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lunes, 30 de abril de 2012

El populismo quiere a los pobres miserables pero “agradecidos”; ¡El progresismo quiere que los pobres dejen de serlo!



Por Radar de Los Barrios, 22/04/2012

Las actuales “cúpulas podridas” creyeron que podía chantajearnos a los venezolanos pobres con nuestro propio dinero (porque, por cierto, los recursos utilizados en las misiones no son “de Chávez” sino de todos los venezolanos), montando unos programas que rindieran algunos beneficios a la población más desasistida para que el agradecimiento de los sectores populares se transformara en votos. Acerca de la intencionalidad electorera de estos programas no es necesario explicar mucho, pues el mismo Presidente de la República manifestó públicamente que tales iniciativas fueron “sugerencias” de Fidel Castro para “ganar el referendo del 2004” (Exposición del Presidente Chávez en el "Taller de Alto Gobierno" realizado en Fuerte Tiuna, Caracas, el 11, 12 y 13 de noviembre de 2004) . En aquellos tiempos se convirtió en consigna política un latiguillo ramplón: “Amor con amor se paga”.

DE LA MANIPULACION AFECTIVA A LA COACCIÓN POLITICA

Pronto la burocracia gobiernera descubrió que no podía esperar pasivamente que los votos de los venezolanos llegaran al redil oficialista como respuesta espontánea, pues muchos venezolanos consideraban que las misiones no eran “expresiones extraordinarias de amor”, sino sencillamente el deber de un gobierno multimillonario. La costra gobiernera pasó entonces de la manipulación afectiva a la coacción política, a la presión social e incluso a la agresión física: ¡Quién no se vistiera de rojo no recibía los beneficios de las misiones! A venezolanos en muy precaria condición económica le fue negada hasta la comida en algunas “casas de alimentación” porque “no estaban con el proceso”. Si algún vecino en el barrio protestaba alguna irregularidad gubernamental, rápidamente salía algún “comisario político” a decirle “bueno, si opinas así no te quiero volver a ver comprando en Mercal”, como que si esa red alimentaria fuera propiedad privada del PSUV. Fue así como, en vez de promover un país más igualitario, al ser utilizadas por los burócratas para el chantaje partidista las misiones llegaron al absurdo de dividir a los venezolanos más pobres en “pobres de primera”, los que estaban con el gobierno, y “pobres de segunda” u "oligarcas de cerro", todos los demás...

SECTARISMO, CORRUPCIÓN E INEFICIENCIA

Además de la perversión politiquera, las llamadas misiones tampoco escaparon a dos características generales de este gobierno: la corrupción y la ineficiencia. A pesar de las inmensas sumas de dinero que el Burócrata en Jefe anuncia a cada rato que han sido o serán invertidas en estos programas, la experiencia concreta de los habitantes de los barrios está marcada por la espera, la frustración y la rabia: los funcionarios suelen llegar a los barrios realizando uno, dos, tres o más “censos”. Tales “censos” arrojan listados que generalmente presentan lagunas y omisiones, y finalmente cuando se anuncian quienes han sido admitidos como “beneficiarios”, estos resultan ser un grupo relativamente pequeño de personas, generalmente vinculadas familiar o políticamente con los funcionarios que realizaron el censo y la selección. Luego incluso estos “privilegiados” se verán obligados a protestar en las puertas de despachos oficiales o a tomar las vías públicas para demandar el pago de las becas, ayudas o beneficios ofrecidos, pues la cancelación de tales obligaciones estatales solo se hace puntualmente en las cercanías de algún proceso electoral.

