Luis Ugalde 19-04-2012
Hace ya más de 30 años (abril a octubre de 1980)
Cuba vivió un dramático proceso de éxodo masivo a USA desde el puerto de
Mariel. Presionado por la avalancha de 10.000 personas sobre la embajada de
Perú para salir hacia el infierno capitalista, Castro otorgó el permiso. El
éxodo del paraíso crecía de día en día y el régimen volvió a cerrar las puertas
cuando ya 125.000 individuos habían huido en precarias embarcaciones.
En 1979, yo había participado en una reunión en
Cuba y volví dos años después. Los militantes del régimen, cuando están solos y
no se sienten vigilados, se permiten confidencias conmovedoras. A un
funcionario que conocía desde la primera visita le pregunté cómo valoraban el
éxodo de Mariel y me respondió: “Sabíamos que hay descontento en Cuba, pero nos
sorprendió la enorme avalancha. Pero lo más doloroso e inesperado para nosotros
fue descubrir que también se fueron muchos militantes de partido que
considerábamos absolutamente leales”. En este tipo de regímenes el temor y el
ocultamiento político no son una excepción, sino la regla. Y no puede ser de
otra manera, pues para el régimen sólo son dignos de algún respeto los
incondicionales, y de ello depende desde la cartilla de racionamiento de comida
hasta el empleo y los pequeños o grandes favores.
Venezuela no es igual al régimen castrista, pero
quienes mandan hacen esfuerzos para lograr que lo sea. El miedo a hablar de
política con sinceridad es un hecho en la calle, en el vecindario, en los
ministerios, en los puestos de trabajo, en las colas de las “misiones” y
repartos… Por lo menos un tercio de los venezolanos depende de los favores que
se dan a cambio de carnet, camisa roja y adhesión. La promesa y la amenaza van
de la mano. No puede ser de otra manera en regímenes donde el que no es servil
es traidor y se le despoja de toda dignidad y derecho... Si en Cuba o en
Venezuela un encuestador pregunta si estamos con la “revolución”, la mayoría va
a decir que adora el proceso y a su líder. Más si se anotó en una lista para
recibir vivienda, contrato, jubilación, beca, una “misión” para su mamá o
empleo para su hijo... La encuesta tiene su valor en temas más neutrales, donde
no es delito opinar.
Desconcertados y alarmados por las primarias
opositoras de febrero, los dirigentes de la “revolución” se sintieron como ante
la huída de Mariel: hay que frenar el éxodo. La estrategia es echar rápidamente
jarros de agua fría a las esperanzas de cambio democrático y para ello
concentrar la artillería gubernamental: el candidato opositor no sirve; sus
palabras son falsas y su conducta de delincuente, como sus golpistas jefes
burgueses e imperialistas; la oposición está dividida, en las encuestas
está a 23 puntos irremontables; y la revolución es eterna y también su presidente.
¡Dime de qué presumes y te diré lo que te falta! Las encuestas en el mes de
postprimarias son usadas para enfriar el entusiasmo y la esperanza de la
oposición, y de aquí a octubre hay que meter miedo a quienes dicen que no van a
votar por la “revolución”.
En este tipo de régimen las encuestas son
inciertas y la estrategia de los demócratas no puede descansar en ellas, sino
en el trabajo y propuestas para superar el desastre presente (y el pasado),
dándose la mano las legítimas esperanzas y aspiraciones de la gente y el
candidato; con credibilidad, esperanza, propuestas inteligibles y tangibles.
Por otra parte, estos regímenes “revolucionarios”
no creen en mecanismos “democráticoburgueses” y solo obligados los respetan.
Por eso hay que urgir la transparencia del Registro Electoral, los testigos de
mesa hasta en el último rincón y la última hora del 7 de octubre, y la
movilización social y multitudinaria previa, que demuestre la disposición a
defender democráticamente los resultados y el alto costo de violarlos.
No hay que ignorar las encuestas, ni poner la
confianza en ellas, sino hacer el trabajo propio con convicción, decisión y
acierto. En el reino de la mentira y del miedo todo es incierto, excepto el
desastre socioeconómico y político reinante. La grave enfermedad presidencial
viene a aumentar la incertidumbre. Las esperanzas sociales y la libertad
dependen de la activación de millones de demócratas, decididos a defender la
democracia e impedir el cierre a la cubana de las puertas del “paraíso”.
Si la gente tiene miedo de responder contra Chávez entonces ¿por qué hace unos años Chávez tenía menos del 40% en las encuestas?
ResponderEliminarHablan de democracia, como la del 11 de abril? quizás como la colombiana en que asesinan sindicalistas, o como Chile que encarcela por 5 años a estudiantes.
Chávez tiene sus errores pero lo hace mejor de lo que los adecos y copeyanos lo hacían.
mi comentario anterior no era grosero ni incoherente, era un opinión, espero no sea censurado...
ResponderEliminarEste espacio no censura, sin embargo, y solo es para meditarlo, no parece de poca monta el error de eliminar la separación de poderes, ese solo hecho, creemos, ya hace a este gobierno peor que los anteriores.
Eliminar