PEDRO BENÍTEZ 25 de febrero de 2024
Hace
unos días, concretamente el 17 de febrero pasado, el presidente de la República
de Colombia, Gustavo Petro, respondió un mensaje colocado en la red social X en
la que un usuario de la misma cuestionaba su planteamiento, según el cual, es
el agravamiento de la crisis climática global la causa fundamental de las
actuales corrientes migratorias que desde África y América Latina se mueven,
muchas veces de forma dramática, hacia Europa y Norteamérica.
Este
es un tema del cual el mandatario colombiano se ha convertido en una especie de
cruzado y que, en su país, ha dado pie a todo tipo de polémicas y
controversiales decisiones económicas por parte de su gobierno. Pero resultó
ser que, el citado usuario, formuló una incómoda pregunta para lógica
presidencial: “La migración de venezolanos a Colombia es de 2,8 millones,
¿quiere decir que el cambio climático afecta a Venezuela más que a Colombia?”.
Petro,
que al parecer tiene cierta incontinencia (al estilo Donald Trump, por cierto)
en el manejo de su cuenta X, no tardó en replicarle alegando que la causa de la
migración venezolana “se llama bloqueo económico y un gobierno colombiano (se
refiere a su antecesor, Iván Duque) ayudó a hacerlo”. Y agregó: “Bloquearon la
venta internacional de petróleo y de eso vivía la sociedad venezolana”.
Obsérvese
que el inquilino de la Casa de Nariño no respondió el fondo de la cuestión,
sino que convenientemente desvió el tema. Pero, como no podía ser de otra
manera, la red de medios públicos del gobierno venezolano, así como sus cuentas
asociadas en las redes sociales, oficialistas, filo oficialistas, bots y
opositores críticos de la oposición, hicieron fiesta con la aseveración.
Después todo, calza perfectamente con la narrativa que el chavismo ha intentado
posicionar dentro y fuera de Venezuela. No obstante, resulta curioso constatar
que nadie lo había explicado de manera tan terminante como Petro. Ni siquiera
su colega Nicolás Maduro.
Lo que produjo la migración venezolana por millones se llama bloqueo económico y un gobierno colombiano ayudó a hacerlo. Se convirtió en un verdadero "boomerang".
— Gustavo Petro (@petrogustavo) February 17, 2024
Bloquearon la venta internacional de petroleo y de eso vivía la sociedad venezolana.
El empobrecimiento inmediato… https://t.co/P4LYjPQ2Qi
¿Cómo
fue posible que el otrora principal exportador de petróleo del hemisferio
occidental, al que le llovió una colosal fortuna durante el boom petrolero
mundial 2003-2014 (“los años dorados” del chavismo), sea hoy uno de los países
más pobres de América, del cual más de la quinta parte de su población ha
emigrado en el último decenio? La respuesta es muy sencilla: el bloqueo. En un
intento equivocado por parte de Duque y Trump de sacar del poder a Maduro
bloquearon sus ventas internacionales de hidrocarburos. Listo.
Por
cierto, a Petro el ecologista, predicador del inminente apocalipsis climático,
no le parece relevante comentar, o verle algo positivo, al hecho de que su país
vecino haya retirado millones de barriles de oro negro que contribuían al
calentamiento global, objeto de sus angustias.
Pero
mientras que la afirmación del mandatario colombiano daba pie a nueva escalada
de polémicas sobre el tema, la Venezuela paralela, esa que, por lo visto, no
sufre ni padece los rigores del criminal bloqueo imperial, manifestaba su
regocijo, a través de sus medios digitales y cuentas asociadas en las redes
sociales (varias de las cuales comentaron favorablemente el post del Petro),
por el concierto que el astro mexicano de la canción, Luis Miguel, ofreció en
el estadio Monumental Simón Bolívar en Caracas esa misma semana.
Pese a
los problemas logísticos y algunas de quejas de quienes aseguraron haber pagado
1.500 dólares por disfrutar del recital https://www.youtube.com/watch?v=c9w4ak3RWlU,
todo indica que los asistentes quedaron satisfechos. Información no confirmada,
pero muy repetida, señala que con una recaudación de 6.8 millones dólares, ese
ha sido el concierto más exitoso de “el Sol de México”, al menos
financieramente. Lo que sí se confirmó es que por 355 ml de agua se pagaron esa
noche 5 dólares en el recinto.
