Por Radar de
Los Barrios, 22/04/2012
Las actuales
“cúpulas podridas” creyeron que podía chantajearnos a los venezolanos pobres con
nuestro propio dinero (porque, por cierto, los recursos utilizados en las
misiones no son “de Chávez” sino de todos los venezolanos), montando unos
programas que rindieran algunos beneficios a la población más desasistida para
que el agradecimiento de los sectores populares se transformara en votos. Acerca
de la intencionalidad electorera de estos programas no es necesario explicar
mucho, pues el mismo Presidente de la República manifestó públicamente que
tales iniciativas fueron “sugerencias” de Fidel Castro para “ganar el referendo
del 2004” (Exposición del Presidente Chávez en el "Taller de Alto
Gobierno" realizado en Fuerte Tiuna, Caracas, el 11, 12 y 13 de noviembre
de 2004) . En aquellos tiempos se convirtió en consigna política un
latiguillo ramplón: “Amor con amor se paga”.
DE LA MANIPULACION AFECTIVA A LA COACCIÓN
POLITICA
Pronto la burocracia gobiernera descubrió que
no podía esperar pasivamente que los votos de los venezolanos llegaran al redil
oficialista como respuesta espontánea, pues muchos venezolanos consideraban que
las misiones no eran “expresiones extraordinarias de amor”, sino sencillamente
el deber de un gobierno multimillonario. La costra gobiernera pasó entonces de
la manipulación afectiva a la coacción política, a la presión social e incluso
a la agresión física: ¡Quién no se vistiera de rojo no recibía los beneficios
de las misiones! A venezolanos en muy precaria condición económica le fue
negada hasta la comida en algunas “casas de alimentación” porque “no estaban con
el proceso”. Si algún vecino en el barrio protestaba alguna irregularidad
gubernamental, rápidamente salía algún “comisario político” a decirle “bueno,
si opinas así no te quiero volver a ver comprando en Mercal”, como que si esa
red alimentaria fuera propiedad privada del PSUV. Fue así como, en vez de
promover un país más igualitario, al ser utilizadas por los burócratas para el
chantaje partidista las misiones llegaron al absurdo de dividir a los
venezolanos más pobres en “pobres de primera”, los que estaban con el gobierno,
y “pobres de segunda” u "oligarcas de cerro", todos los demás...
SECTARISMO, CORRUPCIÓN E INEFICIENCIA
Además de la perversión politiquera, las
llamadas misiones tampoco escaparon a dos características generales de este
gobierno: la corrupción y la ineficiencia. A pesar de las inmensas sumas de
dinero que el Burócrata en Jefe anuncia a cada rato que han sido o serán
invertidas en estos programas, la experiencia concreta de los habitantes de los
barrios está marcada por la espera, la frustración y la rabia: los funcionarios
suelen llegar a los barrios realizando uno, dos, tres o más “censos”. Tales
“censos” arrojan listados que generalmente presentan lagunas y omisiones, y
finalmente cuando se anuncian quienes han sido admitidos como “beneficiarios”,
estos resultan ser un grupo relativamente pequeño de personas, generalmente
vinculadas familiar o políticamente con los funcionarios que realizaron el
censo y la selección. Luego incluso estos “privilegiados” se verán obligados a
protestar en las puertas de despachos oficiales o a tomar las vías públicas
para demandar el pago de las becas, ayudas o beneficios ofrecidos, pues la
cancelación de tales obligaciones estatales solo se hace puntualmente en las
cercanías de algún proceso electoral.
