Por Angie Contreras en Prodavinci 30 de Marzo, 2012
El ex viceministro de planificación brasilero y
profesor universitario, Manuel Velloso, estuvo de visita en Venezuela para
participar como conferencista en el foro Consumidor Soberano, organizado por la
Asociación Nacional de Usuarios y Consumidores (Anauco), con la finalidad de
explicar los efectos que los controles de precios tienen sobre la economía y la
manera en que impactan sobre el consumidor. El académico resumió que la
fijación de precios no garantiza resultados favorables sobre la inflación, por el
contrario, debilitan la oferta de productos en el mercado presionando los
precios al alza y generando desabastecimiento en el mercado. Destacó que la
soberanía del consumidor es fundamental para el desarrollo de la economía y que
el sector principal es el motor de crecimiento de los países.
¿Qué pasa en los países donde los
Gobierno controlan los precios durante largos períodos de tiempo?
El problema es que los mercados son libres, y se
mueven por motivaciones de lucro. Si se está produciendo una ganancia nadie va
a querer perder ese beneficio, que es su principal motivación, con un precio
que no permite mantener la utilidad. Lo que acostumbra a suceder son
situaciones de desabastecimiento, porque las empresas no pueden vender la misma
cantidad al precio antiguo, y hay mucha demanda y poca oferta: la peor
situación para el consumidor. Lo que pasa normalmente cuando se dan estas
situaciones de desabastecimiento o escasez es que se generan caminos
alternativos, como mercados negros, donde se consiguen los productos pero a
precios más altos. Es una ilusión decir que el control beneficia a los
consumidores. Brasil tiene una larga historia de controles de precios, donde se
fijaron precios al productor y al comerciante, y se prohibió subir los precios
en todos los productos. El control no tuvo ningún efecto favorable sobre la
inflación, y creó inestabilidad en el sistema.
En su conferencia usted habló de la
soberanía del consumidor. ¿Qué es la soberanía del consumidor y qué papel
juega ese concepto en una economía moderna?
La frase “el consumidor es soberano” está
presente en la Constitución de muchos países. El problema es que en la práctica
el consumidor deja de ser soberano por la acción del Gobierno. En función de
esa soberanía del consumidor fue que se inventó el libre mercado, porque fue
considerado como un sistema donde el consumidor puede elegir, donde los precios
son una señal de escasez o abundancia y el consumidor es libre de comprar o no.
Lo ideal es que tenga oferta y precio para examinar y elegir. La soberanía del
consumidor es una prioridad en las economías modernas occidentales que nunca
debería ser puesta en duda, y los países deben respetar esos principios.
¿Qué lecciones se pueden extraer de
la aplicación generalizada de los controles de precios en Brasil?
La lección básica es que los mercados deben
funcionar lo más libres posible. Los Gobiernos tienen que dejar a los mercados
funcionar con el mayor realismo posible y no interferir a no ser en situaciones
excepcionales en su funcionamiento. Debe garantizar precios reales, controlar
la demanda agregada del país a través de políticas fiscales y monetarias, para
evitar que estas libertades se transformen en choques de precios e inflación.
Lo ideal para los gobiernos es promover el aumento del consumo de la población,
hacer esto puede crear problemas de escasez momentáneas o presiones de precios,
y para evitar que eso se traduzca en inflación el Gobierno debe controlar la
demanda para que no crezca mucho. Las importaciones no controlan presiones
inflacionarias, se debe recoger liquidez monetaria para enfriar la economía
mientras se estabiliza la oferta. La inflación descontrolada y el desabastecimiento
son perjudiciales para la popularidad de los gobiernos.
Brasil ha logrado controlar ese “dragón”
de la inflación. ¿Cuál fue la clave para mantener a raya el alza de los
precios?
Lo que se hizo fue eliminar los controles de
precios y establecer un programa creíble de combate a la inflación. El Gobierno
anunció metas reales de inflación, como decisión política, y el Banco Central
de Brasil (BC) se encargó de hacer todo lo necesario para lograrlas. Además el
BC tiene el mandado de emitir y practicar políticas capaces de alcanzar esa
inflación mutuamente con el Gobierno. Entonces fue una política fiscal de
disminuir el gasto con política monetaria, que comenzó en el 95 con el Plan
Real de estabilización económica basado en políticas que todos los países deben
seguir: política fiscal y control de la demanda. A partir de la economía
organizada Brasil se convirtió en un país atractivo para la inversión
extranjera, la producción interna creció y hoy la economía puede crecer
alrededor de 4% al año de forma sustentable, y tras vencer las dificultades de
deuda pública, es una economía importante entre los países emergentes y la
sexta más importante del mundo en dimensión de PIB, y esto no sería posible si
no se hubiese eliminado el control de precios y todas las distorsiones del
pasado.
¿Cuál es el rol de sector público y del
privado en Brasil en estos momentos?
El sector público se preocupa fundamentalmente en
políticas de redistribución del ingreso y áreas básicas como educación y salud,
que es imposible para el sector privado actuar solo. Políticas sociales como
transferencia de ingreso para los más pobres. Como no hay dinero para todo, y
teniendo una carga tributaria bastante elevada en términos internacionales, es
difícil para el Estado invertir en infraestructura. Entonces el Gobierno tiene
un sistema cada vez más amplio de concesiones en infraestructura de transporte
y energía eléctrica. Hubo un proceso de privatización porque el sector privado
está mejor preparado que el propio Estado. Toda la producción directa está en
manos del sector privado, por inversión nacional o extranjera a través de
concesiones del Estado.
¿Qué cree usted que el resto de los
países de suramérica debieran aprender de Brasil y que cosas de la
experiencia brasileña debieran evitar?
Hay que hacer la salvedad de que es imposible
para un país dar lecciones a otro. Pero de la experiencia de Brasil se puede
extraer que debe haber realismo en los precios, control de la demanda,
responsabilidad fiscal y movilización del potencial de cada país para que el
sector privado pueda desempeñar un papel central en la evolución económica, y
dejar al sector publico los papeles que son esenciales para él. El motor de la
economía tiene que ser la actuación del sector privado que tiene una vocación
natural para explotar el crecimiento de cada país.
¿Cuál es el rol de la economía de Brasil
de cara al futuro?
Es difícil hablar de eso porque estamos hablando
a largo plazo, y hasta hace poco Brasil vivía un preso de los problemas de
corto plazo. Hoy es cada vez más claro que tenemos que elevar la tasa de
inversión de la economía para poder crecer de forma sustentable a tasas más
elevadas, porque consideramos 4% como insuficiente. Es necesario incrementar la
tasa de ahorro, que es baja en Brasil como en muchos países de América Latina,
especialmente en el sector público. Complementar eso con el aumento de la
productividad del país para que cada dólar invertido consiga producir un
crecimiento de la productividad. Eso se logra con políticas de desarrollo
tecnológico, mejorando la calidad de la educación.
¿A qué se atribuye el crecimiento
sostenido de Brasil durante los últimos años?
Primero fue la reorganización de la economía
estabilizando la inflación y eliminando los controles de precios. Después
resolver el problema de la deuda pública a través de una política de ajuste
fiscal, luego que disminuyó la deuda el país aprovecho su potencial de
crecimiento que estaba esperando la oportunidad de expandirse. Hoy es posible
movilizar el potencial natural, y Brasil tienen la ventaja de que siendo un
gran productor de materias primas agrícolas y minerales, como también lo tienen
otros países de la región como Chile, Perú, Colombia y Venezuela. La economía
creció en esa coyuntura de la crisis mundial de 2008.
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