Ángel Lombardi Boscán 01 de mayo de 2022
@LOMBARDIBOSCAN
Las
honduras teologales dentro del cristianismo son laberínticas. Los preceptos de
fe nos ayudan a una salvación ultraterrena que confirma nuestra fragilidad y
finitud humana. Aunque esto tampoco nos basta porqué también queremos ser
salvados dentro de la propia vida. Huir de los pecados o conseguir el perdón de
los mismos para sobrellevar el sufrimiento que inicia con el nacimiento.
El Cristo nos propuso una solución espiritual no comprendida por la mayoría en su momento, y creo que tampoco ahora. La salvación mesiánica para una humanidad en penuria es un tema controvertido porque la mayoría lo padece y a su vez confía, siempre y cuando le asista la fe como confianza en Dios, en que podrá ser satisfecho. Y las llamadas estructuras políticas de pecado son persistentes en el tiempo y hacen de la pobreza un tormento humillante para la mayoría de los habitantes de la Tierra. Lo temporal y divino se tocan y contradicen.
“La
incomprensibilidad de Dios es el centro que debe iluminar toda teología” nos
dice el sacerdote jesuita Anthony de Mello. Para más luego agregar: “El que
ama, termina siempre por vivir en un mundo de amor, porque los demás no tienen
más remedio que reaccionar por lo que él los impacta”. San Francisco de Asís
(1181-1226) fue uno de los grandes santos de la Iglesia cristiana que fue capaz
de impactar irradiando amor hacia los humanos y la naturaleza. Para algunos es
el auténtico precursor del ecologismo moderno y para otros el seguidor más fiel
de la doctrina del Inmolado al optar por una vida sencilla en comunión con los
pobres de la Tierra.
El cine
ha recreado su vida y en esta oportunidad hacemos un breve comentario al San
Francisco del director italiano Franco Zeffirelli con la película: “Hermano
sol, hermano luna” del año 1972.
Nadie
en su sano juicio abandona la riqueza para hacerse pobre y vivir en fraternidad
con los otros pobres de nacimiento e infortunio. Y esto es lo que sucedió con
Francisco en plena época medieval. Esto le trajo el repudio de sus padres,
familiares y amigos. La comarca le sentenció como un inadaptado fuera de sus
cabales. Y esto tan extraordinaria nos pone en perspectiva el olvido o
ignorancia de los propios evangelios con un Jesús que nació pobre y predicó
básicamente para la salvación de los pobres. “Jesús es uno más entre nosotros”
dice el Papa Benedicto XVI en su obra: “La infancia de Jesús”. El Niño-Dios que
nació en un pesebre de lo más humilde hasta convertirse en un hombre
irrelevante y sin poder se terminará mostrando “realmente poderoso”. Esta
dicotomía nunca pudo ser zanjada satisfactoriamente por la misma Iglesia
erigida en Roma y es la raíz de las muchas disensiones internas y persecuciones
de herejes.
San
Francisco de Asís quiso ser fiel al mensaje de Jesús en su esencia pastoral
asumiendo la “opción preferencial por los pobres”. Genuino precursor de
Teologías de Liberación acalladas en su momento y ahora. Zeffirelli nos ofrece
un relato ortodoxo y estéticamente luminoso de San Francisco de Asís cuya
ingenuidad pudiera ser acusada de suicida socialmente. ¿Es la pobreza una forma
de virtud? ¿Vivir en la necesidad y miseria nos libra de los apegos y
tentaciones para una vida espiritual plena y equilibrada? No solamente de pan
vive el hombre pero cuando no hay pan sobreviene el sufrimiento y la muerte.
Obviamente que no soy capaz de responder a éstas preguntas.
Dónde
Zeffirelli se vuelve audaz y saca de la ensoñación mística a su San Francisco
de Asís es cuando le lleva en audiencia ante el mismo Papa coronado y opulento.
Francisco quiere ser escuchado por el representante de Dios en la Tierra y
reclamarle que la misión de la Iglesia es la de servir a los pobres. El Papa
Inocencio III (Alec Guinness), un pragmático teatral, accede a que la orden
franciscana tenga libertad de acción. Al fin y al cabo la clientela mayor de la
Iglesia romana era y son aún los pobres. Ya la “herejía” albigense de los
Cátaros en Francia había demostrado ser muy molesta para Roma y sus potentados.
La
vigencia hoy de San Francisco de Asís es muy grande y esto queda potenciado
porque el actual Papa argentino: Jorge Mario Bergoglio, adoptó el nombre de
Francisco. Y además, dos de sus Encíclicas, tienen conexiones directas con el
mensaje franciscano original. “Laudato si” (2015) que aborda el
acuciante tema del medio ambiente y ecología y “Fratelli tutti” (2020)
sobre la fraternidad.
Finalizamos
con el inicio de la oración franciscana por la paz en un momento en que las
guerras vuelven a contradecir el epicentro del mensaje cristiano acerca del
amor al prójimo. “Señor, hazme un instrumento de tu paz: donde haya odio,
ponga yo amor; donde haya ofensas, ponga yo perdón; donde haya discordia, ponga
yo unión; donde haya error, ponga yo verdad; donde haya duda, ponga yo fe;
donde haya desesperación, ponga yo esperanza; donde haya tiniebla, ponga yo
luz; donde haya tristeza, ponga yo alegría”.
Ángel
Lombardi Boscán
@LOMBARDIBOSCAN
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico