noviembre y
las negociaciones en México −eventos que se entrecruzan e impactan mutuamente−
y otros temas, según pasan los días es imposible no contagiarse de esa
angustia, de esa redonda sombra, que se va apoderando de todos los que nos
oponemos a este régimen de oprobio y se hace preciso evaluar como impactan a la
oposición democrática.
Concentrándome en el caso de Monómeros, el más delicado y agudo de todos, no voy a hacer un juicio de valor, ni desconocer la importancia y la gravedad de las denuncias ocurridas en las dos últimas semanas, con el documento de Primero Justicia (PJ), la respuesta del Gobierno Interino y las entrevistas a algunos de los voceros de la oposición, en torno al tema del documento de PJ y el caso de Monómeros. Tampoco lo voy a magnificar, más allá de tratarlo aquí.
Tenemos
−como dice un amigo− varios “autogoles” en la cancha, imposibles de ocultar, de
desconocer o de ignorar, que no es el caso, por supuesto. De lo que sí se trata
es también de comprenderlos, ponerlos en su exacta dimensión, sin
menospreciarlos, pero sin magnificarlos, para sacar alguna enseñanza, moraleja
o lección de lo ocurrido.
Tras
leer la catajarria de documentos y artículos con opiniones, a cuál más radical
o dura −también varias excesivamente complacientes− y escuchar, varias veces,
entrevistas recientes y pasadas sobre el tema, me pregunto: ¿Qué hemos sacado
en claro de todo este buen embrollo?
Al
menos yo −confieso− todavía no sé cuál es la exacta situación de la empresa
Monómeros; sí está o no está quebrada, cuál es el alcance de la intervención
del gobierno colombiano −al parecer la importancia estratégica de Monómeros
allá es muy superior a la que aparentemente tiene para nosotros aquí−; pero
todavía no sé cuáles son las irregularidades que se cometieron, si hay o no
algún delito; y sobre todo ¿Quiénes son los delincuentes?, ¿Cuánto dinero se
perdió?, ¿Quién se lo apropió?, si es el caso, o ¿En qué consisten las
irregularidades que allí se cometieron, los malos manejos, los abusos?,
¿Quiénes se beneficiaron con lo ocurrido?, etc.
Destaca
también que los únicos nombres que han aparecido son los que ha mencionado el
ex embajador en Colombia, Dr. Calderón Berti, que son los mismos que dijo hace
ya más de un año, los que mencionó en diciembre de 2019 cuando el episodio de
su “destitución”, pues él siempre negó que fuera una renuncia.
Esos
nombres que hoy aparecen −los mismos que aparecieron en esa oportunidad− son:
Manuel Rosales, hoy candidato a gobernador de la MUD en el Estado Zulia; Tomás
Guanipa, que ya no está en Colombia (no sé sí sigue como negociador en México),
candidato a alcalde en el Municipio Libertador, también por la MUD; Julio
Borges, exilado en Colombia, aun Canciller del Gobierno Interino y a quien se
menciona, pero no conectado con el caso de Monómeros; algunos diputados cuyos
nombres se me escapan, o no los recuerdo, pero que en todo caso cualquiera los
puede escuchar en alguna de las múltiples entrevistas que le han hecho al ex
embajador, en aquel momento y ahora.
Pero,
aparte de reunirse, alguna vez, una vez, o varias veces, con la junta directiva
de la empresa −que no es algo que debió ocurrir, indudablemente, pues no tiene
ningún sentido gerencial, administrativo o comercial−, ¿Cómo están implicados
esos personajes en todo esto? ¿De qué manera influyeron en alguna decisión
equivocada? ¿De qué se les está acusando? Y si no es así, ¿Por qué mencionarlos?
En
todo lo ocurrido, también se ha mencionado −conjuntamente con el caso de
Monómeros y los activos venezolanos en el exterior− el manejo de la ayuda
humanitaria, durante el evento aquel en Cúcuta, en febrero de 2019, que al
parecer en su momento se denunció ante autoridades colombianas y que por lo
visto fue desechado por la fiscalía de ese país; también se ha hablado de lo
ocurrido en el frustrado evento o golpe de La Carlota del 30 de abril de 2019,
y de varias cosas más. En todo eso, según denunció el Dr. Calderón Berti, el
responsable sería Leopoldo López, en su opinión, porque tampoco es que se hayan
aportado muchos datos o pruebas al respecto.
Entonces,
vuelvo a mi pregunta inicial, realmente, ¿Qué hemos sacado en claro de todo
este asunto?, porque quien sí le ha sacado provecho a la situación es,
evidentemente, el régimen. Ya Nicolás Maduro está diciendo que Monómeros cuando
estaba en manos de su gobierno producía y ahora está quebrada, ¡Nada menos!
Por
supuesto, a toda esta diatriba opositora también le sacan provecho los eternos
defensores de “la leyenda negra” de la oposición. Pero de todo este embrollo,
siempre es posible aprender; por ejemplo, quién antepone su ambición de poder y
sus intereses personales a los de todo el país; y para quién es más importante
que hacer propuestas factibles, magnificar los errores de la oposición
democrática, tratando de diferenciarse y pescar en rio revuelto. A lo mejor
llegó la hora de dar discusiones más francas y de deslindarse abiertamente,
¿será?
Mi
padre, usualmente callado y muy sabio, de quien aprendí la filosofía −para él
extrema− de que el vaso siempre está medio lleno, al observar lo que ocurre,
diría que sí, que éste es el mejor momento y “… que estamos bien, porque peor
no podemos estar”.
Ismael
Pérez Vigil
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