JUSTICIA SOCIAL SI, PIÑATA CORRUPTA NO
Por todo ello, la Ley de Misiones Para Todos
Por Igual propuesta por Henrique Capriles (un texto muy sencillo, de solo unos
15 artículos, en cuya elaboración cooperaron renombrados especialistas y
dirigentes comunitarios de base) establece simplemente mecanismos expeditos de
rango legal para evitar que nunca más ningún gobierno, ni este ni los que
vengan, puedan utilizar el dinero de los venezolanos para chantajear a los
venezolanos. Con la Ley de Misiones Para Todos Por Igual se garantiza que el
acceso de los venezolanos a los beneficios de la política social del Estado no
esté restringido o condicionado por prejuicio ideológico o pertenencia
partidista. La Ley de Misiones Para Todos Por Igual incorpora además elementos
para mejorar técnica y profesionalmente estos programas, para evitar que sigan
siendo un barril sin fondo que traga miles de millones de bolívares para
beneficiar de manera irregular a un grupo relativamente pequeño de
compatriotas. De manera que no le quepa duda a nadie: Si observan a alguien en
el oficialismo oponiéndose a esta Ley, ese "alguien" muy
probablemente lo que quiere es seguir usando las misiones para dividir y
chantajear a los venezolanos más pobres; O es "alguien" que quiere
seguir administrando los multimillonarios recursos de las misiones de manera
corrupta. O ambas cosas...
POLITICA SOCIAL PROGRESISTA, MÁS ALLÁ DE LAS MISIONES
Pero con todo lo
relevante que esta iniciativa pueda ser, es necesario puntualizar que esta Ley
de Misiones Para Todos Por Igual no es la más importante propuesta en materia
social de Henrique Capriles y de la Unidad. En realidad, es solo una medida de
“control de daños” para enmendar los errores de sectarismo, ineficiencia y
corrupción cometidos en materia de política social por este gobierno. Hay que
decir con claridad que -aunque funcionaran perfectamente- las “misiones” no
podrían ser jamás el centro de la política social de un gobierno progresista
como el que encabezará Henrique Capriles, por una razón fundamental: Un
gobierno populista como el de Hugo Chávez tiene como objetivo que los pobres
dependamos de él y además le estemos agradecidos. En cambio, en un gobierno
progresista como el que presidirá Henrique Capriles el objetivo es que quienes
hoy estamos en la pobreza nos incorporemos a una amplia y pujante clase media, que
en vez de depender económicamente de “rebusques” o “ayudas” tengamos empleos de
calidad, y que los barrios en que hoy vivimos se transformen en condominios
populares, en espacios urbanos con todos los servicios, incluyendo ese servicio
público fundamental que es la seguridad ciudadana.
CONSTRUIR AUTONOMÍA, NO DEPENDENCIA
La Sala de Terapia Intensiva en un hospital
sirve para sacar a alguien del riesgo de muerte inminente, y debe permanecer
allí sólo el tiempo indispensable para normalizar sus valores, tras lo cual el
paciente debe ser trasladado a una sala de observación y luego al servicio
correspondiente. Si una persona permanece demasiado tiempo en Terapia Intensiva
puede morir, no ya por la enfermedad o el accidente que produjo la gravedad,
sino porque el organismo puede no resistir por tiempo prolongado la medicación
masiva y los procedimientos invasivos que la Terapia Intensiva implica. Lo
mismo ocurre a escala social con las misiones: Los programas sociales de
transferencia directa de recursos son extremadamente útiles y necesarios para
sacar a las personas de la situación de pobreza extrema, ese oscuro foso donde
las familias se disuelven, la perspectiva se extravía y hasta la esperanza
suele desaparecer. Pero tras sacar a las personas y familias de la pobreza
extrema, éstas deben mediante su propio esfuerzo, apoyándose en la educación y
el trabajo, construir sus vidas en forma autónoma, con el apoyo de un Estado
socialmente responsable pero no paternalista ni manipulador, y con el respaldo
de una sociedad solidaria que asuma que la superación de la pobreza no es “un
problema de los pobres” sino una necesidad nacional.
Esa y no otra es la gran diferencia entre
“populismo” y “progresismo” en materia de política social. De las limitaciones
y perversiones del primero los venezolanos que vivimos y luchamos en los
barrios ya tenemos 13 años de amarga experiencia. De las ventajas y
posibilidades del segundo el país se convence más día a día. ¡Palante es
p’allá!
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