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sábado, 4 de mayo de 2013

El Furrial pide disculpas


Miguel Méndez Rodulfo Caracas 3 de mayo de 2013

Agredir, atacar con saña, dañar a otra persona en su integridad física, es un acto de desespero y sin razón. Es la respuesta primitiva de los que a falta de argumentos apelan a la fuerza bruta. La violencia se condena a sí misma en cuanto proviene de alguien que no sabe perder, que no razona para entender que es en el plano de las ideas y en el ámbito de la tolerancia como se entienden los humanos. Los seres civilizados hace siglos que dirimen sus diferencias mediante el diálogo porque la mejor guerra es la que se evita y la peor discusión es la que no se da. La negociación, entonces, la capacidad de ceder, de intercambiar, de ponerse en el lugar del otro y sobre todo de entender que las partes deben ganar lo justo para que haya paz, es el secreto de la convivencia política.

Decía el presidente de la Asamblea Nacional que tuviera cuidado la oposición porque el que contenía a los radicales del Psuv era el difunto; sin embargo, pienso que los que deben prestar atención son precisamente los herederos del caudillo de Sabaneta porque si algo tuvo éste que le permitió sostenerse tantos años en el poder fue el gradualismo, una manera de hacer política que apretaba el torniquete implacablemente pero con precisa lentitud, combinando esta decida acción a largo plazo con retrocesos tácticos, para volver a retomar la estrategia cuando los tiempos políticos eran convenientes, e irnos ahogando paulatinamente. En este arte macabro nos mantuvo en ascuas todo su largo período, pero se cuidó mucho de tensar la cuerda en forma violenta para evitar un estallido social.

Si tan seguidores del caudillo son, debían ser los primeros en continuar sus enseñanzas, a menos que nada aprendieron y que políticamente sean unos enanos. Pretender que en el país nada ha pasado y que desde el gobierno pueden realizar atropellos y abusos que antes no se cometían, es una torpeza descomunal que pone en riesgo la paz social del país. Pero el hecho es que lo están haciendo de una forma irresponsable. Las vejaciones y torturas que les infringieron a los estudiantes que protestaron el 15 de abril, la detención de Rivero, el incumplimiento del acuerdo de Unasur con respecto a la realización de la auditoría, las cadenas abusadoras para tapar las alocuciones de Capriles, el desconocimiento del derecho de palabra de los congresistas, la agresión contra el diputado Dávila (16 puntos de sutura) y la increíble emboscada que instigó el presidente de la asamblea contra los parlamentarios: atraso de 3 horas en la sesión, cierre de puertas del hemiciclo, orden de arremeter contra los parlamentarios de oposición, cámaras enfocadas hacia el escudo del techo y la golpiza generalizada en la que llevaron la peor parte Julio Borges (fractura del pómulo) y María Corina (4 fracturas en la nariz), revelan la consumación de una salvajada sin nombre, que constituye la peor afrenta contra el Congreso Nacional en 150 años.

Nadie puede argumentar que el uso de la violencia es justificado cuando hay una provocación, porque además ejercer un derecho constitucional nunca podrá ser considerado un desafío sobre todo si no se acata una decisión arbitraria de un personaje infeliz. Ahora defenderse de una agresión creo que es un derecho que asiste al agredido para proteger su integridad física y preservarse de males mayores, de manera que esos videos editados que maliciosamente presenta el gobierno, más que incriminar, revelan que nuestros diputados, al igual que a nosotros, les corre sangre por las venas.

El Furrial, El Corozo, San Vicente, La Cruz de la Paloma y el Alto de los Godos en Maturín, sienten vergüenza de cierto personaje que nació y se crio en esos lares, tierra de hombres sencillos, sanos y buenos, de valores y principios, que le tiene un respeto sagrado a las mujeres.

 
Miguel Méndez Rodulfo
Caracas 3 de mayo de 2013

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