Por Mario
Villegas, 02/12/2012
Columna de Puño y
Letra
A comienzos de los
años 80, en Venezuela causó furor una graciosa película norteamericana llamada
“¿Y dónde está el piloto?”, cuyos enredos hicieron desternillarse de la risa
hasta a los espectadores de peor humor. La cinta narra las alocadas incidencias de un vuelo comercial en el que
el capitán, el copiloto y muchos pasajeros caen enfermos producto de una comida
en mal estado. La ausencia del piloto aterró a los viajeros, pero éstos
finalmente protagonizaron un aterrizaje feliz.
Guardando las
distancias con aquel filme, no veo por qué los señores del gobierno se molestan
y hasta llaman histéricos y morbosos a quienes, desde el más legítimo derecho
constitucional y ciudadano, quieren tener información un poco más precisa
acerca del real estado de salud de nuestro piloto.
Pasado el 7 de
octubre, no está en discusión quién tendrá sobre sus hombros la responsabilidad
de conducir los destinos del país en el próximo sexenio. Justo por eso, la
salud del presidente Hugo Chávez Frías no sólo le incumbe a él, a sus
familiares, a sus subalternos y a sus seguidores, sino que interesa por igual a
los 30 millones de venezolanos cuya suerte está atada a la suerte del
Comandante.
No estaría de más
que los ministros se den una paseadita por la Constitución. La ciudadanía está
en su pleno derecho de requerir información oportuna, veraz, imparcial y sin
censura, así como la burocracia oficial está en la más absoluta obligación de
proveérsela.
Un gobierno súper pantallero, que
impone a capricho cadenas de radio y televisión hasta para reseñar las
travesuras de la morrocoya presidencial, no tiene por qué escandalizarse de que
cualquier ciudadano se haya preguntado dónde y cómo está el piloto.
Ya se sabe que
está en Cuba, donde estaría recibiendo oxigenación hiperbárica. Pero el
misterio, la ausencia de transparencia en la dinámica gubernamental, alimenta y
es el más apropiado caldo de cultivo para el rumor y la especulación.
La primera vez que
escuchamos hablar de una cámara hiperbárica fue en septiembre de 2006, cuando
el atleta venezolano Carlos Coste, campeón de buceo a pulmón, sufrió en Egipto
un accidente a 180 metros de profundidad marina, a consecuencia del cual se le
alojó en la cabeza una burbuja de nitrógeno que le obstruyó la irrigación
sanguínea en algunas zonas cerebrales. El tratamiento en cámara hiperbárica en
Alemania le permitió superar la crisis y retornar a la normalidad.
Es de esperar que
este moderno recurso de la tecnología médica surta sobre el presidente Chávez
los mismos efectos benéficos que tuvo sobre el deportista. Aunque, por
supuesto, se trata de dos patologías radicalmente distintas.
Por lo que hemos
visto todos estos días, la medicina hiperbárica es de múltiples usos y
aplicaciones. Ojalá que junto con oxigenar adecuadamente el organismo del
Presidente para fortalecerlo y liberarlo de los males físicos que lo aquejan,
la cámara hiperbárica actúe también sobre su cerebro y le disuelva la burbuja
de la intolerancia y la arbitrariedad que tiene alojada en el cerebro. Si así
fuere, todos los venezolanos podríamos tener la esperanza de un aterrizaje
feliz.
BREVES
Este lunes, estará
en Caracas Gregorio Mirabal, el candidato del Partido Comunista de Venezuela y
de varios movimientos indígenas a la gobernación del estado Amazonas. Mirabal,
enfrentado simultáneamente a la reelección del gobernador Liborio Guarulla y a
la candidata del Partido Socialista Unido de Venezuela, Nilcia Maldonado,
acudirá a la reunión del buró político del PCV, organización que le ratificará
su respaldo y lo presentará ante los medios de comunicación en su tradicional
rueda de prensa de los lunes en su sede del edificio Cantaclaro.
mariovillegas100@gmail.com
Twitter: @mario_villegas
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