JESÚS HERAS Escrito el Mar 29th, 2012 en abcdelasemana.com
Especialistas de toda naturaleza han venido alertando por varios años sobre
el grave deterioro de la calidad del agua que consumimos. Los recaudos, según
estudios independientes, han sido consignados a la fiscalía General de la
República. El Ingeniero Germán Benedetti, quien consignó los recaudos, le ha
hecho un obstinado seguimiento a lo que viene ocurriendo tanto con el
creciente nivel de las aguas del Lago de Valencia, que amenaza urbanismos
aragüeños construidos al borde de ese cuerpo de agua, como con la contaminación
del embalse Pao-Cachinche que nutre las plantas potabilizadoras, hecho que
comenzó cuando Hidrocentro, en un intento por proteger las urbanizaciones,
desvío aguas del Lago al referido reservorio.
Nada había hecho el gobierno nacional por detener el proceso contaminante,
pero bastó que el gobernador de Carabobo, preocupado por el ascenso de la
morbilidad que arrojan las cifras epidemiológicas, lo denunciara, (y que el
hecho tuviera repercusiones en la capital por las condiciones del embalse de La
Mariposa), para que el Presidente lo acusara de intenciones de
desestabilizadores y acto seguido, solicitara al TSJ medidas cautelares, prohibiendo
a los medios de comunicación dar cabida a denuncias que no estén respaldadas
por estudios científicos “veraces”.
El hecho trajo a la memoria lo ocurrido cuatro siglos antes, cuando el
astrónomo Galileo Galilei fue obligado por la Santa Inquisición, so pena de
muerte, a retractarse de su afirmación de que el planeta Tierra giraban en
torno al Sol y no a la inversa como entonces el dogma establecía. Terco en sus
convicciones, Galileo, para salvar su vida, aceptó la exigencia pero agregó
calladamente al salir del tribunal “eppur
si muove” (y sin embargo, (la Tierra) se mueve”, frase que pasó a
ser simbólica “de la
perseverancia del científico ante las convenciones de la autoridad.”
En el caso que nos ocupa, el Presidente sabe que la denuncia del gobernador
es absolutamente veraz, pero no le conviene admitirlo. De allí que haya
optado por condenar no el mensaje sino al mensajero.
Como Galileo pero a viva voz, éste ha respondido con respeto: “Presidente, cuando digo que la burra
es negra es porque tengo los pelos en la mano.” No solo los tiene
el gobernador sino cualquier ciudadano. Basta con observar el color del agua
que sale de cualquier grifo u oler sus emanaciones, para saber que la burra es
negra.
Los estudios científicos tampoco hacen falta. El propio Presidente ha
reconocido públicamente los elevados niveles de contaminación del Lago de
Valencia e hidrocentro en su informe de fin de año reconoció, como lo ha
recogido la prensa, las dificultades que está confrontando para potabilizar el
agua.
Hichter, Ministro del Ambiente y ficha del partido oficial, no puede
esconder el sol con un dedo. Tampoco los pelos de la burra negra.
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