JUSTICIA SOCIAL SI, PIÑATA CORRUPTA NO

Por todo ello, la Ley de Misiones Para Todos Por Igual propuesta por Henrique Capriles (un texto muy sencillo, de solo unos 15 artículos, en cuya elaboración cooperaron renombrados especialistas y dirigentes comunitarios de base) establece simplemente mecanismos expeditos de rango legal para evitar que nunca más ningún gobierno, ni este ni los que vengan, puedan utilizar el dinero de los venezolanos para chantajear a los venezolanos. Con la Ley de Misiones Para Todos Por Igual se garantiza que el acceso de los venezolanos a los beneficios de la política social del Estado no esté restringido o condicionado por prejuicio ideológico o pertenencia partidista. La Ley de Misiones Para Todos Por Igual incorpora además elementos para mejorar técnica y profesionalmente estos programas, para evitar que sigan siendo un barril sin fondo que traga miles de millones de bolívares para beneficiar de manera irregular a un grupo relativamente pequeño de compatriotas. De manera que no le quepa duda a nadie: Si observan a alguien en el oficialismo oponiéndose a esta Ley, ese "alguien" muy probablemente lo que quiere es seguir usando las misiones para dividir y chantajear a los venezolanos más pobres; O es "alguien" que quiere seguir administrando los multimillonarios recursos de las misiones de manera corrupta. O ambas cosas...

POLITICA SOCIAL PROGRESISTA, MÁS ALLÁ DE LAS MISIONES

Pero con todo lo relevante que esta iniciativa pueda ser, es necesario puntualizar que esta Ley de Misiones Para Todos Por Igual no es la más importante propuesta en materia social de Henrique Capriles y de la Unidad. En realidad, es solo una medida de “control de daños” para enmendar los errores de sectarismo, ineficiencia y corrupción cometidos en materia de política social por este gobierno. Hay que decir con claridad que -aunque funcionaran perfectamente- las “misiones” no podrían ser jamás el centro de la política social de un gobierno progresista como el que encabezará Henrique Capriles, por una razón fundamental: Un gobierno populista como el de Hugo Chávez tiene como objetivo que los pobres dependamos de él y además le estemos agradecidos. En cambio, en un gobierno progresista como el que presidirá Henrique Capriles el objetivo es que quienes hoy estamos en la pobreza nos incorporemos a una amplia y pujante clase media, que en vez de depender económicamente de “rebusques” o “ayudas” tengamos empleos de calidad, y que los barrios en que hoy vivimos se transformen en condominios populares, en espacios urbanos con todos los servicios, incluyendo ese servicio público fundamental que es la seguridad ciudadana.

CONSTRUIR AUTONOMÍA, NO DEPENDENCIA

La Sala de Terapia Intensiva en un hospital sirve para sacar a alguien del riesgo de muerte inminente, y debe permanecer allí sólo el tiempo indispensable para normalizar sus valores, tras lo cual el paciente debe ser trasladado a una sala de observación y luego al servicio correspondiente. Si una persona permanece demasiado tiempo en Terapia Intensiva puede morir, no ya por la enfermedad o el accidente que produjo la gravedad, sino porque el organismo puede no resistir por tiempo prolongado la medicación masiva y los procedimientos invasivos que la Terapia Intensiva implica. Lo mismo ocurre a escala social con las misiones: Los programas sociales de transferencia directa de recursos son extremadamente útiles y necesarios para sacar a las personas de la situación de pobreza extrema, ese oscuro foso donde las familias se disuelven, la perspectiva se extravía y hasta la esperanza suele desaparecer. Pero tras sacar a las personas y familias de la pobreza extrema, éstas deben mediante su propio esfuerzo, apoyándose en la educación y el trabajo, construir sus vidas en forma autónoma, con el apoyo de un Estado socialmente responsable pero no paternalista ni manipulador, y con el respaldo de una sociedad solidaria que asuma que la superación de la pobreza no es “un problema de los pobres” sino una necesidad nacional.

Esa y no otra es la gran diferencia entre “populismo” y “progresismo” en materia de política social. De las limitaciones y perversiones del primero los venezolanos que vivimos y luchamos en los barrios ya tenemos 13 años de amarga experiencia. De las ventajas y posibilidades del segundo el país se convence más día a día. ¡Palante es p’allá!

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