Fernando Luis Egaña Publicado: 2 de
Abril 2012
En Venezuela se tiene la
costumbre de identificar deuda con mono. A mayor deuda, mayor el tipo de mono:
tití, araguato, chimpancé, orangután, gorila…
En Venezuela
se tiene la costumbre de identificar deuda con mono. A mayor deuda, mayor
el tipo de mono: tití, araguato, chimpancé, orangután, gorila… Y cuando el
mono ya llega al tamaño de King Kong, es porque la deuda se salió de los
cauces y amenaza con aplastar lo que le pongan por delante.
Ese es
el caso del endeudamiento del régimen de Chávez, y lo más grave no es sólo
la dimensión gigantesca de la deuda pública, tanto interna como sobre todo
externa, sino la espiral de incremento en estos mismos tiempos de la
campaña electoral del 2012. Y todo ello a pesar de que el barril de
petróleo nacional se cotiza en más de 110 dólares.
La
“lógica” detrás de semejante sinrazón no es difícil de entender: lo único
que le importa al oficialismo es ganar las elecciones y si para ello hay
que hipotecar el Panteón Nacional con todo y los restos del Libertador,
pues manos a la obra, a ver quién da la platica…
Estimaciones
prudentes ubican la deuda pública venezolana en la vecindad de los 125 mil
millones de dólares, 100 mil millones más que cuando empezara el primer
gobierno del señor Chávez. Además, nuestra deuda externa es la más cara
del mundo, y buena parte de ella se sostiene con la hipoteca de los
yacimientos petroleros, a contravía de la Constitución y del más elemental
sentido de la soberanía nacional.
Pero
no contentos con semejante locura, los “genios” de la revolución se
proponen engordar al King Kong hasta donde sea posible, y más. Por
decretazos habilitantes están eliminando los topes legales para adquirir
nueva deuda –que por lo demás ya irrespetaban, y también están
“legalizando” atajos para suprimir los requisitos de autorización
legislativa –que se habían convertido en mero tramite, pero ni eso
quieren.
Se
endeuda la República como tal, se endeuda Pdvsa, se endeuda el Bandes, se
endeuda el Fondo Chino, se endeudan otros Fondos sin fondos, se endeuda
todo lo que pueda endeudarse, y cuando alguien tiene la osadía de
preguntar el porqué, cuánto, cómo, qué y dónde del King Kong, pues la
respuesta es que ahora es cuando viene más y más deuda.
Los
desafíos electorales del 2012 no han creado este fenómeno de delirante
irresponsabilidad, pero sí lo están agravando a paso acelerado. Las taquillas
burocráticas, el reparto peseuvista, la regaladera exógena, la corrupción
endógena y la costosa ineficiencia gubernativa, son los monstruos que se
tragan completicos los caudalosos ingresos petroleros, pero todavía
reclaman mucho más.
El
costo de los corrientes comicios, por tanto, será tan masivo como las
exigencias políticas del oficialismo para mantener vivas las expectativas
socio-económicas de amplios sectores sociales. La deuda no es para
invertir, ni para producir, ni para honrar deudas sociales. No.
La
deuda es para aceitar maquinarias, comprometer adhesiones, resguardar
churupos, y tratar de garantizar el continuismo de la satrapía. Ese es el
King Kong electoral. El que vamos a estar pagando los venezolanos por
años, lustros y décadas…
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