Sea
cierta o no la cuantiosa cifra recaudada, lo cierto es que, para mucha gente, y
para el discurso oficial, nuevamente se pone de manifiesto que Venezuela no
está tan mal. ¿Quién en un país sumido en el hambre podría darse el lujo de
asistir a un concierto de Luis Miguel y pagar 5 dólares por una pequeña botella
de agua? Todo calza, también, en el otro discurso: el de la normalización.
Una prueba
de esto es que, en el loable propósito de hacerle la vida cotidiana más
llevadera a los caraqueños, el Ministerio del Poder Popular para el Transporte,
tuvo el detalle de ofrecer por medio de su cuenta en Instagram sus servicios a
los asistentes al espectáculo musical.
Recordemos
que, inaugurado hace un año en ocasión de la Serie del Caribe 2023, con
capacidad para 40 mil personas y a un costo de 70 millones de dólares, el
Estadio Monumental de Caracas “Simón Bolívar” es uno de los orgullos más
señalados del gobierno de Maduro. Tratándose de un edificio público concebido
para la sana práctica del deporte más popular en el país, cuenta, según indican
los conocedores de la materia, de las comodidades propias de las mejores
instalaciones de su tipo en el mundo, aunque carece de estacionamiento propio,
entre otros detalles característicos de la Venezuela de esta época.
Es
más, según fuentes dignas de todo crédito vienen más eventos para el
entretenimiento colectivo en esa edificación deportiva. El espectáculo debe
continuar, así como las contradicciones que se podrían calificar como
disociación. Porque es claramente contradictorio un bloqueo criminal, con
eventos como lo mencionados, autos de alta gama recorriendo las calles y
bodegones bien abastecidos con exquisiteces importadas, todo en el mismo país.
O es una cosa o es la otra, pero no las dos al mismo tiempo.
Sin
embargo, esa es la política de comunicación oficial. Son sus batallas
comunicacionales.
El
bloqueo es la causa única y suficiente de que los trabajadores venezolanos
tengan los ingresos reales más miserables de esta parte del mundo; que las
escuelas públicas se encuentren semi paralizadas desde 2020 (dos o tres días de
clases a la semana porque los maestros no cuentan con recursos suficientes para
pagarse el transporte diario); que los hospitales colapsen (el servicio de
Nefrología del Hospital de Niños J. M. de los Ríos está amparado por medidas
cautelares emitidas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos porque
entre 2017 y 2022 fallecieron 72 niños y adolescentes, muchos de ellos en
espera de un trasplante de riñón); que medio país padezca los rigores de una
crisis en el suministro de energía eléctrica que se inició en 2009 (atribuido
entonces al fenómeno climático de El Niño); y que las largas colas de
automóviles para surtirse de gasolina sean parte del paisaje de fuera de la
capital. No de las sanciones coercitivas e ilegales impuestas por el gobierno
de Estados Unidos que, después de todo, decide soberanamente con quien comercia
o no.
Pero, a la vez, sin que se le mueva una pestaña, todo el aparato de
comunicación del gobierno venezolano nos presenta a un país inmerso en una
portentosa recuperación en todos los órdenes. Sirva, como botón de muestra, los
espectáculos del Estadio Monumental de La Rinconada.
Esta
es la narrativa goebbeliana (sic) importada desde la Cuba castrista donde el
bloqueo o la normalización se eligen a gusto del consumidor de turno.
De
modo que, no vale ni la pena aclararle a Gustavo Petro que cuando la
administración Trump dictó las sanciones financieras (2017) y comerciales
(2019) a la estatal PDVSA, ya la economía venezolana venía en caída libre desde
octubre de 2012 (según los datos del BCV y el INE), con la producción petrolera
desplomándose como consecuencia de la falta de inversión, así como de políticas
equivocadas. Y que, pese a eso, PDVSA siguió colocando importantes cantidades
de crudos en el mercado mundial en un esquema de evasión de las sanciones
estadounidenses, mientras los operadores designados por Maduro se apropiaron de
los beneficios de las facturas, según él mismo denunció, hace justo un año,
mientras inauguraba por todo lo alto el nuevo Estadio Monumental en Caracas.
El
espectáculo debe continuar.
PEDRO
BENÍTEZ
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico