Autor:
El Impulso el Mar, 10/04/2012
El honorable y convaleciente prelado
asume que la prédica del odio y la violencia tiene que ver con la sangre que
diariamente corre por nuestras calles y exhorta al Presidente a corregir las
fallas en su gestión gubernamental.
En una seria, contundente, extensa,
valiente y profética misiva pública, el primer y ahora obispo emérito de la
Diócesis de Carora, monseñor Eduardo Herrera Riera, hace una serie de
cuestionamientos a la gestión del jefe de Estado venezolano.
El convaleciente pastor cree que la
autoridad nacional se ha dejado llevar por su soberbia y es responsable de la
desatada y peligrosa violencia que vive el país.
A continuación la carta enviada a la redacción de El
Impulso en el día de ayer.
Carora 09 de abril
Señor comandante Hugo Chávez Frías.
Presidente de la República.
Se dirige a usted este anciano
obispo emérito de Carora, con 84 años acuesta, que además padece las graves
consecuencias de un fuerte tratamiento de quimioterapia y de radioterapia, que
me han dejado extremadamente débil por haber rebajado 16 kilos de peso. Soy
como un esqueleto ambulante, que no se puede movilizar por sí solo, llevándome
siempre en silla de ruedas. Todo eso me da la seguridad de que mi muerte está
muy cercana. De todo esto podrá deducir la sinceridad y el sano deseo que me
mueven para hablarle con la mayor claridad...
Hay una frase de Jesús en el
Evangelio, que por cierto la acaba de citar el Cardenal Urosa en Televisión,
que dice: "No todo el que dice Señor, Señor, entrará en el Reino de los
Cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre Celestial”. Usted ha dado
diversas demostraciones de fe y de confianza en Dios, llamándolo "Diosito
mío", abrazando y besando crucifijos, visitando el santuario del Santo
Cristo de La Gritay muchas otras cosas por el estilo. Si todo eso se hace con
sinceridad, es muy laudable y se lo aplaudo; pero, lamentablemente, eso no
basta para recibir el perdón de Dios y entrar en el reino de los cielos. Es
estrictamente necesario, además, reparar el mal y las injusticias que se le han
causado a las personas y a las instituciones, y que usted llevado por su
soberbia, las ha cometido en innumerables ocasiones. "El gran pecado"
llama la sagrada escritura a la soberbia, y eso fue lo que llevó al bellísimo y
poderoso arcángel Luzbel a rebelarse y querer emular el poder de Dios,
alzándose contra Él, junto con un grupo de ángeles que le siguieron en su loca
empresa. Pero Dios envió contra ellos al poderoso arcángel San Miguel, que les
presentó batalla y los venció enviándolos a los terribles y eternos
sufrimientos del infierno. Desde entonces Luzbel, que ahora se llama satanás y
que no ha perdido sus dotes de inteligencia y poder, no cesa de trabajar por
llevar a su reino a todos los humanos que desprecian el infinito amor y
misericordia de nuestro padre Dios.
Como le decía, señor Presidente,
usted ha cometido muchas y muy graves injusticias. Sólo para recodarle algunos casos
más emblemáticos: La injusta prisión de María de Lourdes Afiuni y la de los
tres comandantes de la policía; y así como ellos, innumerables casos más que
han hecho sufrir muy gravemente a ellos y a sus familias. Todo eso debe y puede
ser reparado con una orden suya, que estoy cierto se cumpliría de inmediato de
abrir las puertas de las prisiones a todos los presos políticos y, además, las
puertas del país a todos los exiliados que se han visto obligados de abandonar
su patria huyendo de las casi seguras represalias.
Prédica de violencia
Hay, además, Presidente, otro mal
tremendo que le ha causado al país: Su inexplicable prédica de odio y de
violencia que le han proporcionado a casi todas las ciudades de nuestra patria
ese doloroso río de sangre que diariamente corre por nuestras calles. Usted
como Jefe del Estado, es el que tiene la gravísima obligación, en primerísimo
lugar, de procurar la paz y la seguridad de los venezolanos, empezando por todo
aquel que posea un arma ilegalmente; atacando con firmeza y decisión a todos
los grupos violentos, después de un estudio serio realizado y llevado a cabo
por técnicos en la materia que los hay muy buenos en el país. Lamentablemente
usted ha sido muy débil y descuidado en enfrentar ese gravísimo problema. Si no
se enfrenta con decisión y valentía a solucionar ese terrible mal, también Dios
le pedirá cuentas de su negligencia.
Habría, señor Presidente, algunos
otros pecados sobre los cuales debería llamarle la atención, pero no quiero
terminar sin hacerle ver su culpa en su inexplicable negligencia de enfrentar
con decisión la horrorosa corrupción que asola a Venezuela, tanto es así que
muchos piensan en su complicidad en esos -hechos. De allí se deriva la
venalidad de la mayoría de los jueces que dictan sentencias injustas, las
decisiones tomadas por los altos poderes del Estado que maneja a su leal saber
y entender sin control ni respeto ala Constitucióny a las leyes. De todo eso le
tomará cuenta Dios, si Ud. no corrige de inmediato esas graves faltas.
Le dirijo esta ya larga carta,
públicamente, porque quiero que la lean también sus seguidores. También ellos,
si quieren salvar sus almas, tienen la gravísima obligación de pedir con la
mayor sinceridad de sus corazones el perdón de Dios y de reparar todas las tropelías
e injusticias cometidas.
Como podrá apreciar, mi estimado
Presidente, le he hablado, quizás con mucha rudeza, pero con el mejor y más
santo deseo de que algún día nos encontremos gozando de la felicidad eterna en
el Reino de nuestro Dios y Señor.
Atentamente,
+Eduardo Herrera Riera
Obispo Emérito de Carora
C.I. 650.501
Ez. 33, 11
Expropiaciones
En la carta también monseñor Herrera se refiere al tema de las expropiaciones ordenadas por el Ejecutivo Nacional.
Otro gravísimo pecado cometido Presidente, refiere, han sido las expropiaciones o robos, como se lo dijo claramente María Corina Machado. Llevado por su misma soberbia usted, como Júpiter tronante, decía: "Exprópiese, exprópiese", sin tomar para nada en cuenta las leyes que rigen en esta materia, es decir: un previo evalúo, un acuerdo con el o los interesados y un justo pago de los bienes expropiados. Si Ud. quiere el perdón de Dios debe reparar y pagar sin demoras a los cientos de afectados, bien sean personas particulares o instituciones.
Tomado de: http://www.elimpulso.com/noticias/regionales/5183-obispo-emerito-de-carora-presidente-usted-ha-cometido-muchas-y-graves-injusticias
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