Orlando Viera-Blanco 04 de mayo de 2022
@ovierablanco
“La
narrativa igualitaria de la izquierda de caviar habla de favorecer la
educación, la salud pública; que ser rico es malo y ser propietario es egoísta,
pero quienes lo proclaman son los primeros escuderos del capitalismo puro y
duro”
Culminando
una trilogía de ensayos sobre cultura, ciudadanía y política [Huérfanos de
Cultura y Moral, Los maestros están en casa y Leer nos hace libres], quiero
referirme hoy a la cultura como muro de contención de la pobreza, la
polarización y la propaganda, que es liberación…Una historia [viva] dice mal
que mil palabras. Comparto entonces la experiencia de una venezolana que salió
de su barrio al mundo, gracias a una acción cultivadora fundamental: leer.
Los libros expanden la vida
Ana
Teresa Torres en su trabajo “La cultura como marca fundamental de lo humano”,
comparte la historia de una venezolana que vio en los libros, la luz y el
camino, que le dio una vida diferente “a las otras muchachas del barrio en el
que nació”. ¿Cuál era la razón para que su vida fuese distinta? Los libros.
“Cuenta que un vecino trabajaba en una biblioteca y a veces llevaba libros a su
casa, y se los prestaba. Los libros me cambiaron la vida[…] Esto era precisamente
lo que yo estaba buscando, que alguien me confirmara lo que siempre he pensado:
que un libro puede cambiar una vida…” Destaca Las aventuras de Tom Sawyer… En
ese libro encontró “que la vida puede ser de muchas maneras […] Con seguridad
comenta Torres, “Mark Twain, cuando escribió las aventuras de Tom Sawyer y
HuckleBerry Finn en el Mississippi [1870], no podía suponer que una niña
venezolana, en un barrio pobre de Caracas, ciudad de la que probablemente nunca
había escuchado nada, un siglo después leyó sus libros prestados por un
empleado de una biblioteca pública, y eso cambió su existencia para siempre”.
El mensaje: la vida es una aventura, un reto, entre “ríos, casas embrujadas,
amores, biblias y cuevas”. Y hay que ir por ella.
Me
gusta mucho esta reflexión de Torres: “Los libros son para la vida, para ayudar
a mejorarla, a cambiarla, a expandirla. La literatura es una ventana que abre
el mundo porque en el lenguaje, nos constituimos en las palabras. Y la palabra
escrita es la posibilidad de que unos signos-arbitrarios y diferentes según las
lenguas y las culturas-contengan eso que llamamos el mundo: lo que existe, pero
también lo que imaginamos que existe”. Y agregaría: la palabra escrita también
nos ayuda a ver lo que NO existe o al menos, no debemos creer…
Las
novelas son maravillosas. Los poemas son expansiones de una realidad que, aún
siendo ficción o romanticismo, el hecho de imaginarlo, inspira. FEDERICO GARCIA
LORCA en su discurso inaugural de la Biblioteca de Fuente Vaqueros [1.931, 5
años antes de su fusilamiento, escribió: «Yo, si tuviera hambre y estuviera
desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un
libro». Vivimos-gracias a la lengua-lo que no vivimos en la calle, creando una
visión de la vida donde lo imposible cobra razón y el dolor se alivia. Y se
expande la vida…se ilumina la verdad. Sin duda Tom Sawyer es expresión de lo
que normalmente nadie hace que es salir de la rutina. Y HuckleBerry Finn es el
gran cómplice de esa irreverencia mágica…
La
ruptura
Otro
tema es esa lectura que viene acompañada de distorsiones históricas y sociales.
¿Cómo identificar esas contradicciones propias de la dialéctica? Cotejando los
hechos con la información. Una mente educada, instruida, informada, es una
mente previsiva y en efecto, menos vulnerable. Un ser humano que lee y alcanza
conocimiento, es una persona menos manipulable. Las masas son manipulables
porque reducen su acción colectiva a las emociones. El tejido social se
fragmenta o se fortalece en la medida que convertimos la cultura en un factor
identitario, que es la verdad.
La
polarización, el populismo y la post verdad [Dixit Moisés Naim] son el
resultado de un sistemático proceso de transculturización, que es el
desmantelamiento de la memoria histórica, nuestros símbolos, héroes y
referentes culturales. Desaparece el espíritu libre de Sawyer y aparece “la
exclusión sistémica, ideologizante, de los bienes y servicios culturales. De
ahí a la anomia y la pobreza, hay un salto. “La privación cultural limita
drásticamente las posibilidades del desarrollo humano de las personas y las
comunidades” [Torres, Ana Teresa] Es la ruptura del ser costumbrista,
ciudadano, del sentido de pertenencia, de nuestra identidad y nuestra historia,
que nos libera y nos permite atrevernos, osar, ¡aventurar!
Los
libros constituyen un campo ideal para distinguir lo bueno de lo malo.
Comprender la libertad como derecho y como deber comporta un ejercicio de
inmensas posibilidades y comprobaciones. La narrativa igualitaria de la
izquierda de caviar habla de favorecer la educación, el trasporte, la salud
pública; que ser rico es malo, atesorar es codicia y ser propietario es egoísta
y explotador, cuando quienes lo proclaman son los primeros escuderos del
capitalismo puro y duro, que educan a sus hijos en “boarding Schools” entre
Europa, US o Canadá, usan clínicas privadas, les encanta Disney. Dubai o Hawaii
y se ufanan de tener chofer, escoltas y coches blindados. De una simple lectura
sobre la banalización del mal, las aventuras de Tom Sawyer o la prosa de GARCIA
Lorca, el alma renuncia a la pobreza y fortalece su dignidad, misma que
prefiere morir por un trozo de paz que por un trozo de pan.
La
cultura es la ruptura con el deterioro inducido del tejido social, el odio y la
mentira cizañera, que nos conduce a la anomia, el populismo y el caos. Él
cultura derrota la fragmentación, la propaganda y la polarización, haciendo de
la necrofilia política [cuentos socialistas retóricos generadores de hambrunas,
muertes y pasados miserables] una antípoda perniciosa y desechable. La cultura
en definitiva nos permite comprender nuestro derecho y nuestro deber a ser
libres, porque al decir de Voltaire, somos libres desde el momento que deseamos
serlo, y mal podemos quererlo ni no lo sabemos, si no leemos…
Orlando
Viera-Blanco
@ovierablanco
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