FERNANDO CASTRO AGUAYO 08 de octubre de 2021
@monscastro
La
Madre de Dios, como buena Madre, no quiere sino que estemos unidos a Jesucristo
nuestro hermano mayor. Que cada cristiano sea un portador del Evangelio y que
seamos portadores de la alegría...
Los intercesores existen. Se llaman embajadores, mediadores, facilitadores. Para nosotros los creyentes en Jesucristo “la vida no termina, se transforma; y al deshacerse nuestra morada terrenal adquirimos una mansión en el Cielo”. O sea, hay otra vida y la viven los que ya han pasado por el umbral tremendo de la muerte. Pasan a ser nuestros intercesores.
¿Por
qué la Iglesia proclama el Evangelio de Jesucristo? Porque el Evangelio, es la
razón de ser la convocación que hace Jesucristo a los creyentes, que se
pertenece por el Bautismo. Está muy arraigado en nuestro pueblo, que a los
niños hay que bautizarlos. Así lo quiere Dios. Y así, se pertenece a la
Iglesia.
El
Evangelio tiene por eje transversal la misericordia. Y todo en la enseñanza de
la Iglesia hay que verlo desde la perspectiva de un Dios misericordia. Sólo así
el cristianismo se hace creíble, y más en nuestro “hoy”, donde en aras del
placer, de lo utilitario y del poder, de hecho están descartados miles de
personas, millones de niños, millones de ancianos. Sencillamente si no sirven,
no existen: son basura.
Tenemos
a una intercesora poderosa: la Madre de Jesucristo, la siempre Virgen María.
Ella está enraizada en el corazón de nuestra gente, de la más sencilla. El mes
de octubre es el mes del Rosario, del rezo de esta oración que ha sido tan
recomendada por la Iglesia y por la misma Madre de Dios. San Josemaría hablaba
del Rosario como “arma poderosa”. Una oración en la que se meditan 20 misterios
de la vida de Jesucristo y que están fundamentados en la Sagrada Escritura. Esa
oración no puede ser más sencilla: un Padre Nuestro, diez Ave marías y un
Gloria al Padre, y así cada misterio.
La
Madre de Dios, como buena Madre, no quiere sino que estemos unidos a Jesucristo
nuestro hermano mayor. Que cada cristiano sea un portador del Evangelio y que
seamos portadores de la alegría. Y con el “arma poderosa”, intercedamos por
tantos hermanos nuestros descartados que necesitan de la ayuda del Cielo, de
los intercesores, y de nosotros sus hermanos.
FERNANDO
CASTRO AGUAYO
@monscastro
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