Ángel Oropeza 01 de octubre de 2021
@angeloropeza182
El primer capítulo ya pasó. No fue lo ideal, pero la política se basa en hechos y no en deseos. Distinto a lo que hubiese sido deseable, los partidos políticos de la oposición democrática no se pusieron de acuerdo. Algunos decidieron participar en el evento electoral del próximo 21 de noviembre y otros prefirieron no hacerlo. Ambos grupos defendieron su decisión con argumentos racionales y de peso, por lo que no se trata aquí de emitir opinión sobre esas decisiones. Lo lamentable es que la unidad de las fuerzas políticas y sociales democráticas ya sufrió con ello un primer revés. Y la imposibilidad de alcanzar acuerdos en cuanto a las candidaturas en muchas circunscripciones ha significado un segundo y evitable tropiezo, muy conveniente por cierto para la oligarquía gobernante. Es urgente y necesario, por tanto, evitar que haya más.
Para
tratar de impedir nuevas derrotas del ideal unitario –condición necesaria para
el éxito de la lucha por liberación democrática de Venezuela– es importante
poner el acento en al menos 6 elementos.
1. Más
allá de las posiciones tomadas hacia el evento electoral de noviembre, el
objetivo estratégico de todas las fuerzas democráticas es el mismo: superar a
la dictadura madurista por medios pacíficos y constitucionales para iniciar un
proceso de transición concertada, y poder comenzar a resolver la profunda
crisis social que vivimos los venezolanos. Además, todos coinciden en que el
camino estratégico para alcanzar ese objetivo es generar las condiciones de
presión, producto de una fuerza cívica interna que se enlace con la acción
coordinada de los actores internacionales, para logar el objetivo de unas
elecciones libres y justas. Si el objetivo estratégico declarado por todos es
el mismo, entonces lo que parece diferenciarnos son las consideraciones
tácticas, entendiendo por táctica las acciones necesarias y tareas concretas
para desarrollar la estrategia diseñada.
Si
nuestra diferencia frente al evento electoral de finales de año es entonces
táctica, no podemos permitir, por el bien del país, que ella nos fracture.
Además, esta diferencia táctica coyuntural se va a mantener por apenas de 7
semanas. Después del 21 de noviembre tenemos que encontrarnos todos otra vez.
2. Más
allá de nuestras diferencias, lo crucial y prioritario es ponernos de acuerdo
para trabajar con urgencia en lo que todos parecen coincidir y es que sin
presión social no hay salida posible, no importa la táctica que se adopte. Si
las diversas opciones opositoras se conciben como formas distintas, pero no
necesariamente excluyentes, de movilización social y de construcción de presión
cívica interna, en esa medida se aleja el peligro de una indeseable ruptura que
solo beneficia y fortalece a la dictadura. De nuevo, si no hay una presión
social cívica sostenida y sistemática, ninguna de las opciones que actualmente
se enfrentan tiene posibilidad alguna de triunfar. Es imperativo entonces
encontrarnos allí y que eso sea lo que verdaderamente nos una.
3. Los
objetivos declarados de quienes han decidido participar y de los que no, son
loables y válidos. Los primeros buscan con la participación en el evento de
noviembre objetivos como organizar a la ciudadanía, avanzar en la acumulación
progresiva de fuerzas, aceitar las maquinarias y mecanismos de
movilización ciudadana, acercar la dirigencia política a la gente, avanzar en
la construcción de una sólida estructura electoral e intentar ganar espacios
geográficos –gobernaciones y alcaldías– para poder proteger a la gente de la
tiranía. Por su parte, quienes han optado por no participar, persiguen
igualmente los mismos objetivos de organización ciudadana y movilización
popular a través de mecanismos diferentes, que incluyen iniciativas antifraude,
la denuncia activa de las irregularidades, la auditoría popular sobre el estado
real de las condiciones electorales y la socialización aguas debajo de la
exigencia por elecciones libres. Pero para alcanzar los objetivos que cada
sector persigue, hay que estar muy atentos a no incurrir en errores graves que
deben y pueden evitarse.
4.
Para los primeros, un lamentable equívoco sería convertir la campaña en una
mera “fiesta electoral”, o vender perceptualmente a la población como único
criterio de éxito el número de votos obtenidos o el ganar electoralmente las
circunscripciones en disputa. Eso sería reducir la importancia estratégica de
la participación y hacerla similar a las competiciones electorales
democráticas. Y en el caso de los segundos, el peligro es la aparición de
conductas de desmovilización, desatención y descuido sobre las posibilidades de
la campaña para hacer valer sus objetivos. En ambos casos, hay que insistir en
que el principal criterio de éxito, tanto para quienes hayan decidido
participar como para los que no, es la movilización popular y el saldo de
organización ciudadana en la lucha por elecciones libres. Lo demás es ganancia
adicional.
5. Es
necesario elevar la vista y mirar más allá de la campaña y de la jornada
comicial convocada. El 22 de noviembre, una vez conocidas las resultas del
evento, puede ser un día de satisfacción por el logro de los objetivos
propuestos: protestar contra la dictadura, avanzar en la movilización nacional,
desnudar aún más al régimen frente a los suyos, acumular fuerzas, conservar
espacios importantes de poder para proteger a la ciudadanía, y obtener un saldo
positivo en organización popular, insumo básico para la generación de la
necesaria presión cívica interna. Si hay además logros electorales (nuevas
alcaldías y gobernaciones ganadas), eso es un valor agregado importante a los
objetivos anteriores
6.
Pero el 22 de noviembre puede también ser un día de gran frustración en la
población, si se vende incorrectamente que el único criterio de éxito son
solo números electorales y se desperdicia la oportunidad de la campaña para
avanzar en el objetivo estratégico superior que a todos nos une.
Lo que
tengamos después del 21N, en términos de avance o de frustración, va a
depender de lo que hagamos (o no) antes de ese día. Estamos a tiempo de evitar
nuevos errores. El país que sufre, y que se siente muchas veces ajeno a los
vaivenes del escenario político, lo necesita con urgencia.
Ángel
Oropeza
@angeloropeza182
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