Por Carlos Romero
M., 20/04/2012
Si preguntan cuántos integran el movimiento de indignados en Venezuela,
creo que la gran mayoría de los Venezolanos estamos hoy en el grupo de los
indignados, ante el vergonzoso ejemplo moral y ético que nos ha dado el ex
magistrado del TSJ y militar de la República Eladio Aponte Aponte.
A nadie debe sorprender la crisis del Sistema de Justicia en Venezuela,
pues es una crisis producto de una enfermedad que no es nueva, pero que
simplemente profundizó. Recuerdo que en una revisión de las actividades de la
extinta Comisión Presidencial para la Reforma del Estado (COPRE) durante el
período 1994-1998, se destacaba que los problemas de entonces de la
administración de justicia en Venezuela se expresaban de manera concreta en:
las recurrente demoras en los tribunales, los altos costos de los procesos, la
falta de transparencia de los mismos, la poca previsibilidad de los resultados
de las causas y la interferencia política en las decisiones judiciales.
Aponte Aponte en sus palabras nos ha demostrado cómo la interferencia de
la política en las decisiones judiciales se ha hecho presente en los casos tan
significativos que él ha señalado. El mensaje ha sido demoledor para la
confianza hacia el Poder Judicial, por otro lado la respuesta del ciudadano
refleja que nuestro sistema de justicia no tiene quien la defienda porque desde
hace rato se rompió la confianza en ella.
Muchas propuestas se han realizado para mejorar el Sistema de Justicia
en Venezuela, entre algunas recuerdo precisamente que la extinta COPRE en un
documento llamado Bases para el Fortalecimiento Democrático del Sistema
Político Venezolano de 19 de febrero de 1998 planteaba una serie de propuestas
y expresaba que la reforma judicial era una variable esencial para las
transformaciones institucionales que el país exigía para hacer del Estado de
Derecho un verdadero Estado de Justicia, orientado al objetivo de obtener más y
mejor justicia para los ciudadanos. Esa sigue siendo una tarea pendiente.
Los Lineamientos para el Gobierno de Unidad Nacional (2013-2019),
obviamente plantea el tema del Sistema de Justicia y al respecto habla de
promover un gran diálogo nacional sobre la situación del mismo que logre un
gran compromiso institucional que involucre a todos los sectores sociales y se
reconoce que la corrupción, el retardo procesal y la impunidad son las
características actuales del Sistema de Justicia.
Por cierto, el jueves 19 de abril 2012 Luis Pedro España publicaba un
artículo titulado Hacia la Segunda Independencia, en el cual advierte que el
país requiere de un gran consenso, en tal sentido señala que para ello, la
dificultad no está en “el lado técnico o en el contenido de las políticas
públicas, sino del lado de los acuerdos necesarios para viabilizar y mantener
en el tiempo las políticas”, es decir en un acuerdo político.
Luis Pedro España advierte que en el pasado el problema ha sido
precisamente la falta de consenso. Por lo tanto es obvio que un Compromiso
político por un Gobierno de Unidad Nacional, suscrito en septiembre 2011 y los
Lineamientos Generales para un Gobierno de Unidad Nacional, presentados en
enero 2012, no tienen ningún valor si los dirigentes políticos no los asumen
con el suficiente compromiso moral y ético con el futuro del país, no como una
mera formalidad política, necesaria para el momento histórico, esos hechos
políticos deben trascender a los intereses de cada partido y de cada individuo,
deben ser la base del gran consenso al que hace mención Luis Pedro España.
Igualmente no tiene valor ese esfuerzo de la Mesa de Unidad si la misma
no es útil para atraer el interés de quienes no participan en actividades
política partidistas, en la tarea de comprometerse con el país y su futuro. El ciudadano debe
tener la oportunidad para conocer su contenido, debatir sobre el alcance del
mismo y empoderarse de esa visión de país, que además por su contenido favorece
al proceso de reencuentro entre los venezolanos y entre ellos con la política.
Los ciudadanos debemos ser garantes de un compromiso que evite la
improvisación y de un esfuerzo que a todas luces puede apoyar el proceso de
inclusión y de reencuentro ciudadano, que alimente además el espíritu de
ciudadanía que tanta falta nos hace en una democracia que fue vaciada de
ciudadanía. Los ejemplos como Aponte Aponte, sólo sirven para recordar la
Venezuela que no queremos.
Hoy más que nunca, viendo nuestra situación como país y como sociedad,
tiene una gran vigencia las siguientes palabras que nos dejó Mario Briceño
Iragorry, en su Mensaje Sin Destino de 1951: “nunca como la presente necesitó
nuestro país de una atención mayor en el examen de sus problemas de pueblo,
porque nunca como ahora se hizo tan notoria la crisis de sus valores
sustantivos. Tampoco jamás desde la edad heroica nuestro país se había
confrontado con mayor número de problemas a la vez”.
Sigue a Carlos
Romero Mendoza en twitter: @carome31
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